4 de julio de 2023, 16:26 PM

MSc. Henry Álvarez/ Consejero familiar y matrimonial, conferencista.

En el ejercicio de mi profesión como consejero matrimonial y familiar, muchas mujeres cuando llegan a mi consultorio venían con esta necesidad: “necesito un esposo, porque el hombre que vive conmigo no es el mismo cuando lo conocí, lo perdí”.

Y les pregunto qué fue lo que perdieron, y me dicen “perdí a ese amigo, a mi compañero.  Anhelo aquellos momentos que pasábamos juntos, donde yo abría mi corazón, tenía toda la atención, de ese hombre, fue del que me enamoré, ya no está, se fue, porque, aunque está presente, es como si no estuviera. Se convirtió en un proveedor, me siento sola”. 

Esta es la historia de muchas mujeres, que claman por un esposo, que están casadas, pero se sienten solas.

El matrimonio tiene como primer propósito principal ofrecer al cónyuge compañía, es la unión de dos personas, es una unidad emocional, espiritual y física, sin perder cada uno su individualidad, es una interdependencia, donde hay respeto de ser ellos mismos, sin buscar cambiar al otro, disfrutándose y aceptándose como son, con las diferencias que llevan a la complementariedad. 

El problema es que conforme va pasando el tiempo, nos vamos perdiendo en el camino, las prioridades van cambiando, y aquí es donde empiezan los reclamos existentes “me siento sola”, la casa se empieza a llenar de cosas, ya no somos nosotros la prioridad ahora son las cosas materiales, se empiezan a endeudar, aquel esposo empieza a trabajar más, viene la presión económica, luego vienen los hijos, entonces ahora ya no solo son esposos ahora son padres, y es cuando aquella mujer dice: “¡auxilio, necesito un esposo! ¿Dónde está aquel amigo con el que pasaba charlando? Hoy anhelo esos momentos, esos espacios donde podamos estar juntos, de ese hombre fue del que me enamoré”.  

El que llega ahora a la casa es un hombre cansado, después de una jornada de trabajo, y él dice: “estoy cumpliendo mi deber como esposo”, porque posiblemente eso es lo él piensa, así lo educaron, también tiene la presión de la sociedad, que nos dice que somos los proveedores que no se nos permite quedar sin trabajo. Es aquí cuando se empieza a dar un distanciamiento a nivel emocional y físico.

Esta es la realidad de muchos matrimonios, que, si no se trabaja a tiempo, entran en un ciclo de reclamos y demandas, y se produce una desconexión, se sienten desconectados el uno con el otro, son dos personas extrañas viviendo en una sola casa. Cuando llegan a este estado, la puerta del corazón se abre al resentimiento, porque hay dolor, y la brecha se va haciendo más grande, y si no se interviene, van a suceder dos cosas: seguir casados solamente por conveniencia o se termina la relación y viene la separación.

No hay que esperar que llegue ese momento, nunca es tarde, si los dos están dispuestos a reconocer que sí hubo un descuido en la relación, y van con esa actitud de humildad, no buscando culpables, sino cada uno asumiendo su responsabilidad, la relación se puede restaurar, con la ayuda de un profesional. 

Si lo desea puede comunicarse conmigo para asesoría en el tema al teléfono 8613-9136.

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