18 de diciembre de 2024, 11:24 AM

MSc. Henry Álvarez / coach en desarrollo humano, liderazgo y familia.

La ética tiene que ver con los principios o estándares acerca de lo correcto e incorrecto que gobierna nuestra conducta, está íntimamente relacionada con los límites que nos evitan mentir, robar, cometer fraude, asaltar, asesinar, y podemos seguir con la lista.

Es la fortaleza moral de practicar la honestidad, la compasión, la lealtad, la fidelidad, el perdón, que nos hace sentir una sensación de paz con nosotros y con los demás. 

Sin la ética, una sociedad no puede funcionar, tampoco la familia. Ahí es precisamente donde radica la importancia de tener una guía, como un manual que nos ayude a vivir de una manera saludable. La falta de estándares éticos puede ocasionar caos y disfunción en nuestras familias, centros educativos, lugar de trabajo y en la sociedad.

La pregunta básica es: ¿cómo sabemos qué es lo correcto? Se necesita una guía que nos permita determinar qué es lo ético en cada situación. La regla de oro puede usarse como un estándar universal aceptado, requiere que tratemos a otros de la forma que nos gustaría que nos traten a nosotros. Cuando hacemos eso, podemos estar seguros de que estamos actuando de forma correcta, con el mejor interés de la otra persona; es esa libertad de vivir sin buscar la venganza, sino todo lo contrario, pensando en que nuestro mayor deseo es buscar el bienestar, el bien de la otra persona. La forma más fácil de actuar conforme a esta regla de oro es preguntarnos cómo nos gustaría que nos traten en esta situación.  

Vivimos en una sociedad hedonista, en donde lo que importa es el placer, el deseo, sin poner ningún límite, hay un desenfreno, movidos por el placer y por lo que sentimos, a esto le añadimos la corriente relativista, donde todo es relativo, ya no hay absolutos, lo que es malo para otros, para mí es bueno, que si nos sentimos bien con esa práctica lo podemos hacer, así estamos. 

Existen muchas cosas que pueden persuadirnos a tomar decisiones que comprometen nuestra ética, por ejemplo, la búsqueda del placer, de seguir con una doble moral, la hipocresía, la mentira, o tener una doble agenda. Tenemos que ser una carta abierta, que lo que somos en nuestra vida pública coincida con nuestra vida privada, no tenemos que ocultar nada, hay coherencia en nuestro discurso en todas las áreas de la vida. 

¿Cómo sería nuestra sociedad, nuestras familias, nuestro lugar de trabajo si practicamos la ética y tenemos una guía clara de los límites y estándares claros de nuestra conducta? La realidad sería otra a la que vivimos. 

Nunca es tarde para hacer cambios, el primer paso es reconocer que nuestro andar no ha estado alineado a los principios y valores que nos fueron enseñados, y tomar la decisión con valentía para que este nuevo año, empecemos a vivir una vida que agrade y honre a aquel que nos dio la vida, la salud, y a nuestros seres queridos, que serán los que estarán con nosotros en este viaje.

Esta es la verdadera Navidad, no cosas materiales, sino Jesús, nuestro Salvador. 

Feliz Navidad y un próspero año nuevo.

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