Por Juan José Herrera |14 de agosto de 2023, 14:05 PM

Para finales de 1960, casi el 20% de la población costarricense eran niños menores de cuatro años; por mucho, el porcentaje más importante de toda la pirámide poblacional.

La radiografía era casi idéntica en la mayoría de países del mundo: una amplia y joven base sobre la que se apoyaba una estructura que se reducía irremediablemente hasta evidenciar la poquísima población que superaba los 80 años.

Hoy, más de medio siglo después, el grueso del país está compuesto por personas de entre 25 y 34 años, y nunca como ahora, Costa Rica había tenido un porcentaje tan bajo de ciudadanos menores de 15 años.

Con 1.051.179, ese grupo representa el 20,8% de toda la población, según los datos del Censo Nacional presentado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) apenas hace unas semanas.

Un poco más adelante en ese mismo escalafón, la población en edad productiva (15-64) acapara el 69,1% del pastel: 3.482.581 personas que se empujan todos los días hacia lo más alto de una pirámide ya sin forma.

Los resultados son el síntoma inequívoco de que el país ya está entrando en su “invierno demográfico”, un término acuñado alrededor de la década de los 70 para explicar el escenario, entonces casi fatalista, de una tasa de nacimientos que no lograba empatar la de muertes al final de la transición demográfica, provocando una disminución extrema de la población mundial.

Ese invierno o “suicidio demográfico” ha tomado especial relevancia en los últimos años, con la caída brusca de los nacimientos en la gran mayoría del planeta, empujado muchas veces por el cambio de paradigma en mujeres y parejas que ya no ven en la paternidad aquel peldaño de realización y plenitud que profesaba la escalera social de antaño.

En Costa Rica, ese fenómeno no solo no es ajeno, sino que es casi ejemplar.

Retador liderazgo

Solo entre 2021 y 2022, el país alcanzó una tasa de nacimientos de 1,3 por cada mujer, o 1,1 si se excluye de ese cálculo a la población migrante.

El dato fue subrayado por el Centro Centroamericano de Población de la Universidad de Costa Rica para destacar la “ultrabaja natalidad” que enfrenta el país y que le pone por delante una serie de retos para los que, hoy, no está preparado.

El estudio, publicado semanas atrás, señala que Costa Rica no sobrepasará los 5.6 millones de habitantes y que, en dos o tres décadas, la población, por el contrario, empezará a reducirse. Eso significará una caída abrupta de las personas en edad productiva, pero aún más serio, una disminución insostenible para los regímenes de pensiones del país.

“Si uno lo pudiera poner de manera sencilla, el impacto de esto se mide por la relación entre trabajadores activos que sostienen el número de pensionados.

“Cuando Costa Rica diseñó su sistema de pensiones en el siglo pasado había, aproximadamente, 30 trabajadores activos por cada pensionado; actualmente son entre seis y siete trabajadores por pensionado y, más o menos al año 2050, se estima que esta relación será 3 a 1”, explicó la superintendente de pensiones, Rocío Aguilar.

El problema es que, a la par de esa “ultrabaja natalidad”, los sistemas de salud de Costa Rica han llevado la expectativa de vida a niveles históricamente altos, poniendo a los regímenes de pensiones en un escenario de insostenibilidad en un futuro muy cercano.

Para Aguilar, estos retos hace tiempo dejaron de ser futuros, pero el país avanza demasiado lento hacia sus posibles soluciones.

El primer error, asegura, es seguir apostando a que los salarios de los trabajadores sean la única fuente de ingreso de los sistemas de pensiones, sumado a la creciente informalidad de trabajadores que no están aportando a la seguridad social ni a los regímenes de pensiones.

“Esto nos pone frente a otro reto mayor, porque vamos a tener una población importante envejecida que carece de un mínimo de pensión o de un ingreso vital para sobrevivir.

“De ahí es donde es importante continuar haciendo ajustes en nuestro régimen básico, que es fundamentalmente el de IVM (…) Por otro lado, el país debe resolver el problema de que no podemos sostener un sistema de pensiones únicamente a partir de las contribuciones de la planilla, por eso es que ya existe un proyecto de ley que habla de una pensión básica universal para garantizarle a la población costarricense un ingreso mínimo vital”, finalizó.

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