21 de diciembre de 2021, 10:20 AM

Algunos tramos de la carretera que hoy tomamos para llegar a Pandora, en el Valle La Estrella, un día se convirtieron en verdaderos ríos. Es la Ruta Nacional 36 que une al cantón de Limón con Talamanca. Por ella transitan los miles de turistas nacionales y extranjeros que visitan las playas del sur de la provincia, también pasan diariamente decenas de cabezales con mercancías desde Panamá a nuestro país y viceversa.

A unos 30 kilómetros de iniciado el trayecto, nos topamos con el puente sobre el río La Estrella, en la comunidad de Penshurt. Pasar al otro lado de esta vieja y herrumbrada estructura se convirtió en una aventura y en una odisea. Un puente modular colocado de emergencia limita el fluido tránsito. Hay que tener suerte para que no haya muchos carros, y sino paciencia.

Los intensos aguaceros de julio pasado, hicieron que el río -que hoy luce inofensivo-, creciera, se llenara de furia, socavara y terminara por hundir la entrada a este puente construido en 1978 y que ya de por sí estaba deteriorado. Desde entonces el puente modular es como una curita para tal herida.

Tan solo 400 metros más adelante nos volvemos a quedar en espera. Ahí el carril del sentido Talamanca - Limón, colapsó casi por completo. El autor intelectual es el mismo en ambos casos.
 

El temporal de julio pasado dejó daños en la ruta 36 (Cortesía).

Es 23 de julio de 2021 y el reloj marca las 3:45 de la tarde. Desde anoche no ha parado de llover. En las últimas horas, las precipitaciones se intensificaron y en la tele dijeron que declararon alerta roja en Limón y que la lluvia iba a seguir de forma copiosa.

Ya son las 4:30 p.m. En un abrir y cerrar de ojos, el agua del vecino río La Estrella ya llega a la cintura. Hay que salir como sea y con lo que sea.

—Recordar eso me deprime, muchacho— es lo primero que me dice don Fermín Ortega cuando le pedí que me contara lo que vivió con su familia aquella tarde.

Tres minutos antes, doña María Marín, su esposa, amarró al perro y me dejó pasar como Pedro por su casa. La humilde morada aún tiene las cicatrices que le provocó el temporal.

Esta tarde de sábado 13 de noviembre, el bochorno en Pandora es insoportable y el sol parece no querer esconderse. Nada parecido a aquel trágico julio.

Don Fermín -con la lentitud que le produce sus 72 años-, toma asiento en una vieja mecedora en medio del corredor. Respira profundo y me complace.
  
—A uno lo sorprende porque no espera que esa agua vaya a trepar mucho (...) Salimos huyendo por la línea (del tren) a parar a la escuela, que ahí fue que nos dieron cabida.

—¿Pudieron sacar algunas cosas?

—No, no. Todo eso ahí quedó. Lo que llevamos era lo que llevábamos puesto.

Don Fermín y doña María fueron parte de los damnificados tras el evento extremo de julio anterior.

Entre 1970 y el 2018, esta comunidad ha enfrentado un aproximado de 15 inundaciones por temporales en esa región del país; sin embargo, en julio de este año, algo cambió.

"El fenómeno que afectó durante ese mes nosotros lo catalogamos como un evento extraordinario que no tiene parecido en los registros históricos", explicó Luis Alvarado, coordinador de la Unidad de Climatología del Instituto Meteorológico Nacional (IMN),

Los expertos lo denominan un evento extraordinario o extremo, por la dinámica de cómo ocurre. En muy pocas horas caen montos de precipitaciones que antes lo hacían en periodos más extensos.

Según datos del Meteorológico, en 36 horas el Caribe recibió la cantidad de lluvia que normalmente cae durante todo un mes, haciendo que el impacto sea mayor.

—A nosotros nunca nos había pasado esto— me dice Nayubel Hernández mientras recorremos el patio de su casa en Pandora. Ella tiene una década de vivir ahí y no fue, sino hasta julio, cuando la magnitud de las lluvias hicieron que el río llegara hasta su vivienda, subiera hasta 2 metros y le provocara cuantiosos daños.

—Fue muy rápido. En muy poco tiempo. Yo nunca me había quedado atrapada en mi trabajo. Pude regresar tres días después.

Entre el 23 y el 25 de julio, más de 3 mil vecinos de la Zona Norte y el Caribe requirieron resguardarse en un albergue tras verse afectados por las fuertes lluvias. Para ello, la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) habilitó 53 lugares donde atender a los damnificados.

Eventos comunes

En la última década, la región Caribe ha registrado 3 eventos extremos de magnitudes similares. En la actualidad estos fenómenos ocurren esporádicamente; no obstante, de la mano de la crisis climática ese comportamiento está cambiando.

"Ese tipo de eventos extremos van a ser algo muy usual en las próximas décadas, serán eventos muy comunes", mencionó Alvarado, del IMN.

Para el experto, en los años siguientes, los eventos como el de julio anterior, podrían presentarse hasta varias veces por año.

Aunado a esto, las proyecciones de cambio climático regionalizadas del IMN advierten que, para la segunda mitad del siglo, el Caribe tendrá un considerable aumento en la lluvia media anual.

Con un escenario de altas emisiones de gases de efecto invernadero, algunos sectores de esta región del país superarían, incluso, los 6 mil milímetros por año.

Fuente: IMN.

En la actualidad, la variabilidad climática continúa marcando la pauta del clima en nuestro país. Tal es el caso de los fenómenos de El Niño y La Niña, que tienen relación con la variabilidad y no con el cambio climático. Y que año tras año tienen un efecto sobre Costa Rica.

Sin embargo, algunas modificaciones en las condiciones predominantes, por ejemplo, con el caso de los temporales, muestran que la crisis climática empieza a tomar protagonismo.

"Esto tiene que ver con el cambio climático, no podemos mirar para otro lado", dijo el presidente Alvarado en la conferencia donde declaró estado de emergencia por las lluvias del mes de julio.

Las fuertes lluvias de julio provocaron un terraplén que destruyó parte de la escuela La Colonia, en el Valle La Estrella (Cortesía).

Es 26 de julio y las aguas empiezan a regresar a su cauce normal. Con ello, la tragedia queda aún más en evidencia. La casa está llena de barro y por dentro parece que un temblor hubiera sacudido la vieja y débil estructura. El río arrasó con todo, quebró los vidrios, dañó la ropa, destruyó electrodomésticos y hasta los cuadernos de los niños.

Los daños y la forma en la que ocurrió hacen que los damnificados noten la diferencia entre un temporal tradicional con este tipo de eventos extraordinarios.

—Traía una fuerza tremenda (...) el agua entraba y sacudía— me cuenta doña María en aquel corredor que una vez fue una montaña de barro.

La magnitud de este fenómeno provocó daños en 100 centros educativos, entre ellos la escuela La Colonia a la que un terraplén destruyó una gran parte de su infraestructura. También en rutas como las 36, y en puentes como el de la comunidad de Penshurt y el ferroviario Atalanta que fue derribado por la fuerza del río.

Pandora fue uno de las comunidades de Limón más afectadas por el temporal.

​Las proyecciones que trae consigo la crisis climática, deja en mayor vulnerabilidad a las comunidades del Caribe que de por sí ya sufren los estrago por las lluvias cada año.

Tal es el caso del Valle La Estrella, uno los distritos que agrupa la mayor cantidad de personas en pobreza extrema de todo el país. Cada temporal se traduce en más pobreza. Levantarse en esas condiciones luego de un evento extremo donde hubo pérdidas cuantiosas, parece una utopía.

—Mientras tengamos fuerzas seguimos adelante— me dijo doña María, al tiempo que sus ojos reflejaron la tristeza de imaginar una nueva emergencia por lluvias.

Para atender a estas familias vulnerables en la comunidad de Pandora en el Valle La Estrella, la Municipalidad de Limón trabaja en un proyecto que buscará en primera instancia mapear a los más afectados y después analizar opciones de reubicación.

—Mientras tanto, ¿qué piensan hacer ante la afectación por otros temporales?

—Diay, hay que hacerse el maje, porque hay que quedarse, para dónde cogemos (...) Hay que seguir sufriendo- responde don Fermín con evidente frustración.

Enfrentar los escenarios devastadores es la única opción que tienen en la actualidad.

—¿No pueden irse para otro lado?

—No, no tenemos dónde.

Escrito por: Jason Ureña. / Mentores: Luis Ortiz, Alejandra Vargas. / Fotografía: Christian Barquero.

Agradecimiento: Limón TV, Videa Audiovisuales, Televisora de Costa Rica.