Por Natalia Jiménez Segura |10 de julio de 2023, 11:27 AM

"A nivel humano es muy gratificante porque uno logra tener la oportunidad de incidir en un proceso que puede ser sumamente complicado para el ser humano que está pasando por enfermedad crítica y su familia. Es una oportunidad de, realmente, poder hacer cosas valiosas y que, en ocasiones, terminan con que una persona se va muy bien de acá; pero también tomar las acciones para que un proceso doloroso, sea lo menos doloroso posible". Así describe Pablo Andrés Álvarez, un médico intensivista de 39 años, su trabajo en una Unidad de Cuidado Intensivo.

Este es uno de los servicios más importantes de un hospital, ya que puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte de una persona.

En los últimos años, Álvarez ha aportado con su labor a este departamento del Hospital México. Sin embargo, cuenta que las experiencias y los aprendizajes son mutuos: tanto de médicos hacia pacientes como de estos y sus familias para los doctores.

En una entrevista con Teletica.com, el especialista describió su trabajo como una "experiencia con múltiples aristas". Asegura que la parte laboral es demandante, ya que no hay muchos intensivistas en el país. De hecho, son seis médicos para casi 40 pacientes del servicio.

"Lo hacemos con muchísima dedicación, muchísimo gusto y muchísimo empeño. Las personas que vengan acá o las que tengan algún familiar acá pueden estar seguros de que se les está ofreciendo lo mejor que se le podría ofrecer a un ser humano en una situación como esta", indicó.

Experiencias que marcan

El médico tiene más de 5 años de graduado más el tiempo que estuvo como residente. Y, en ese periodo, hay algo en particular que realmente lo ha marcado.

"Todos los días las personas, pacientes y sus familias, nos sorprenden. Hemos tenido pacientes que sabemos que tienen muy baja probabilidad de sobrevida o que tienen enfermedades muy, muy serias y las enfrentan de forma valiente.

Pero de las cosas que a mí más me tocan el corazón es cuando, por algún desenlace particular, tenemos algún paciente con muerte neurológica que se convierte en donador o donadora de órganos. Ver una familia que en medio de una situación dolorosa saca el máximo y tiene la entereza para ayudar a muchas personas y permitir que una parte de su familiar siga viviendo en otros", contó. 

Un caso específico que siempre quedará en su corazón fue el de una joven madre, quien estaba en esta situación. Tras una intervención de múltiples expertos, sus hijas pequeñas fueron a despedirse de ella. Para él, este ha sido uno de los momentos más difíciles.


Dejó claro que, contrario a lo que piensa la sociedad, en la UCI no se mueren pacientes todos los días y que alguien que ingresa tiene hasta 90% de probabilidades de salir con vida.

Lo más gratificante

Para los médicos del servicio, que un paciente fallezca no siempre es un mal escenario. Esto debido a la condición de la persona y que, en muchos casos, ni los médicos pueden influir en el destino de la vida de muchos usuarios.

Lo importante es enfocarse en dar lo mejor de sí mismos.


"Si un paciente fallece y todo se hizo bien, la familia puede estar tranquila que ese era el escenario que iba a ocurrir. Acá tenemos pacientes que tienen alto riesgo de fallecer o tener complicaciones por las enfermedades que tienen, si no ocurre genial, pero si ocurre a pesar de que hicimos todo bien, la familia puede estar tranquila que era lo que tenía que pasar", concluyó.

Observe más detalles en los videos adjuntos.

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