Por María Jesús Prada |22 de diciembre de 2024, 8:33 AM

La comunidad de Esterillos Oeste, en Parrita, celebra el regreso de su icónica sirena, tras un proceso de restauración que tomó más de un año. Este símbolo turístico y cultural, instaurado en abril de 1993, volvió a su trono sobre el mar, recuperando su papel como embajadora internacional y atracción principal del pintoresco pueblito costero.

El camino hacia la restauración comenzó en agosto de 2023, cuando una fuerte marea arrastró un tronco que impactó la base de la estatua, provocando su caída. La sirena sufrió daños significativos, incluyendo grietas profundas acumuladas por los años y el desgaste provocado por turistas que, a pesar de las advertencias, solían subirse a la escultura. Estas condiciones hicieron necesario llevarla a Casa Fage (empresa de fundición local), donde se llevó a cabo una minuciosa restauración.

La sirena, elaborada en bronce y conocida por su pose majestuosa sobre una plataforma que asciende desde la superficie del agua, tiene una historia que la conecta profundamente con los habitantes de Esterillos Oeste. 

La idea de su creación surgió en los años 50, cuando Fernando Mora, pescador local, afirmó haber visto una sirena en las aguas de la región. Inspirado por esta experiencia, juró dejar un legado para su comunidad. Casi cuatro décadas después, su sueño se hizo realidad.

Abilio Valverde Céspedes “Billo” fue el escultor. Era un conocido de Mora, quien ha vivido en la comunidad desde 1958 y quien, hace 30 años, se propuso asumir los gastos para alzar la escultura en su comunidad. No sorprende, por lo tanto, que entre los vecinos lo conozcan como “el papá de la Sirena”.

Durante el proceso de restauración, se realizaron trabajos para reparar las grietas, reforzar la estructura y garantizar su estabilidad. Este martes, culminó el proceso con el relleno de cemento que fija la base al trono marino. Franklin Jiménez Mora, nieto de don Fernando y administrador del Hotel Sirena, lideró los esfuerzos, con el apoyo económico de vecinos y comercios locales. 

“La Sirena no es solo un símbolo parriteño, es un emblema turístico internacional que pone a Esterillos Oeste en el mapa”, destacó Jiménez.

La escultura ha sido mucho más que un atractivo turístico. Ha permitido el desarrollo de actividades como el surf y las caminatas en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Punta Mala, atrayendo tanto a visitantes nacionales como internacionales. Su ausencia, sin embargo, afectó significativamente la afluencia turística, impactando los ingresos de los comercios locales.

La restauración no solo devuelve a la sirena su esplendor original, sino también la esperanza a los habitantes de Esterillos Oeste, quienes ven en ella un motor para reactivar el turismo. Este sábado, la comunidad celebró el regreso de su embajadora con un evento organizado por la familia Mora Sllay, en el que se añadieron los últimos detalles a la concha que sostiene la escultura. Esta ocasión simboliza un renacer para el pueblo que destaca por sus esfuerzos para preservar su patrimonio.

La sirena de Esterillos Oeste vuelve a ser testigo de los atardeceres del Pacífico, orgullosa de su historia y lista para seguir proyectando a esta comunidad costera como un destino turístico de referencia. Su regreso marca un nuevo capítulo en la vida de Parrita, donde el legado de don Fernando Mora sigue vivo y latente en cada ola que acaricia su trono.

* Este artículo fue posible gracias a la colaboración de Brayan Salazar León.

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