Por Natalia Jiménez Segura |5 de febrero de 2023, 9:30 AM

Este lunes 6 de febrero arranca, oficialmente, el curso lectivo 2023 repleto de retos y desafíos para las autoridades, estudiantes y padres de familia. 

Durante la pandemia se dejó en evidencia que Costa Rica atraviesa la peor crisis educativa de los últimos 40 años debido al tema del apagón educativo, COVID-19, y las huelgas de 2018. 

Por esta razón es que este 2023, un año en el que todo pareciera estar regresando a la "normalidad", se deben de tomar acciones concretas y rápidas para "salvar a una generación". 

Esas son las palabras que utilizó Isabel Román, coordinadora del informe del Estado de la Educación, durante una entrevista con Teletica.com, en la cual detalló los principales puntos a considerar para este periodo lectivo.

A continuación, el criterio de la experta en detalle. 

¿Cuáles son los principales desafíos para la educación costarricense en ese momento? 

Cada vez que inicia el curso lectivo en nuestro país es muy importante porque las aspiraciones nacionales van a clases. Cuando nuestros niños y jóvenes entran a los colegios en realidad entran las aspiraciones que nuestro país tiene de salir adelante. 

Este en particular es un curso lectivo muy importante porque estamos frente a un enorme desafío de salvar a una generación. ¿Por qué digo esto? Estamos atravesando la peor crisis educativa de los últimos 40 años debido al tema del apagón educativo. Prácticamente, tenemos una generación de jóvenes que experimentaron una contracción muy fuerte de los aprendizajes y el que no haya bases firmes amenaza el éxito de sus trayectorias educativas y todos queremos que a nuestros niños les vaya bien y el sistema educativo es el espacio para que eso ocurra.

En 2022 logramos regresar un poco a un curso lectivo normal y presencial, un logro muy significativo, pero tardío, muy tardío. Digo esto porque Costa Rica está entre los países de América Latina que tuvieron un periodo más prolongado de cierre de escuelas y colegios, y eso significó que como no teníamos (ni tenemos) resuelto el problema de la conectividad, significó que muchos estudiantes no recibieran la educación en las condiciones adecuadas.

El 2022 nos pasamos un año donde no regresamos  en todas las condiciones adecuadas, pero finalmente el 2023 se supone que es el año para eso.

No podemos normalizar una situación que no es normal, no podemos decir que no ha pasado agua por el río cuando si ha pasado. Este 2023 es un año para, realmente, volver a hacer acciones extraordinarias para tratar que todos estos niños y jóvenes se nivelen, aceleren el aprendizaje y podamos sentar esas bases firmes.

¿Cuáles son las acciones más urgentes? 

Primero hay que hacer evaluación, no podemos emprender ningún plan de nivelación y aceleramiento de aprendizajes si no saben qué saben y que no saben los estudiantes. Desde 2020 suspendimos las pruebas estandarizadas, que es un gran desafío, y hay que hacerlo bien. No se trata de hacer cualquier prueba ni a la carrera, es hacerla bien porque necesitamos tener buena información.

En segundo lugar, necesitamos procesos de nivelación muy pragmáticos y flexibles.

Necesitamos centros educativos con docentes, generalmente iniciamos clases y suponemos que todos los niños tienen docentes, pero hay muchos que no están asignados y es un problema que se va a repetir en este 2023. También debe haber ambientes de aprendizaje adecuados y ahí viene todo el tema de la infraestructura, de contar con materiales didácticos adecuados, y, obviamente, el tema de la conectividad. No solamente porque si se incrementan los casos de COVID-19 de nuevo, que no ha desaparecido aunque algunos pretendan que sí, estaríamos exactamente en las mismas condiciones que 2020, 2021 y 2022.

Pero además porque cualquier pretención de utilizar tecnología en las aulas requiere buena conectividad. Se ha hablado de este tema como una prioridad, pero lo cierto es que será hasta el 2024 que se resuelva.

Obviamente, necesitamos avanzar en contratar a los docentes más idóneos. Esto no es poca cosa porque la calidad de un sistema educativo se mide por la calidad de sus docentes y ahí hemos estado experimentando un proceso donde muchos docentes se han pensionado y hay un proceso de recambio. Eso es una oportunidad, pero también una amenaza.

De esas, ¿cuál es la más urgente? 

Que haya más docentes en las aulas, que caractericemos que no se vayan a cerrar los centros educativos porque sería terrible, evaluar y hacerlo bien. Y tal vez algo también urgente es el tema de la inversión de la educación. 

Aspiramos a un montón de cosas, que está muy bien, pero para todo esto necesitamos inversión y recursos para la educación y ahí no tenemos. Hemos venido reduciendo sustancialmente los recursos, antes nos estábamos acercando al 8%, ahora estamos como en el 6%, y eso plantea desafíos muy importantes porque significa que no va a haber plata suficiente para infraestructura, recursos educativos, becas, y es tener conciencia de que para todas estas metas que tenemos es fundamental establecer el cómo y con qué recursos.

Basado en estos criterios, ¿cómo valoran la Ruta de la Educación presentada por el Ministerio de Educación Pública (MEP)? 

No hemos tenido acceso al documento de la ruta, no hemos tenido suficiente tiempo de estudiarlo y ver la fundamentación técnica y financiera, entonces hasta que no podamos leer el documento y ver los alcances y sobre todo los recursos para implementarlo no vamos a emitir criterio. Nos tomamos nuestro tiempo para leer y tener la información clara.

¿Pero si se acercaron a ustedes para crear el documento?

Lo que se señaló en la presentación que hizo la señora Ministra es que el informe del Estado de la Educación había sido un insumo y es positivo porque, justamente, para eso se hace.

¿Va a seguir la pandemia dejando secuelas en la educación durante este año? 

Tanto a nivel nacional como internacional se habla de una pérdida sustantiva de un incremento de la pobreza de los aprendizajes y que hay que salvar a una generación. Los países han estado haciendo esfuerzos extraordinarios como evaluación, procesos de nivelación, tutorías, ampliación del tiempo pedagógico de las jornadas escolares, evaluaciones digitales y enseña por computadora en los lugares donde si hay conectividad, todo lo que nosotros no hemos hecho. Hemos estado normalizando lo que no es normal.

Esto es como el uso de la mascarilla, que todos nos sentimos muy tranquilos porque pensamos que ya no la necesitamos, pero no es así. Pero de esta coyuntura que hemos vivido no nos vamos a sobreponer, seguramente nos va a costar los próximos 10 años. El que piense que es hoy o un año más está equivocado.

Al final de todo vamos a tener, solo gente que no está realizada y feliz con su profesión, sino que no vamos a tener buenos profesionales, y nuestros objetivos de alcanzar mayor competitividad, no va a pasar.

¿De qué manera pueden aportar los padres y madres de familia a este problema? 

Quizá la enseñanza principal que nos dejó la pandemia es recordar la importancia de los centros educativos, que los tuvimos cerrados casi dos años, que nos permitió recordar que la escuela es un espacio fundamental para que nuestros niños vayan a adquirir conocimientos, valores, aptitudes, sino también es importante para establecer relaciones sociales, para la alimentación y para la protección y la seguridad ante la violencia que hay en los hogares y en las calles.

Que recuerden que lo más importante de la escuela es la relación docente- alumno y en eso las familias tienen mucho que aportar. Y no pretendemos que los padres sustituyan el docente porque ya nos dimos cuenta que esa es una visión equivocada. Los padres complementan, apoyan, pero el docente es el profesional formado para eso, entonces apoyemos a los profesores.

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