Por AFP Agencia |8 de marzo de 2022, 5:27 AM

El número de personas que huyeron de Ucrania desde el inicio de la invasión rusa el 24 de febrero superó este martes los dos millones, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

La página en internet de la organización precisa que 2.011.312 personas salieron del país y que Polonia recibió a más de la mitad (1.204.403).

"Hoy, la salida de refugiados desde Ucrania alcanzó los 2 millones. 2 millones", tuiteó el Alto Comisionado para los Refugiados, Filippo Grandi, minutos antes.

Grandi visitó Rumania, Moldavia y Polonia, tres países fronterizos con Ucrania, donde Rusia lanzó una ofensiva militar el 24 de febrero.

Grandi aplaudió la acogida "ejemplar" aportada por esos tres países, durante una rueda de prensa en Oslo.

El responsable consideró que "de momento" esos países estaban consiguiendo gestionar la llegada de refugiados porque estos tienen "algunos recursos".

"Muchos llegan en coche y, sobre todo, tienen conexiones, pueden ir adonde tienen familia, amigos, una comunidad", explicó.

"Es posible que, si la guerra continúa [...] empecemos a ver a gente sin recursos ni conexiones y esto será un problema más difícil de gestionar para los países europeos", subrayó.

Las guerras de los Balcanes, en Bosnia y en Kosovo, también provocaron un enorme flujo de refugiados, "entre dos y tres millones, pero en un periodo de ocho años", señaló. "Ahora estamos hablando de ocho días", agregó.

"En otras regiones del mundo sí vimos esto, pero en Europa es la primera vez desde la Segunda Guerra Mundial", aseguró.

Después de varios intentos que no prosperaron, este martes se establecieron los primeros corredores humanitarios en Ucrania para que los civiles abandonen las principales ciudades, castigadas por la guerra desde hace casi dos semanas.

Georgia, un triste refugio para los rusos opuestos a la invasión de Ucrania

Pocas horas después del inicio de la invasión rusa de Ucrania, Roman Mijailov se fue de Rusia a Georgia, como muchos de sus compatriotas que se oponen al presidente Vladimir Putin y no quieren terminar en la cárcel.

Roman Mijailov, un ejecutivo de 25 años, explica que la ofensiva, que conmocionó a muchos rusos, es un punto de no retorno para sus compatriotas que se oponen a Putin.

Él es uno más de los tantos que huyeron para no sufrir las sanciones occidentales y la represión de las autoridades rusas.

"La mayoría de los rusos apoya a Putin y es muy difícil ser políticamente neutral", dijo a la AFP mientras toma una cerveza en un bar.

"Estoy en contra de Putin y el único futuro que tengo en Rusia es terminar en prisión", agregó.

Georgia es desde hace años un bastión de la oposición rusa en el exilio y uno de los pocos países donde los rusos pueden permanecer durante un año sin visa.

A su lado, Marina Boldyreva, una científica de 26 años, decidió transformar sus vacaciones en exilio cuando Putin anunció la guerra el 24 de febrero.

"Es imposible vivir en Rusia, va a haber una crisis económica terrible", afirmó.

"Paria"

En la madrugada del 24 de febrero, Denis Siniakov, cineasta de 44 años, casado con una ucraniana, estaba filmando los frescos de una importante catedral en la ciudad de Vladimir, cerca de Moscú.

"Miré los frescos y tuve una sensación irreal: estaba en la cuna de la civilización rusa, pero todos mis pensamientos iban dirigidos hacia Ucrania", dijo a la AFP.

"Mi país atacó al país de mi esposa. No tengo el derecho moral de quedarme en Rusia", sostuvo al comentar que dejó atrás una casa nueva donde soñaba vivir con su pareja.

Sin embargo, no todos los exiliados rusos tienen la misma opinión sobre Putin.

"Apoyo totalmente a Putin. Hace lo que es bueno para los intereses de Rusia", dice Larissa Shoubova, frente a un cajero automático.

Esta empresaria de 55 años explica que salió de Rusia temporalmente por precaución, ante la crisis que se avecina.

"¿Pero de qué está hablando? ¡Rusia ahora está marginada!", le responde Pavel Gruzdev, 34 años, que espera su turno para retirar dinero.

Los georgianos reticentes

Los georgianos, por su parte, están divididos y en parte reticentes anta la afluencia repentina de los rusos.

En Tiflis, hay manifestaciones cotidianas de apoyo a Ucrania, pero los georgianos temen que su país se convierta en el próximo objetivo del Kremlin.

Miles de personas firmaron una petición en línea exigiendo la introducción de visas para los rusos.

"Los que dicen que eso es rusofobia, ni siquiera pueden imaginar lo que es ser colonizado por Rusia", aseguró el reconocido escritor David Gabunia en Facebook.

Georgia, una antigua república soviética, sufrió una intervención militar rusa en 2008.

"Rusia no es Putin", afirmó por su lado Marina Boldyreva, que recordó que fue golpeada por la policía "durante las protestas contra Putin".

Pero muchos rusos ni siquiera saben que el ejército ruso está ocupando dos territorios georgianos, las repúblicas separatistas de Abjasia y Osetia del Sur, admite Boldyreva.

"Ya no somos bienvenidos en ningún lugar del mundo y eso será por mucho tiempo", Boldyreva.

"Somos parias, gente sin patria", agregó pesimista.

Ciudad israelí acoge a refugiados ucranianos judíos

En un estacionamiento junto a su oficina municipal en el norte de Israel, el alcalde de Nof Hagalil, Ronen Plot, atiende llamadas telefónicas mientras los voluntarios descargan frazadas y ropa donadas para los refugiados que huyen de la guerra en Ucrania.

"Nof Hagalil fue construida por la inmigración", aseguró Plot, de 67 años, quien llegó a Israel hace casi medio siglo procedente de Moldavia. "Recibiremos a todas las personas que podamos".

Tras el inicio de la invasión rusa, Plot invitó en Facebook a los "olim" ucranianos, o migrantes judíos, a su ciudad y pidió a los residentes que se movilizaran.

"Si llega una gran ola migratoria, estaremos contentos de participar del esfuerzo israelí", afirmó.

Bajo la "Ley de Retorno" israelí, cualquiera con al menos un padre o abuelo judío puede obtener la ciudadanía.

Entre los que respondieron a la invitación de Plot está Chaim Gershman, quien llegó a Nof Hagalil con su esposa Ora y sus cuatro hijos. Su madre, Nelja, de 60 años, llegó un día después.

Gershman dijo que tuvo solo una hora para hacer su equipaje porque las bombas rusas caían sobre su comunidad cerca de Kiev.

"Al principio no creíamos que algo así ocurriría y pensamos que era falso", dijo.

Al llegar a Israel, escogió ir a Nof Hagalil por los mensajes del alcalde.

"Vi que un hombre invitaba, decía vengan a nuestra ciudad, serán bienvenidos", contó.

Plot dijo que su comunidad ofrece un entorno familiar porque más de la mitad de sus 50.000 residentes hablan ruso.

Las tiendas venden arenque bielorruso y agua de Georgia, y los rótulos están traducidas al ruso.

El alcalde indicó que reservó 600 habitaciones de hotel y 300 apartamentos vacantes para recibir a los ucranianos, que llegan "exhaustos".

"Han enfrentado mucha miseria, tienen hambre y están cansados, es terrible", afirmó.

"Dejamos todo"

Los Gershmans huyeron de la localidad de Anatevka, cerca de Kiev.

Escoltada por la policía, la familia viajó en auto 17 horas para llegar a la frontera con Moldavia y tuvo parar una vez en medio de las explosiones.

"Dejamos todo lo que teníamos, toda nuestra vida", explicó Ora Gershman, de 35 años.

Los siete duermen ahora en dos habitaciones contiguas en un hotel de Nof Hagalil. Los niños se inscribieron en la escuela mientras los padres organizan los trámites y buscan una residencia permanente.

El primer ministro israelí, Naftali Bennett, ha evitado condenar la invasión rusa, citando los fuertes vínculos de su país con Moscú y Kiev.

Pero Chaim Gershman dice no entender "cómo uno puede mantenerse neutral cuando es tan claro quién es el agresor".

"Putin dijo que solo atacaría blancos militares, pero están bombardeando indiscriminadamente", sostuvo.

Tasa "imposible"

Las autoridades dicen que hasta 100.000 "olim" y sus familias podrían llegar de Ucrania y Rusia, citando una ola previa de un millón de migrantes tras el colapso de la antigua Unión Soviética.

La ministra del Interior, Ayelet Shaked, calculó el domingo que unos 15.000 ucranianos podrían llegar a Israel para finales de marzo, de los cuales 90% no entrarían en el derecho de "retorno".

Se trata de una tasa "imposible" de absorber para un país de 9,4 millones de habitantes, según la responsable.

Vecinos árabes

Pero la llegada de judíos a Nof Hagalil toca un nervio histórico.

Fue construido como un pueblo judío en los años 1950 en tierra apropiada de la vecina ciudad árabe de Nazaret. El primer ministro de entonces David Ben Gurion, fundador de Israel, buscaba "judaizar" Galilea, habitada en su mayoría por árabes.

Los árabes israelíes son descendientes de los palestinos que permanecieron durante la guerra de independencia de Israel de 1948, mientras más de 700.000 huyeron o fueron forzados a dejar sus casas. Israel no ha permitido el regreso de la mayoría de los refugiados palestinos.

Con el tiempo, árabes se han instalado en Nof Hagalil y actualmente conforman un cuarto de su población.

Uno de ellos es Saed Diab, de 39 años, gerente de banquetes de uno de los hoteles donde permanecen los refugiados. Dice que donó ropa para los recién llegados.

"Yo estuve de vacaciones en Kiev justo antes del coronavirus. Linda ciudad, gente buena", comentó. "Lamento lo que les está pasando".

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