Por Bárbara Marín |1 de diciembre de 2021, 6:26 AM

Hace 73 años el país vivió un acto simbólico que marcó de manera indeleble el ADN costarricense. La abolición de un cuerpo armado que cumplía ordenanzas militarizadas llegó a su fin el 1 de diciembre del año 1948.

Con ello, se blindó el camino de una sociedad de progreso, enmarcada en un modelo liberal, que ya de por sí venía sentando sus bases sobre el desarrollo de la salud, educación y cultura desde un tiempo atrás.

En la actualidad, los discursos más conocidos en torno a esta importante conmemoración señalan que, gracias a la abolición del ejército, se pudo invertir sustancialmente en el desarrollo de la educación costarricense; pero, ¿supuso esto  un verdadero aporte para el sector educativo? 

Teletica.com conversó con Lucía Arce, reconocida historiadora de la Universidad de Costa Rica, quien ha estudiado ampliamente el emblemático proceso de desmilitarización del país.  

Un ejército singular con una inversión inconstante

El ejército que tuvo el país era muy distinto a la militarización del resto de América Latina.  Arce explica que, "después de la independencia en 1821, el ejército fue muy singular. Era un ejército encargado en gran parte de acuerpar a la oligarquía cafetalera, es decir, a los grandes poderosos".

"Dentro de esa misma oligarquía cuando alguno llegaba al poder y quería quedarse mucho tiempo, por ejemplo, don Juanito Mora que ya tenía 10 años, se le daba un golpe de estado por parte de otro clan. El ejército servía para eso. Servía para dirimir las diferencias entre esos principales clanes", señala Arce.

Debido a esta característica tan propia de las fuerzas costarricenses, el ejército nunca creció sustantivamente y tampoco fue un cuerpo eminentemente represor.

Arce recalca que hubo periodos de tiempo durante los cuales algunos presidentes, después de la fundación de la República, fortalecieron el ejército. Por ejemplo, mediante aumentos salariales, la compra de armamento e incluso, la capacitación y entrenamiento de los cuerpos militares con instructores traídos desde Europa. 

"Por eso en la Campaña Nacional de 1856-1857 Costa Rica lideró a Centroamérica. Tenía un buen ejército, tenía un ejército bien armado que supo responder, que tenía disciplina y que cumplía ordenanzas militares", denota la investigadora. 

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Sin embargo, estas inversiones relativamente infrecuentes hacia las arcas militares no duró por mucho tiempo. Para el año 1899, los líderes del país habían definido una ruta clara de la sociedad que aspiraban. Su enfoque se desplazó hacia la cultura, la educación y la salud. En aquel entonces se decidió que estos fueran los ejes principales de la inversión, ya que los jerarcas pretendían imitar las "buenas prácticas" de otros países más avanzados, como España.  

De tal manera que el ejército entró a un segundo plano y aquella función que había cumplido como ejecutor de golpes de estado entraría en un franco declive, pese a que estos golpes no cesaron del todo. Sin embargo, lo cierto es que, con el paso de las décadas, la inversión en materia militar era cada vez menor. 

La década del 40 y sus reformas sociales

El desarrollo de la educación se forjó sólidamente durante la década del 40. Estando en el poder Rafael Ángel Calderón Guardia, las reformas sociales apuntaron hacia la educación, la salud y el trabajo. 

Se fundó la Universidad de Costa Rica, la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), nació el Código de Trabajo en 1943 y se dio una reforma al reglamento de la policía.

"Ya encontramos un elemento que hace clic, y yo podría decir que se empieza a dar una desmilitarización. Vamos haciendo ese cambio del ejército a la policía", señala la historiadora.

"Se empezaron a dar pasos sustantivos hacia la expansión de la educación primaria, donde la matrícula creció extraordinariamente en esos años, es decir, que antes de la abolición del ejército ya habíamos dado pasos importantes, por ejemplo, se había pasado de 66% de cobertura en primaria durante 1938 a casi un 86% en 1950".

Abolición de un ejército debilitado

La investigadora Lucía Arce indica que, para la Revolución del 1948, el presidente de aquel momento, Teodoro Picado, no tenía un ejército sustantivo que lo respaldara debido al debilitamiento presupuestario que enfrentaba desde algún tiempo atrás. 

Inclusive, la oposición liderada por José Figueres Ferrer salió adelante porque contó con el apoyo presupuestario del exterior, gracias al cual salió victorioso de la lucha campal con la ayuda del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que posteriormente lo convertiría en presidente de facto de la Junta Fundadora de la Segunda República. ​

Transcurrido el tiempo, el 1 de diciembre se toma la decisión de abolir el ejército. "Costa Rica elimina al ejército, un ejército débil, frágil, sin respaldo presupuestario, sin respaldo tampoco de la sociedad costarricense", describe la investigadora. 

"El ejército se abolió por el mismo don Pepe, pero también por todos los costarricenses y hay que dejar claro que no es el mismo don Pepe quien necesariamente hace la propuesta, sino que lleva a cabo una abolición del ejército que no era bien valorado".

"Yo recuerdo que don Pepe decía en aquellos años que el ejército era una partida de vagabundos dando golpes de estado", acota la historiadora. 

Debido a esto es posible determinar que el esfuerzo por invertir en la educación data desde antes de la abolición y, además, que el hecho de que las fuerzas armadas no contaban con el apoyo presupuestario necesario para mantenerse en pie. 

"Digamos que podríamos quedar muy sesgados si decimos que teníamos un ejército robusto y que la abolición pasó un importante presupuesto nacional a la educación. Eso no es tan real, pero sí contribuye, sobre todo para cambiar la mentalidad colectiva de la sociedad costarricense en términos de lo que seguía siendo importante", concluyó Lucía Arce