¿Por qué los diputados del PPSD que cuestionan a su partido no se declaran independientes?
Pese a las ácidas críticas contra la agrupación que los llevó al Congreso, los nueve legisladores insisten en que se mantendrán en la fracción hasta el término de su mandato.
El sábado anterior, en medio del sorpresivo anuncio de que nueve diputados del Partido Progreso Social Democrático apoyarán a Aquí Costa Rica Manda en las elecciones municipales de 2024, Pilar Cisneros justificó a la prensa que el PPSD “ya no los representa”; y que, por lo tanto, no tendrá su apoyo en los venideros comicios.
Al mismo tiempo, la también oficialista Paola Nájera anunciaba que, aunque el divorcio con el PPSD es total, ninguno de los nueve legisladores abandonará sus filas, una contradicción que se ha repetido toda esta semana en los nuevos disidentes de la fracción del partido de Gobierno.
Nájera fue más allá este martes en el Plenario Legislativo, acusando al PPSD de ser “una copia al carbón” de otros partidos tradicionales que han sido “maestros de la corrupción”.
“Guardar silencio cuando los dirigentes del partido hacen cosas indebidas es complicidad”, dijo para volver a justificar una decisión que calificó de valiente.
¿Pero por qué diputados que ahora apuntan con dedo acusador a su fracción no se declaran independientes?
“El reglamento de la Asamblea Legislativa fue diseñado a partir de un modelo de partidos mucho más sólido, que produce bancadas que teóricamente van a estar permanentemente como tales para todo el periodo constitucional en que fueron integradas.
“Entonces, por ejemplo, el reglamento dice que las reuniones de jefaturas de fracción están integradas, con voz y voto, por los coordinadores de bancadas formalmente integradas (…) Entonces los independientes, aunque han logrado que se les integre en esas discusiones, formalmente no tienen derecho a voto y eso es apenas un ejemplo de muchos”, advirtió el analista político Sergio Araya.
Dentro de esos otros ejemplos, está también la eventual pérdida de asesores, los tiempos en uso de la palabra distribuidos por fracción, la vocería de la bancada y otros privilegios que, por reglamento, solo tienen las agrupaciones formales.
Pero posiblemente el más sensible es esa falta de representación en las reuniones de jefes de fracción, que es donde se discute la agenda del Congreso y otros temas del régimen interno.
El otro tema delicado es que, contrario a otros periodos legislativos, esta vez la amenaza de tránsfuga ocurre en la bancada de Gobierno, que en caso de perder a nueve de sus integrantes pasaría a ser una unipersonal, pues solo Luz Mary Alpízar seguiría dentro del PPSD.
El problema es que la cercanía del Ejecutivo no descansa en Alpízar sino en figuras como Cisneros, Ada Acuña o Manuel Morales.
“Aquí estaríamos en un debate entre lo real y lo formal, lo que dice la norma y lo que es la práctica política, que es muchísimo más intensa. Ahora tendríamos que definir qué entendemos como bancada oficialista.
“Es entonces totalmente plausible que un bloque, bancada o colectivo, como se quiera llamar, tenga un peso importante porque va a venir del Ejecutivo, ahí hay un poder de negociación y a la hora de la verdad poco va a importar si esos actores ostentan una nomenclatura formal o no”, añadió Araya.
¿Soluciones?
Hace poco más de un año, la actual Asamblea Legislativa envió al archivo un proyecto de ley que intentó reformar la Constitución Política para permitir que un diputado que se declarara independiente perdiera su curul y esta quedara en manos del partido que lo llevó al poder.
Esa iniciativa la presentó el exdiputado de Restauración Nacional, Eduardo Cruickshank, apenas días después de que siete de sus compañeros de bancada se declararan independientes para formar lo que hoy es Nueva República.
En aquella oportunidad, Cruickshank defendió que el electorado no vota por un diputado sino por un partido y una ideología, por lo que declararse independiente atentaba, a su parecer, con la voluntad del pueblo.
Tras un arduo debate, el Tribunal Supremo de Elecciones aseguró que, desde su visión, sería inconstitucional quitarle la curul a un diputado por una decisión propia de un régimen democrático y que, además, cuando este es electo pasa a ser representante del país y no solo de una agrupación.
Con ese veredicto, la comisión recomendó el archivo y sepultó la propuesta.
“Yo ideológicamente defiendo esa posición, pero no puedo sustraerme de la recomendación del Tribunal. Aunque personalmente creo que cuando un diputado es electo por un partido político es porque profesa los principios de ese partido, y al separarse del mismo pareciera que no mantiene coherencia con sus electores que lo eligieron, no puedo apartarme de la posición del TSE”, reconoció Cruickshank.
Esta semana, la oposición hizo eco de esa y otras posibles soluciones para poner fin al llamado “transfuguismo político”, un fenómeno que ha acompañado a prácticamente todas las Asambleas Legislativas de este siglo.
Si bien los nueve diputados disidentes del PPSD siguen en sus filas, la agrupación ya consultó el TSE si sus declaraciones y apoyo a un nuevo partido son suficientes para calificarnos como militantes de esa nueva fuerza, y con esto, expulsarlos de la agrupación por esa doble militancia.