Por BBC News Mundo |11 de marzo de 2024, 5:41 AM

A primera hora de la mañana del 11 de marzo de 2004 cuatro trenes explotaron en diferentes puntos de Madrid cuando trasladaban a centenares de personas hacia el centro de la ciudad en plena hora punta.

Las imágenes de decenas de cadáveres tirados en la vía férrea y de los servicios de emergencia afanándose en atender a la multitud de heridos conmocionó a España entera y todavía hoy forman parte de la memoria colectiva de los españoles.

Las bombas, colocadas por un grupo de yihadistas inspirados en los mensajes de al Qaeda, la organización liderada por Osama Bin Laden, causaron 191 muertos y cerca de 2.000 heridos.

Algunos de los responsables de los atentados se inmolaron semanas después en un piso de la periferia de Madrid cuando estaban rodeados por la Policía.

Otros fueron detenidos y acabarían condenados a largas penas de cárcel.

Menos de tres años después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 que derribaron las Torres Gemelas de Nueva York, el integrismo islámico más violento demostraba su capacidad de sembrar el terror en los países occidentales.

El 11-M, como pasó a la posteridad, fue el atentado más sangriento en territorio europeo en lo que va de siglo, un recuerdo doloroso del que ahora se cumplen 20 años.

Carola García Calvo, directora del Programa sobre Radicalización Violenta y Terrorismo Global del Real Instituto Elcano de España, conversó con BBC Mundo sobre las circunstancias que hicieron posible aquella matanza, qué se aprendió de ella y cuál es la situación actual de la amenaza yihadista.

Visto con la perspectiva de los 20 años que han pasado, ¿qué impacto tuvieron los ataques del 11 de marzo de 2004 en Madrid?

Hablamos de los atentados más importantes perpetrados en suelo europeo, con más muertos incluso que los ataques contra la sala Bataclan y otros lugares de ocio de París del año 2015.

Desde una perspectiva española, los ataques pusieron sobre la mesa la realidad de una amenaza terrorista que hasta ese momento había pasado desapercibida para la opinión pública.

En años anteriores ya se habían desarticulado algunas células yihadistas, como la vinculada al Grupo Islámico Armado desmantelada en la Comunidad Valenciana en 1997,o el grupo que cayó en la llamada Operación Dátil de 2001, por lo que ya teníamos indicios de la presencia de yihadistas en España, pero sin duda fue el 11-M el que puso de manera muy abrupta esta realidad sobre la mesa.

En España, en aquellos años sufríamos el terrorismo de ETA (Grupo armado nacionalista que buscaba la independencia del País Vasco por medios violentos). ETA llevaba ya décadas operando en nuestro país y todo el sistema antiterrorista se había desarrollado para darle respuesta a ese tipo de terrorismo, que no tenía nada que ver con la naturaleza de la amenaza yihadista.

Por su magnitud y brutalidad, los atentados del 11-M obligaron a reorientar toda esa maquinaria para hacer frente a una nueva amenaza que ahora se había revelado para toda la sociedad española. Desde entonces el terrorismo yihadista ha sido la principal amenaza para nuestro país.

Dos bomberos en una grúa trabajan en los restos del piso que los yihadistas hicieron explotar
Carlos Álvarez / Getty
Varios de los yihadistas se volaron por los aires tras ser rodeados por la Policía en un edificio de la periferia de Madrid.

En marzo de 2004 habían pasado menos de tres años desde los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. ¿Cuál era el contexto mundial entonces?

Después del 11-S, Estados Unidos lanza como respuesta lo que se conoce como la guerra contra el terror, una acción muy ambiciosa a nivel global que pretendía dar con Osama Bin Laden, el autor intelectual de los ataques.

El segundo gran objetivo de la guerra contra el terror era que Estados Unidos no volviese a sufrir en su propio territorio un atentado de las proporciones del 11-S. En ese sentido, podemos decir que tuvo éxito, ya que Estados Unidos dio finalmente con Bin Laden en 2011 y lo abatió en Pakistán, y no ha habido en territorio estadounidense otro atentado de esa magnitud.

Pero también hay que decir que el yihadismo está ahora mucho más extendido, cuenta con más seguidores y casi ningún de ningún rincón del planeta escapa a sus tentáculos. Probablemente América Latina sea una de las regiones menos afectadas, ya que no ha sido un escenario prioritario, pero incluso allí se han encontrado individuos que decidieron marcharse a Siria a combatir.

Con la guerra contra el terror, al Qaeda tiene que reorientar y su estrategia y reconfigurarse para evitar ser aniquilada, y haciendo gala de la capacidad del movimiento yihadista global para mutar y adaptarse a los diferentes contextos, inicia un proceso de descentralización.

A partir de ese momento, ya no podemos hablar de una única al Qaeda, cohesionada en torno a una estructura central, sino que se establece una red muy difusa de actores que se caracterizan por actuar como franquicias locales en diferentes lugares del mundo, y aparecen lobos solitarios que no tienen contacto con el grupo y sus líderes, sino que se radicalizan a través de la propaganda.

En el momento que se producen los atentados de Madrid, al Qaeda ha perdido su santuario en Afganistán (por la intervención militar estadounidense que derrocó al régimen de los talibán) y ha perdido la capacidad de actuar como lo hizo en el 11-S, por lo que cede protagonismo a estos otros actores que tienen capacidad de atentar y reivindicar sus acciones en nombre de al Qaeda.

De esta manera, al Qaeda podía reivindicarse y decir que, a pesar de la enorme ofensiva lanzada por Estados Unidos y sus aliados, seguía viva y golpeando en Occidente.

¿Y por qué se eligió atentar en España? ¿Qué papel jugaba en todo esto?

Sobre esto hay muchas teorías. En realidad, según han mostrado investigaciones académicas, los planes de atentar en España surgen del marroquí Amer Azizi, un individuo que quiere vengarse la intensa actividad contraterrorista que se había desarrollado en España y el desmantelamiento de la que había sido su célula.

Al Qaeda estaba en ese proceso de descentralización y asume el plan de Azizi y fue él quién transmitió sus instrucciones al grupo que llevó a cabo los atentados de Madrid.

El presidente Bush ante la corona de flores que depositó en la embajada de España en Washington por las víctimas del 11-M
Joyce Naltchayan / Getty
El presidente estadounidense George W. Bush había lanzado su guerra contra el terror para responder a los ataques de al Qaeda del 11-S

¿No influyó el hecho de que el gobierno español de entonces decidiera sumarse a la invasión de Irak liderada por Estados Unidos en 2003?

Desde luego es un elemento que favorece que se señale a España como objetivo. Al Qaeda siempre había apuntado a los aliados de Estados Unidos, como Israel, y el hecho de que España enviara tropas a Irak hizo que Bin Laden la señalara específicamente como objetivo y esto favoreció el plan, pero en realidad los planes venían de antes y surgen de la iniciativa de un individuo por motivos más concretos.

¿Qué pasó con Azizi?

Informes de inteligencia señalan que murió en el ataque de un dron de Estados Unidos.

Osama Bin Laden, en primer plano.
Getty Images
Osama Bin Laden había señalado a España como objetivo por la decisión de su gobierno de enviar tropas a Irak.

¿Cómo valoró al Qaeda el 11-M?

Los atentados fueron vistos como un gran éxito por su impacto y por cómo sembraron el terror en todo el mundo, y como tal fue reivindicado en diversos comunicados.

Pocos días después se celebraron en España unas elecciones en las que el Partido Popular, que llevaba ventaja en las encuestas, perdió el poder. ¿Cuál fue el impacto de los atentados en la escena política española?

Las elecciones fueron convocadas mucho más tarde de que los yihadistas fijaran en una reunión en Estambul la fecha para atentar en Madrid. No hay una relación directa entre la fecha de los atentados y la de las elecciones.

La sociedad española reaccionó de una manera muy unida y muy solidaria ante la tragedia. Pero lo cierto es que luego la gestión del gobierno de una posible autoría de ETA y todos los acontecimientos en aquellos días previos a la cita electoral generaron una situación en la que finalmente se fracturó entre quienes veían la teoría de al Qaeda como la más plausible y los que, siguiendo la línea argumentativa del gobierno, todavía mantenían la posible autoría de ETA.

Esto dejó una huella profunda en la sociedad española. Es una herida que no se ha terminado de cerrar del todo y todavía hay suspicacias en torno a cómo se gestionó aquello y hasta dónde se pudo investigar.

En cualquier caso, hay una sentencia judicial de miles de páginas de hechos probados y una condena, y ahí podemos ver la relación clara con el yihadismo y la ausencia de ETA en todo el proceso.

¿Se sacaron algunas lecciones del 11-M para la lucha antiterrorista internacional?

Claro. Una de las herramientas fundamentales que tenemos ahora es la cooperación internacional para hacer frente a un fenómeno que trasciende todo tipo de fronteras. El 11 de marzo dejó claro que había espacio para mejorar la cooperación no solo con nuestros socios europeos sino con países fuera de Europa.

Dado que la inmensa mayoría de los implicados en el 11-M tenían nacionalidades de países del norte de África, sobre todo de Marruecos, se puso el foco en reforzar la cooperación antiterrorista con los países del Magreb, como hemos visto en la cantidad de operaciones conjuntas con Marruecos que se han llevado a cabo en los últimos años. Efectivamente esa cooperación se estrechó mucho a raíz del 11-M.

Ha habido autores que ven el 11-M como un punto de inflexión a partir del cual se inicia una decadencia de al Qaeda.

No hablaría de decadencia cuando 20 años más tarde al Qaeda no ha desaparecido, aunque ahora sea menos fuerte en algunos lugares del mundo.

¿Pero no es cierto que en los últimos años ha sido desplazada por Estado Islámico como el referente principal del yihadismo mundial?

Si lo acotamos a Europa Occidental, es cierto que después del 11-M y de otros atentados, como los de Londres o París, la lucha antiterrorista se intensificó muchísimo y las capacidades de al Qaeda quedaron muy debilitadas.

Si a eso sumamos la emergencia de Estado Islámico como matriz en competición con al Qaeda por el liderazgo del movimiento yihadista global a partir de 2012, se percibe la desaparición de al Qaeda como organización de referencia para los yihadistas europeos.

Gracias a su propaganda y a sus éxitos iniciales en Siria, Estado Islámico se erige como la organización favorita para los yihadistas europeos y se produce un trasvase de lealtades hacia esta organización.

Estado Islámico tiene a partir del 2014 más capacidad de reclutar individuos para sus filas, pero sabemos que las lealtades de los yihadistas oscilan de un lado a otro; no son estáticas.

Un acontecimiento relevante o un cambio en su retórica estratégica puede convertirla de nuevo en el referente.

Piense en lo que está pasando en la guerra de Gaza y en cómo tanto al Qaeda como Estado Islámico tratan de instrumentalizar este conflicto para movilizar y ensanchar su base de simpatizantes.

Eso puede ser una oportunidad para al Qaeda en ese sentido, pero hoy por hoy los datos indican que Estado Islámico es la organización hegemónica, debido principalmente a su percepción como una organización más moderna y dinámica, que transmite a través de una propaganda adaptada a la audiencia occidental.

Un hombre en un auto muestra una bandera de Estado Islámico.
George Ourfalian / Getty
Estado Islámico desplazó a al Qaeda como la organización de referencia para los yihadistas europeos.

¿Sería posible en 2024 una matanza como la que sufrió Madrid el 11-M?

Nunca podemos descartar una acción de estas características, porque los grupos terroristas siempre quieren sorprender e impactar, y no han renunciado a la ambición de hacer un gran atentado en Occidente.

Pero es cierto que a día de hoy la naturaleza de la amenaza no es tanto la de un atentado tan sofisticado y con tantos individuos y capacidades implicadas, sino la de actores solitarios o pequeños grupos que no tienen relación directa con las organizaciones de referencia y actúan solo inspirados por su ideología. Cometen atentados más rudimentarios y con menor impacto en términos de mortalidad.

Las estructuras y las capacidades de los grupos yihadistas en Europa occidental están muy mermadas por años de intensa lucha contraterrorista y además han perdido mucho músculo porque muchos individuos implicados se fueron a combatir al territorio del autodenominado califato de Siria y no regresaron, y otros muchos han sido detenidos o murieron como consecuencia de sus actividades.

Un hombre arrodillado frente a flores y velas depositados en recuerdo de las víctimas de los ataques del 11-M
Ian Waldie / Getty
Tras los ataques, abundaron las muestras de dolor y solidaridad.

¿Hay algún elemento en la actualidad que pudiera hacer que esta amenaza se reactivara de nuevo?

El movimiento yihadista global es muy sensible a todos los cambios que ocurren en el contexto geopolítico internacional, como demostró el conflicto en Siria.

En Europa estábamos en un periodo valle de movilización yihadista y también de atentados a raíz del colapso del califato de Estado Islámico en Siria. Me preocupa la guerra en la Franja de Gaza porque el conflicto palestino es especialemente sensible para el yihadismo mundial.

La recuperación de Palestina y la eliminación del Estado de Israel figura entre los objetivos declarados de estos grupos, por lo que el conflicto en Gaza tiene más potencial para ser instrumentalizado en la propaganda con la que busca movilizar a sus simpatizantes.

La diferencia aquí es que penetrar en el territorio de la Franja, con fronteras cerradas o controladas por Israel y sus servicios de inteligencia impide un escenario de movilización a gran escala como el que se dio en Siria. Lo que me preocupa es que Europa pueda volver a convertirse en el escenario de atentados más o menos sofisticados en función de cómo evolucione el conflicto.

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