23 de mayo de 2013, 3:40 AM

Dar demasiado, esforzarse demasiado en algo, aunque parezca positivo, puede no ser algo bueno. La definición por sí misma lo dice… demasiado, es algo que supera en cantidad o intensidad lo conveniente o lo necesario.

Muchas veces se dejan de lado otras cosas igualmente valiosas y se puede incurrir en una falla, aun queriendo buenos resultados, el balance siempre es importante.

Cualquier persona pueden dedicarse en demasía a un tema, a un proyecto, a una persona o a una cosa, algunos expertos aseguran que hay personalidades con más tendencia a ello.

Dar es positivo, pero cuando este tema, o esa persona están por encima de los propios deseos, se imposibilita decir que no, y los problemas ajenos se convierten en los propios, quizás sea momento de hace una pausa.

Según la psicóloga Edda Quirós, psicóloga especialista en temas de género, comenta que muchas personas se entregan demasiado esperando una recompensa.

“El problema se identifica cuando se deja de oír su propia necesidad. En la masculinidad en muchas ocasiones se da demasiado pero en lo material, y pocas veces en lo afectivo”, indica Quirós.

Un ejemplo muy común se da con las ama de casa. Desde pequeñas a las mujeres se les enseña a que tienen que hacer de todo y deben atender todas las necesidades de la casa, trabajo que debería de ser compartido con los demás sujetos de la familia.

“Esta situación no solo se da en las relaciones de pareja, por lo general lo sufren los hermanos y hermanas mayores y personas en el trabajo”, añade la psicóloga.

Esa recarga puede generar fatiga y cansancio, algo que probablemente la salud y el cuerpo cobrará con los años. Además, no permitimos que otros hagan lo que les corresponde.