Por Stefanía Colombari |18 de agosto de 2024, 8:00 AM

La Dra. Ana Mercedes Pérez, ha trabajado toda su vida en el desarrollo de productos alimentarios en el procesamiento industrial, estudiando las materias primas para agregar valor a esos productos y controlando la calidad de estos. 

Es una tecnóloga de alimentos, quien fue recientemente galardonada por el Ministerio de Ciencia, Innovación, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt) y la Academia Nacional de Ciencias (ANC) como la Científica Destacada 2024.

Conversamos con ella sobre el significado de este reconocimiento, y especialmente, sobre su historia de vida: una niña de zona rural que, jugando con una cocina de juguete, en vez de jugar a la “casita” se imaginaba en un laboratorio, inventando una pastilla para que eliminara el hambre en el mundo. 

Me gustaría que usted me hablara sobre su infancia y adolescencia.  ¿De dónde es usted y cómo fueron esos primeros años de su vida?

Yo soy originaria de Esparza, de Puntarenas. Vengo de una familia de educadores. Mi papá era profesor de español y se dedicó casi toda su vida a la gestión educativa. Fue director de colegios, fundó el Liceo de Esparza, tanto el diurno como el nocturno, y también fue director del Liceo de Jacó. Mi mamá fue maestra y luego profesora de ciencias. Estudié la primaria en la Escuela Arturo Torres y, a los 12 años, me trasladé a San José para estudiar en el Liceo Franco Costarricense. El hecho de haber estado en el Liceo, donde aprendí francés, me abrió puertas después, cuando terminé mis estudios universitarios. Pude obtener una beca del gobierno francés para hacer una maestría y luego continuar con estudios de doctorado en Francia.

Siempre quise ser científica. Recuerdo una anécdota de mi infancia que ilustra esto. Cuando tenía cinco años, en una Navidad, el Niño Dios me regaló una cocinita de lata y un juego de ollas. En esa época, no había centros comerciales en Costa Rica y todos los regalos se compraban en la Avenida Central o en el Mercado Central. A pesar de que la cocinita era un juguete, yo no la usaba para cocinar, sino que me imaginaba que estaba en un laboratorio con una bata haciendo experimentos. Eso era mi sueño desde esa época.

Además, un par de años después pensaba que quería inventar una pastilla para que no tuviéramos que comer. Creía que todo el problema de los seres humanos era que necesitamos comida, lo que implica comprar comida y trabajar para tener dinero para comprarla. Pensaba que si no tuviéramos que comer, se resolvería todo con una pastilla que nos diera todo lo que necesitamos. Sin embargo, luego entendí que no era una solución tan simple. A pesar de eso, siempre quise trabajar en un laboratorio, y la investigación siempre ha sido de mi interés.

¿Quién era su inspiración en ese momento? ¿Hubo alguien que la inspirara a convertirse en científica?

Bueno, mi mamá era profesora de ciencias, así que teníamos libros de biología y botánica en casa. Yo escuchaba a mi mamá tratando de diseñar experimentos para ilustrar y ejemplificar los conceptos teóricos a sus alumnos, a pesar de contar con recursos muy limitados, ya que en esa época no había laboratorios como los que tenemos ahora. Sin embargo, mi mamá se preocupó porque en el colegio donde impartía clases invirtieran en cristalería y otros instrumentos para poder ilustrar y reforzar las clases.

Para nosotros, las ciencias, por el lado de mi mamá, y las letras, por el lado de mi papá, que era filólogo, siempre fueron áreas muy importantes desde pequeños. Aunque yo era buena en matemáticas y me desempeñaba bien como alumna, siempre sentí que las ciencias eran una parte importante de mi vida y quería desarrollarlas.

Cuando llegó el momento de elegir una carrera, pensé en derecho, ya que me preocupaba la injusticia y quería combatirla. Sin embargo, también consideré que podría hacer más aportes al país y a la sociedad a través de las ciencias.

En el momento en el que usted comienza sus estudios superiores, ¿qué le decían las personas a su alrededor, entendiendo que históricamente han sido los hombres los que se inclinan por las carreras científicas?

En realidad, no sentí que eso fuera una barrera, pero sí es cierto que, en general, las mujeres nos sentimos menos inspiradas a escoger ciencias. De hecho, en el colegio, en el grupo de cuarto y quinto año, éramos menos mujeres que elegimos ciencias como optativa. Y cuando me tocó llevar las clases en la universidad, también éramos menos mujeres en los cursos de matemáticas y física.

Aquí te voy a contar una anécdota. Siempre cuento que llevé un curso de cálculo II y yo era la única mujer. Empezaron a bromear, diciendo cosas como "Ay, mira, a ver si aguanta", como dicen los chicos. El curso era difícil y complejo, pero al final, resulté siendo la que obtuvo el mejor promedio del grupo.

Nunca pensé que no podía hacerlo y además en la carrera de Tecnología de Alimentos, ha habido históricamente muchas mujeres. Es interesante que, en algunos grupos, los hombres son minoría. En el centro de investigación donde trabajo, siempre cuento que, cuando queremos hacer equidad de género, contratamos a un hombre porque somos un 65% mujeres y solo un 35% hombres.

¿Cuál ha sido para usted el reto más importante como científica?

Bueno, yo creo que para nuestro país, que es un país pequeño, a veces quizás lo más complicado es la consecución de recursos y el equipamiento.

Además, el panorama de la ciencia en general ha cambiado. Cuando comencé mi carrera académica en la Universidad de Costa Rica, publicar era menos complejo que ahora. Ahora, el proceso de revisión por pares es más difícil y, sobre todo, el hecho de que ahora pagamos por publicar. Esto significa tener fondos adicionales, y a nivel de la institución también es un esfuerzo muy grande, porque se debe separar presupuesto de los proyectos para pensar en esta actividad de divulgación científica. De nada sirven los resultados si se quedan guardados en una gaveta; se deben divulgar y redactar artículos científicos.

Otro reto adicional que enfrentamos las mujeres es el rol que la sociedad nos asigna. Por ejemplo, mi abuela, aunque sin saberlo, era una gran feminista. Decía que con la liberación femenina, en realidad, las mujeres no han ganado mucho; ahora somos dos veces esclavas: de la casa y del trabajo. A menudo, tenemos que encargarnos de la gestión del hogar y, a pesar de que nuestros esposos o parejas nos ayudan, casi siempre el 75% de la carga recae sobre nosotras. Trabajamos jornadas más largas, tanto fuera como en casa, y seguimos trabajando en las tareas domésticas. Hace unos días, le decía a mi hija que mientras estoy lavando trastos o pasando la escoba, me pregunto cuanto más podría estar produciendo en lugar de hacer esas tareas. El tiempo que dedico a las labores domésticas podría utilizarlo para redactar un artículo.

¿Cuáles son los logros de los cuales se siente más orgullosa?

Bueno, en realidad, uno como ser humano y como profesional es un proceso de construcción. Entonces, yo creo que la formación que recibí desde el colegio sentó las bases para que pudiera estudiar una carrera universitaria y luego, a nivel de grado y posgrado. Eso me facilitó muchísimo y también me ayudó en mi desempeño. Haber estudiado en la Universidad de Costa Rica igualmente me facilitó ir a Francia a estudiar y a desempeñarme muy bien, porque tenía muy buenas bases. Creo que también esa oportunidad de haber obtenido esa formación en el extranjero fue fundamental, porque salir del país le da una visión muy distinta y permite desarrollar habilidades y destrezas, así como conocer herramientas para conceptualizar un proyecto de investigación.

Agradezco mucho la oportunidad de haber entrado a trabajar en la Universidad de Costa Rica y haberme desarrollado como docente e investigadora.

Otra cosa que ha sido muy importante para mí fue crear habilidades para la búsqueda de fondos. Cuando llegué a la universidad, pensé: "Si quiero desarrollar una vida académica, necesito tener proyectos de investigación y para eso necesito financiamiento". Lo aprendí a plantear propuestas, ver oportunidades y buscar fondos. Esto fue muy importante, sobre todo trabajar en alianzas y cooperación internacional, como con un instituto francés, el CIRAD (Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo), con sede en Montpellier, Francia, donde realicé la maestría y el doctorado. Este trabajo con ellos fue fundamental para conseguir fondos y desarrollar una temática especializada, así como lograr publicaciones científicas en revistas internacionales de prestigio.

He recibido premios por publicaciones y el gobierno francés me otorgó la Medalla de la Orden del Mérito Agrícola, lo cual fue muy satisfactorio.

Por último, he sido directora del Programa de Doctorado en Ciencias de la Universidad de Costa Rica desde 2012, y años antes ingresé como miembro. Ha sido una de las experiencias más satisfactorias, poder desarrollar y aportar desde la gestión universitaria e interactuar con científicos, investigadores y académicos de alto nivel.

¿Qué sintió usted cuando se enteró de que había sido galardonada como la científica destacada 2024?

Bueno, vea, fue sorpresa, yo dije, es inaudito, no puede ser, todavía no lo creo. Será una distinción que me seguirá sorprendiendo el resto de mi vida, porque hay muchas mujeres que hacen ciencia en este país y realizan un trabajo maravilloso, obteniendo resultados de gran impacto. A mí me sorprende porque siempre he querido desempeñarme en un área que para mí es una realización personal. He tratado de hacer las cosas de la mejor manera posible, y por eso fue una gran sorpresa para mí.

Agradezco al director general del centro de investigación donde trabajo, CITA, porque él consideró mi nombre para postularme y me dio la posibilidad de que mi hoja de vida participara en las convocatorias. Sobre todo, este año, en el que se recibieron más postulaciones que nunca, con 19 candidaturas.

Finalmente, ¿cómo su logro puede inspirar a las niñas y a las jóvenes?

Bueno, yo pienso que cuando ven un ejemplo como el mío, de alguien que, aunque viene de una zona rural, para estudiar en el colegio, puede tener una buena formación y buenas bases en educación, y que no importan las dificultades, uno puede seguir adelante y desempeñarse en muchos campos. Creo que cada vez hay más mujeres que se gradúan de la universidad, en este momento el porcentaje de mujeres es mayor que el de hombres. Pero luego, cuando hablamos de desempeñarnos en puestos de dirección o de continuar estudiando a nivel de posgrado, maestría o doctorado, se nos hace más difícil debido a los roles sociales y muchas otras dificultades. Yo empecé mi carrera académica relativamente tarde, en la Universidad de Costa Rica, a los 37 años. Siempre sentí que tenía que hacer muchas cosas para recuperar el tiempo perdido. Soy un ejemplo de que, aunque uno empiece tarde, puede lograr muchas cosas y superar dificultades. Cualquier barrera que se presente es posible de superar.

Si hay algún mérito en este premio, es el mérito a la perseverancia y a la persistencia. Yo considero que esto es un aspecto importante de mi vida, aferrarme a no rendirme y seguir mis metas. Estoy segura de que eso es lo que tengo que hacer.

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