¿Está segura la monarquía británica en manos de Carlos III?
El rey Carlos III está bajo escrutinio, mientras se cuestiona el rol de la monarquía en el Reino Unido de Gran Bretaña y en el extranjero.
El primer día en un nuevo trabajo puede ser desalentador para cualquiera. Y no lo habrá sido menos para Carlos III, a sus 73 años, pese a sus millones en herencias libres de impuestos y su seguro laboral de por vida. El nuevo rey hereda el trono de su madre, una monarca reconocida, incluso por sus detractores, como una hábil servidora pública.
Isabel II disfrutaba de un índice de aprobación del 75 por ciento entre el público británico, sin comparación con el 42 por ciento de su hijo, según mostró una encuesta de YouGov a principios de año. Así que mucho depende ahora del desempeño de Carlos.
Escándalos y caída de la popularidad real
La familia se ha visto acosada por varios escándalos. Su hermano, el príncipe Andrés, fue acusado de abuso sexual. Su hijo, el príncipe Harry, se mudó a Estados Unidos con su esposa Meghan Markle, en medio de un distanciamiento familiar público. Y la reputación de Carlos nunca se recuperó de su desordenado divorcio de Diana Spencer, princesa de Gales, muerta en un accidente automovilístico en 1997, pero aún muy popular.
El dolor público que siguió a la muerte de Isabel II puede sugerir que la monarquía goza de buena reputación. Pero "el apoyo a la reina no se transfiere necesariamente a la monarquía como institución", explica a DW Pauline Maclaran, autora de Royal Fever: The British Monarchy in Consumer Culture.
El respaldo a la monarquía, aunque sigue siendo alto, cayó drásticamente del 75 por ciento en 2012 al 62 por ciento hace unos meses, según la encuestadora YouGov. Y para Maclaran, profesora de márquetin en la London University, hay riesgos importantes que acechan a Carlos, como su deslucida popularidad y su reputación de interferir en los asuntos públicos.
Identidad y pasado colonial
Un riesgo quizás mayor, cree Maclaran, es que Carlos III esté liderando la monarquía como un hombre blanco, heterosexual y privilegiado, en un momento de creciente conciencia sobre los problemas de identidad y del pasado colonial.
Además, hay preguntas abiertas sobre la Commonwealth y pedidos de reparación por la era colonial, destaca Maclaran. De hecho, donde primero podría comenzar a desmoronarse todo para Carlos es en los 14 países de la Commonwealth, que aún tienen al monarca británico como jefe de Estado. Barbados se convirtió en república el año pasado y otros podrían seguir su ejemplo.
Republicanismo e independentismo
En el Reino Unido, el movimiento republicano se prepara desde hace tiempo para este momento, sin pasar por alto la caída en la popularidad de la monarquía y apostando a que Carlos III "perderá más apoyo", como aseguró Graham Smith, portavoz del grupo Republic, en una conferencia en junio.
El terreno más fértil para su causa es probablemente Escocia. Este año, una encuesta de British Future mostró que solo el 45 por ciento de los votantes escoceses respaldaban a la monarquía. La proclamación de Carlos III como rey fue abucheada en las calles de Edimburgo.
No obstante, miles acudieron a presentar sus respetos a Isabel, famosa por su cariño a Escocia. Incluso el gobernante Partido Nacional Escocés ha dejado claro que mantendría al monarca británico como su jefe de Estado si el país se separa del Reino Unido, como desean.
Mujeres en roles importantes
¿Podría el desempeño de Carlos III empujar a Escocia, o incluso a todo el Reino Unido, a abolir la monarquía? "No lo creo", dice Maclaran, quien cree que el nuevo rey es consciente de los riesgos. "No puede hacer esto solo", colaborará con los miembros más populares, Guillermo y Catalina, y con su reina consorte, Camila, para "tener mujeres que desempeñen papeles importantes", prevé.
La experta en marcas cree que Carlos ha tenido un gran comienzo, abordando de frente temores públicos conocidos en sus primeras apariciones. "Pero esta es la luna de miel", matiza. Sin embargo, republicanos como Smith no deberían subestimar a su oponente. La monarquía es "muy consciente de la imagen" y "muy buena para adaptarse", advierte: "A fin de cuentas, la monarquía es una institución muy sofisticada".