De la vendimia a la vanguardia: el camino que Javier Moro heredó de su abuelo
El presidente de las Bodegas Emilio Moro cumple dos años en el cargo con el objetivo de atraer a los más jóvenes a la cultura vinícola.
A Javier Moro, presidente de las Bodegas Emilio Moro, en Valladolid, España, se le pone la piel de gallina cuando habla de su abuelo, inspiración para el nombre no solo de la empresa, sino de uno de los productos insignia de la compañía, que ya vinculó a la cuarta generación de la familia y que busca la modernización de una de las marcas más longevas en España.
Moro, apasionado por el fútbol y el atletismo, recuerda cómo dio sus primeros pasos, junto a su padre Emilio, en el negocio familiar: dejó de lado los juegos con sus amigos para trabajar en los majuelos.
“Yo, de niño, con mi padre, cuando todos los demás estaban jugando, él nos llevaba a trabajar y nos metía en las cubas (también conocidas como barricas, utilizadas para la crianza de vino), con una vela, cepillos y agua caliente, para preparar el trasiego del vino.
"Algo que nunca voy a olvidar es que después de la escuela nos permitían ir a vendimiar (recolección o cosecha de las uvas, refiriéndose a las que servirán a la producción de vino), porque era una fiesta para todos en el pueblo que, para esa época, no superaba las 500 personas. Jugábamos a llevar el cobanillo, a sacar y cortar las uvas, para luego pisarlas, era una verdadera fiesta”, agregó.
Aficionado a las maratones y a esquiar, el ahora presidente de la compañía cumplió el sueño de vivir de lo que alguna vez su abuelo imaginó para la familia, aunque esto le obligó a dejar su puesto en la dirección comercial de la bodega.
En 1924, Emilio Moro sembró uno de los majuelos más importantes para la familia, y que, en la actualidad, las nuevas generaciones toman para injertar nuevas zonas de cultivo y continuar con la tradición de la casa, que llega a más de 70 países en todo el mundo.
La apuesta de las Bodegas, bajo el liderazgo de la tercera generación Moro, es de 50 años, que quiere mezclar la experiencia con la juventud.
“Hay una corriente de gente joven, muy apasionada. Afortunadamente, hoy tenemos acceso a la información porque antes parecía que el saber de vinos era un mito o era extraterrestre. Yo creo que hay una corriente juvenil, porque el vino es cultura. Es cultura el saber cómo se está trabajando, con qué experiencia.
"El hablar del mundo del vino es que se junten chavales, ahora mismo, para intercambiar sabores, matices. Yo creo que hay una cultura muy interesante y pienso que el vino tiene ahora mismo un futuro arrollador. Lo que hay que hacer son vinos frescos, fáciles de beber, gustativos y que hay un lenguaje muy claro de lo que es un vino”, indicó el presidente.