La economía israelí sufre un golpe sin precedentes por el conflicto con Hamás
La actual coyuntura de la economía israelí ha estado supeditada al conflicto desde el estallido de la guerra con el grupo islamista palestino Hamás el 7 de octubre.
En una fábrica del sur de Israel, la sirena antiaérea advierte a los obreros que tienen pocos segundos para correr a un refugio y ponerse a salvo de los cohetes palestinos. Una situación frecuente en esta planta, donde se fabrican puertas de seguridad, y que perjudica la producción.
Cuando se levanta la alerta, los obreros de esta empresa del grupo Rav-Bariach, que es el mayor fabricante de puertas de seguridad de Israel, vuelven a las líneas de producción.
La situación de esta planta, ubicada en Ascalón, a menos de 10 km de la frontera con la Franja de Gaza, es un buen ejemplo de la actual coyuntura de la economía israelí, que desde el estallido de la guerra con el grupo islamista palestino Hamás el 7 de octubre funciona supeditada al conflicto.
"Esto es parte de nuestra realidad", afirma Idan Zu-Aretz, presidente ejecutivo de la empresa.
"Nos faltan manos. Algunos empleados fueron reclutados por el ejército, otros fueron desplazados a otras regiones por motivos de seguridad", explica el directivo, que estima que la compañía funciona con entre el 60% y 65% de su plantilla habitual en esta fábrica, que tenía 600 empleados.
Ravid Brosh, responsable de desarrollo internacional del grupo, relató que al inicio de la guerra las sirenas de alerta fueron más frecuentes.
Movilizados y desplazados
Pese al sistema antimisiles israelí Cúpula de Hierro, el 10 de octubre un cohete perforó el techo y cayó en la pasarela que da a los talleres de producción.
Después de la conmoción inicial tras el ataque lanzado por Hamás en Israel que dejó cerca de 1.200 muertos, según las autoridades israelíes, el país comenzó a avizorar nuevos problemas que emergieron del conflicto.
El gobierno movilizó a cerca de 360.000 reservistas para luchar en la ofensiva en la Franja de Gaza, donde el gobierno de Hamás que controla este territorio palestino afirma que más de 12.300 personas murieron en los ataques israelíes, la mayoría civiles.
Además, al menos 125.000 personas tuvieron que abandonar sus domicilios en el sur de Israel o en el norte, cerca de la frontera con Líbano por los intercambios de disparos entre el ejército y los combatientes del grupo proiraní Hezbolá, aliado de Hamás.
Israel está acostumbrado a las crisis, pero Benjamin Bental, del centro de estudios Taub Center, afirmó que los conflictos de los últimos años son "relativamente menores en comparación con el actual".
Algunos sectores se vieron más perjudicados que otros.
"El de la construcción está paralizado", indicó Bental, que explicó que esta actividad depende de los obreros palestinos cuyos permisos para trabajar fueron anulados por el conflicto.
El sector de la hostelería y la restauración fue lastrado por la baja moral de los consumidores y un indicio de la ansiedad reinante es que el volumen de transacciones con tarjetas de crédito en Israel cayó 10% y registró un desplome de un 20% justo después del inicio de la ofensiva terrestre en Gaza el 27 de octubre.
Varios centros de estudio han pronosticado un recorte del crecimiento esperado para este año y el próximo por el conflicto, pero el Banco Central de Israel sigue siendo optimista y prevé una expansión de la economía del 2,8% en 2024.
La resiliencia del sector de la tecnología, que representa un 18% del PIB, va a ser determinante. Según una encuesta realizada a finales de octubre entre cerca de 500 empresas del sector, un 70% afirmaron que registraron anulaciones de pedidos y de proyectos importantes desde el inicio de la guerra.
Para Bental, si el conflicto se extiende al norte de Israel, el panorama va a cambiar completamente.
"Es muy difícil evaluar lo que esto podría suponer, salvo que va a ser terrible", afirmó el experto.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, advirtió que la guerra va a ser "larga y difícil", por lo que se proyecta que el conflicto implique miles de millones de dólares en gasto público adicional.
El mes pasado, un grupo de 300 economistas escribieron una carta a Netanyahu para reprocharle que no entiende "la magnitud de la crisis que enfrenta Israel".