Por José Fernando Araya |22 de julio de 2023, 11:43 AM

Space Jam (1996) fue, sin duda, una película que marcó a toda una generación. La mezcla, por aquel entonces, era infalible: el mejor deportista sobre la Tierra, Michael Jordan, junto a la reconocida figura de dibujos animados, Bugs Bunny, que buscaba urgentemente aires de renovación.

Sin embargo, la historia de esta cinta está marcada de una etapa vital para la carrera del astro de los Chicago Bulls, pues, sin quererlo, catapultó a Jordan a tener la mejor temporada de su carrera.

Además, sirvió para que la Warner Brothers registrara 230,4 millones de dólares en recaudación, convirtiéndose en la película de baloncesto más popular en la historia.

Pero, ¿cómo llegó a influir una película de animación, destinada al público infantil, con la carrera de la máxima leyenda del baloncesto?

Era 1995, los Chicago Bulls, con un reincorporado Michael Jordan tras su poco exitoso paso por el beisbol, caían ante Los Magic de Shaquille O´Neal, Nick Anderson y Horace Grant. Por primera vez, había críticas para Jordan y su nivel.

Harto de eso o, tal vez, queriendo pasar la página lo más rápido posible, su agente, David Falk, buscaba formas para impulsar la ya exitosa carrera del basquetbolista en el excéntrico mundo de Hollywood.

Sin embargo, reconocía que los tributos de Jordan eran sobrenaturales en una cancha de baloncesto, pero no en la actuación.

“No sabes actuar. Solo puedes hacer un papel”, le explicó a Jordan.​ “¿El primer James Bond negro?”, bromeaba el jugador.​ “No: solo de Michael Jordan”, menciona la revista 'CQ' en una de sus notas.

Falk, viendo el boom que había provocado un comercial del Super Bowl de 1992, en el que Jordan y Bugs Bunny compartían la pantalla juntos, mandó un dardo a la Warner: “Una película de Michael Jordan y Bugs Bunny, el guion lo vemos luego”.


No obstante, en los estudios no estuvieron de acuerdo y, por primera vez, le decían que no a Michael Jordan en los 90. Inmediatamente, Falk pidió a su amigo de merchandising de Warner que le ayudara y la idea estaba lista, eso sí, sin guion ni historia alguna.

La Warner apostó por Ivan Reitman (Los Cazafantasmas, 1984) para que le diera algo y este tuvo la ocurrencia que cambiaría las cosas: unos extraterrestres le robarían el talento a los mejores jugadores de la NBA y los Looney Tunes tendrían que acudir a Jordan como su salvador.

A esto le añadió a su amigo Bill Murray como secundario y todo estaba listo para echar a rodar la cinta.

El “Domo Jordan”

Pero el cuestionado Jordan de ese momento estaba enfocado 100% en la temporada. La derrota ante los Magic le había golpeado el ego y quería dar lo mejor de sí, cuando se dio cuenta de que debería trabajar seis semanas de 7 a 7 en el plato de cine.

Solo había estado en sesiones de una semana, por lo que la estrella se aburría y odiaba la grabación.

“Creo que él odió aquella experiencia, cada aspecto de la misma”, indicó el director de la película Joe Pytka, según revela el diario 'El Clarín'.

Uno de los aspectos que pidió Jordan para filmar la película fue que pudiera entrenar, por lo que había que construirle un gimnasio para mantenerse en forma. Así nació el “Domo Jordan”, como se le conoció por aquel entonces en los estudios.

Era un gimnasio y una cancha en la que trabajaba técnica, pero sobre todo donde se enfrentaba constantemente a sus compañeros de filmación, las figuras de NBA y quienes eran los que perdían los poderes a manos de los Monstars: Charles Barkley, Patrick Ewing, Muggsy Bogues, Larry Johnson y Shawn Bradley.

Filmaban a partir de las 7 a. m., posteriormente, Michael se marchaba al gimnasio con pesas para luego seguir grabando, finalizado eso tenía sus ancestrales duelos en la exclusiva cancha por la que ya comenzaron a rodar todas las estrellas de la liga profesional de baloncesto.

"Se convirtió en una moda. Todos tenían que ir al estudio a jugar con él", señaló BJ Armstrong, su compañero en los Bulls, en el documental 'The Last Dance'.

Filmaba todo el día y luego daba espectáculo por tres horas en la cancha.

Pero el mayor secreto estaba por venir. Jordan, quien recordemos venía del beisbol, aprovechó para enfrentarse a los mejores y a los que serían sus rivales en la próxima temporada. Estudió cada uno de sus movimientos, los leyó y se aprendió todo tipo de mañas.


Sin embargo, por todos los estudios Warner corrió el rumor de que Jordan entrenaba en su exclusiva cancha, por lo que provocó un desfile de figuras que le pedían fotografías o hasta llegar a jugar con él, por lo que el basquetbolista terminó hartándose.

El propio Michael reconocería en su documental 'The Last Dance' que aquellas prácticas en el “Domo” le ayudaron a pulir su habilidad que parecía dormida tras el paso por el beisbol.

“Jugaba contra talentos jóvenes, llenos de energía y tenía que sacar mi talento a flote nuevamente”, explicó en el documental disponible en Netflix.

“Eran partidos increíbles, de los mejores que podíamos jugar. No había árbitros, así que pitábamos nosotros y era todo bastante duro, primitivo. No sé cómo Michael tenía tanta energía, se pasaba el día rodando y luego jugaba tres horas. A veces acababa y se ponía a hacer pesas sabiendo que tenía que estar otra vez en pie a las seis de la mañana. No sé, era como si fuera un vampiro, en serio”, explicaba Reggie Miller, exfigura de la NBA que estuvo en los partidos.

El entrenamiento en Space Jam valió la pena. Jordan estaba en una forma increíble y los Bulls terminaron la temporada regular 1995-1996 con un récord de 72-10.

En las finales, derrotaron a los Seattle Supersonics en seis juegos para capturar su cuarto campeonato. Michael fue el MVP de la NBA en la temporada regular, el MVP del Juego de las Estrellas y el MVP de las finales.

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