Por Adrián Z Rivero |14 de octubre de 2023, 8:00 AM

Durante aproximadamente seis horas, la costarricense Sharon Schwartz estuvo detenida en alta mar con una terrible incertidumbre: no sabía si lograría regresar a su casa con vida.

El sábado 7 de octubre, Schwartz volvía de Turquía en un crucero, junto a sus padres, cuando iniciaron los ataques del grupo terrorista Hamás contra Israel.

La embarcación se trasladaba por el norte del país de Medio Oriente, con unas 2.000 personas a bordo, cerca del Líbano, donde se encuentra el grupo terrorista Hezbolá.

“Hezbolá dijo que, si Israel se defiende y entra a Gaza, ellos van a empezar a atacar también. Como están al lado del Líbano, nosotros éramos un objetivo fácil, más que es un barco israelí”, narró Schwartz, de 36 años, a Teletica.com.

La tica recordó que todos los pasajeros estaban pasando “superbién” su viaje, pero esa mañana todo cambió: “Era como si todo el mundo estuviera de duelo”.

Ella y varias personas más tuvieron ataques de ansiedad y pánico porque creyeron que “le iban a tirar una bomba al barco”. La situación empeoró cuando comenzaron a llegar los primeros reportes e historias sobre las víctimas, muchas familiares de tripulantes: “La gente se estaba volviendo loca porque no podían proteger a sus familiares desde donde estábamos”.

“Ellos secuestraban a alguien y, cuando lo mataban, agarraban el celular de esa misma persona y subían a Facebook mientras lo mataban; así era como las personas se iban enterando que sus familiares estaban muertos”, señaló destrozada Schwartz.

Al día siguiente, el domingo, fue cuando el crucero tocó puerto y lograron realizar el desembarque en Israel. “Nosotros no sabíamos si íbamos a llegar o no”, confesó la tica y recordó que “mucha gente no sabía si podría llegar a la casa porque estaba lleno de terroristas”.

Schwartz, que vive desde hace seis años en Israel y es comunicadora, explicó que, aunque conocía los riesgos que implica vivir en este país, lo que ha sucedido en esta ocasión “es algo que uno no se imagina que es posible”.

Tras llegar a tierra firme, la nacional tomó un tren junto a su familia hacia su hogar, en el centro del país, a 20 minutos de Tel Aviv. Allí fue donde se encontró con una soldado veinteañera que se dirigía al campo de guerra y había estallado en llanto. “De verdad que eso fue lo más fuerte que yo he experimentado”, anotó.

La comunicadora trató de velar por la militar, pero ella se mostraba inconsolable. De cualquier forma, afirma, “las dos sabíamos que yo no podía ayudarla”, lo cual hizo que ella también se contagiara de esas frías lágrimas: “Pasé todo el tren llorando, viendo a todos los soldados yendo al servicio de reserva y al servicio militar, que son niños de 18, 20, 21…”.

Cuando llegaron a su casa, lo primero que hizo la tica fue empacar una maleta con comida, pasaportes y pertenencias importantes, además de poner agua y comida seca en el refugio/búnker. Solo le faltaba un radio con baterías para cumplir con las indicaciones de las autoridades, por lo que salió a comprar uno.

Cuando venía de vuelta, comenzaron a lanzar misiles a zonas cercanas. “Empecé a temblar y manejé a 150 km/h para tratar de llegar a mi casa”, comentó la costarricense, mientras se escuchaban aviones de guerra en los instantes que pronunciaba sus palabras.

Al séptimo día desde que comenzaron los ataques, Schwartz asegura que “la gente está totalmente en shock, no se duerme y no se para de llorar”. Contó también cómo el pasado jueves despertó con el sonido de un misil siendo explotado por el sistema de defensa israelí.

La tica, que lucha todavía por seguir adelante, rescata, eso sí, que hay que “saber diferenciar entre el pueblo palestino y Hamás”. A este último grupo es a quien culpabiliza de “un segundo holocausto” contra la población israelí.

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