Tía Zelmira: Apenas para olvidar
Gerardo Zamora, Inés Sánchez de Revuelta y Julián Figueroa dejaron muchos corazones tristes y adoloridos.
Por Rogelio Benavides ([email protected]).
Cumpleañeros
Un saludo especial para la guapísima Modelo María Fernanda Jiménez, quien cumple años este viernes 14 de abril. Otros cumpleañeros de la semana son mi sobrino Javier Retana Benavides (cumple el 14 de abril), Giselle Zamora Barrientos, esposa de Jorge Jiménez Deredia (15), la empresaria Rita Guzowski (15), el presidente de Repretel Fernando Contreras López (16), el empresario Jorge Monge Agüero (16), la modelo Yuri De Capua (16), la empresaria Nicolle Aldana (16), la abogada Ivonne Núñez (17), el empresario y productor Shaward Temple (18), la empresaria Krystel Byers (18), la periodista Megan Astúa (19) y el abogado Gustavo Araya Carvajal (19). Felicidades a todos.
Apenas para olvidar
La semana pasada fue muy dura, llena de emociones para el corazón de muchos, incluso el mío. Primero se confirmó la muerte del periodista Gerardo Zamora, de 46 años, quien padecía una terrible y rara enfermedad, de la cual todos nos enteramos, se convirtió en un tema mediático o tendencia, por la profusa difusión en medios y en las distintas plataformas; la de Gerardo, su esposa, la periodista Ginés Rodríguez; y sus dos hijos, Luciana, de nueve años, y Marcelo, de siete, fue una historia muy triste. Gerardo, un profesional popularmente conocido, apareció siempre en fotos con las secuelas del padecimiento, primero le sacaron un tumor meningioma en el ojo derecho, luego brotaron unas protuberancias en el rostro y en la cabeza; era terrible verlo, pero también era conmovedor constatar el cariño de su esposa y sus hijos, apoyándolo en todo momento, abrazándolo, besándolo, queriéndolo cada vez más. Gerardo murió el 5 de abril, Miércoles Santo, producto de un paro cardíaco. Zamora se había sometido a ocho cirugías en su rostro, incluyendo la extirpación del ojo derecho y, recientemente, había sido aceptado en el Hospital Dana-Farber Cancer Institute, en Boston, Estados Unidos, donde iba a participar en un ensayo clínico para tratar su meningioma.
Cuando no habíamos salido del asombro del fallecimiento de Gerardo, nos enteramos de la muerte de doña Inés Sánchez de Revuelta, quien había sido internada en el hospital, tras serias complicaciones de salud. Murió doña Inés a los 91 años, tras haber dejado una historia de vida digna de atesorar. En las redes, cesaron los chistes sobre su longevidad y surgieron las historias sobre su legado en televisión, por medio de su legendario Teleclub. Doña Inés partió al infinito el Viernes Santo y sus funerales se realizaron en la iglesia de Don Juan Bosco, el Domingo de Resurrección.
Inés en mi memoria
Por Eduardo Ulibarri, 7 de abril de 2023: Hoy ya no está, pero aún es, y seguirá siendo. ¿Cómo no recordarla y admirarla por casi seis décadas, si su voz, ese 12 de febrero de 1966, actuó casi como un bálsamo en mi sensibilidad de tímido y abatido adolescente, recién separado de dos de sus seres más queridos? En ese momento, yo era víctima de una historia recurrente, con modalidades diversas, en los exilios: el hijo pequeño que salió de Cuba con su papá, porque la “edad militar” del hermano mayor (15 años) lo forzó a quedarse en la isla, y mi mamá con él. Dos años después salieron hacia Costa Rica como ciudadanos españoles, pero la expectativa, entonces, era una separación de 12 años. En medio de ese dolor, y del cambio de vida que vendría, Inés: su cuerpo treintañero, erguido, casi rotundo; su pelo negro intenso, ondulado, impecable; su voz cálida, nítida, precisa, envolvente, que se derramaba con cincelada dicción para darnos la bienvenida. Y yo, envuelto, casi seducido, por sus palabras, antes de abandonar, junto a otros compañeros de exilio, la cabina del cuatrimotor DC9B, fletado a Lacsa por familiares en Costa Rica, que nos trajo desde Miami tras abandonar Cuba. Casi 24 horas antes habíamos viajado hacia Estados Unidos desde el aeropuerto en la playa de Varadero, en uno de los entonces llamados “vuelos de la libertad”. Ya en la aduana, desde el otro lado de una vidriera, el grito de un entrañable amigo, dirigido a mi papá: “¡¿Y Emma?!” Y de nuestro lado, su respuesta, que más visible no pudo ser: las primeras lágrimas que le había visto derramar en mi vida. Pero allí estaba Inés, orientando, tranquilizando, consolando. Y allí yo, no sé si mirándola, pero sí sintiéndola. A partir de entonces, las viñetas se acumulan, no diría con rapidez, porque han pasado 53 años, pero sí con constancia. Inés de visita, Inés en tertulias, en actos patrióticos, en ayuda a otros que llegaban, en campañas, misas y oraciones. Inés, multicanal, productora, directora y conductora: chispeante en Las estrellas se reúnen, junto a Santiago Ferrando; inagotable, empática y tenaz en Teleclub del Hogar, cuando su récord Guinness no era ni siquiera un sueño. Inés cotidiana y compañera solidaria, superando un infarto, enterrando a su esposo, amando a sus hijas. Inés premiada, condecorada, elogiada, querida y admirada. Inés plena, tenaz, siempre joven. Inés de raíces diversas y profundas: la de dos patrias naturalmente integradas, como yo. Inés, ícono y símbolo; estímulo y memoria. “Soy lo que soy y en lo que estoy”, dijo hace 11 años en una entrevista con La Nación. Hoy ya no está, pero aún es, y seguirá siendo. Inés Sánchez de Revuelta ha muerto a sus 91 años de plenitud. ¿Cómo no recordarla, admirarla y respetarla, esculpida en mi memoria?
La cadena de dolor siguió: ese mismo domingo, en horas de la noche, falleció Julián Figueroa, de 28 años, hijo de Maribel Guardia, de un infarto agudo al miocardio y fibrilación ventricular. De inmediato, pensé en el dolor tan terrible para Maribel, quien en el momento del deceso estaba cumpliendo su papel en el musical Lagunilla Mi Barrio, y su esposo, Marco Chacón, había viajado a Costa Rica. Marco, quien se casó con Maribel cuando Julián tenía dos años, era, además, el manager y abogado de Julián; Marco se encargaba de todos los temas relacionados con la carrera artística del muchacho. Pobre Maribel, adoraba a su hijo, quien tenía una promisoria carrera artística por delante; el muchacho era talentoso, buen mozo, tenía sangre de artista heredada de sus padres, Joan Sebastián y Maribel; contaba con el apoyo irrestricto de Marco Chacón, experto en derechos de autor, profesor universitario, músico y con amplia experiencia en esos tejes y manejes de artistas, que aprendió y perfeccionó atendiendo esos asuntos de su esposa, una artista completa y una trabajadora inagotable. Pobre Maribel, cuánto dolor en su corazón. Intenté enviarle un mensaje personal o escribir unas líneas en sus perfiles, pero cuando ella publicó su primera versión de tan triste noticia, a los pocos minutos ya había sido vista por varios millones de usuarios y tenía aproximadamente 70 mil comentarios, mensajes de pésame y de amor. ¿En qué momento iba a tener fuerza y ánimo para leer eso sin contar los mensajes personales enviados a su teléfono? No le escribí y no la llamé; lo haré en los próximos días, cuando la tormenta pase y se amansen los caminos. Maribel, sabiendo cuánto la quiero, conoce mis buenos deseos para ella y los suyos, pero siempre es sano decir lo que callamos.
Corazón de madre
Con gran tristeza y un profundo dolor en su corazón, Maribel Guardia confirmó la muerte de su hijo Julián Figueroa, la noche del domingo 9 de abril. “Siento tener que comunicar la partida de mi amado hijo Julián Figueroa, quien desgraciadamente se nos adelantó en este plano. Lo encontraron inconsciente esta noche en su cuarto, mientras yo estaba en el teatro. Llamaron al 911 y cuando llegó la ambulancia y la policía, lo encontraron ya sin vida, sin rastro de violencia alguno. El parte médico indica que falleció por un Infarto agudo al miocardio y fibrilación ventricular. Ruego comprensión por el profundo dolor por el que estamos pasando, quisiera hablar con toda la gente que está intentando comunicarse, pero en verdad no tengo fuerza para hacerlo todavía. Ruego respeto a todos por nuestra privacidad y el doloroso momento que pasamos. Sus honras fúnebres se realizarán en privado, al lado de las personas más cercanas y que más lo amaron. Agradezco a todos los mensajes de apoyo y amor que me han estado enviando, pero en este momento no tengo alma para contestar a nadie; espero poder hacerlo en otro momento. Gracias infinitas a todos por su comprensión, Maribel Guardia y Marco Chacón; Imelda Tuñón y José Julián Figueroa”.
Trasciende al infinito Inés Sánchez
Inés Sánchez de Revuelta, dama absoluta de la televisión costarricense, partió al infinito, tras dejar un legado trascendental en nuestras vidas y en nuestros corazones. ¿Cómo no recordar su voz, su figura, su encanto y su señorío en Las Estrellas Se Reúnen y en su inagotable Tele Club? Su deceso ocurrió en el Hospital San Juan de Dios, en la madrugada del Viernes Santo 7 de abril del 2023.
De pequeño —en Quepos— la sintonizaba en Canal 7, al lado de Santiago Ferrando, presentando a las estrellas. El destino nos unió tiempo después en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Costa Rica; llevábamos clases de Fotografía con un argentino de apellido Dintini. Ella ponía mucha atención, participaba, hacía las tareas y los trabajos en grupo. Cumplía como todos. Años después, me invitó en un par de oportunidades a su querido Tele Club.
Nació Inés Aleida Sánchez Guarde, en La Habana, Cuba, el 11 de junio del 1931. A San José llegó en 1961, con su esposo Ernesto Revuelta Milán y su hija mayor Inés; aquí nacieron Irene e Ivania, todas con “i” de Inés. Como todos los isleños, los Revuelta Sánchez, venían huyendo de la tiranía, en busca de mejores oportunidades de progreso. Como dijo Luis Aguilé, cuando Inés salió de Cuba, dejó su vida, dejó su amor, dejó enterrado su corazón, pero este siguió latiendo porque esta tierra, vida le dio. Pero, no todo fue fácil, “pasé hambre cuando llegué a Costa Rica”. La única forma de ganar es no tener miedo a perder, y después de dejar todo por el régimen castrista, empezaron de cero en Costa Rica, su nueva patria. Así dio inicio la historia de una mujer considerada la prueba viviente de que la perseverancia y la preparación nos abren las puertas que otros nos cierran.
“Me gradué en Periodismo y tuve la oportunidad de trabajar como locutora en la estación Mil Diez para narrar los carnavales, después hice una audición como presentadora en CMQ, el canal más importante allá (en Cuba) y así empecé”. “No estábamos de acuerdo con el régimen de Fidel Castro, como periodista no tenía lugar en un país donde no podía expresar mi pensamientos, queríamos irnos para Miami, pero no teníamos visa, unos amigos allá nos esperaban, pero mi esposo insistió en venir aquí y nunca nos arrepentimos”.
Aunque empezó su trayectoria en la radio cubana, donde aprendió locución, y en Costa Rica trabajó para Radio Monumental, luego se fue a la televisión… para siempre.
“Llegamos al viejo aeropuerto, era de noche, estaba lloviendo mucho y un señor nos llevó a la pensión Linda Vista, donde nos dejaron quedarnos unos días sin pagar, pasamos hambre, a veces nos acostábamos sin comer”.
Pasadas penas y penurias, trabajó sin parar, ella lo hacía todo, desde el guion, la producción y la presentación. No dejaba nada al azar. Nunca se sintió vieja. “Todas las edades tienen algo bonito; vivo la que tengo ahora; soy lo que soy y en lo que estoy; me levanto con la misma energía y me acuesto con el mismo cansancio”.
Cuando le preguntaban la edad, respondía que pusieran lo que quisieran, que le daba igual, porque eso nunca le afectó y cuando salieron los chistes y memes sobre su edad, siguió pensando igual, su meta era trabajar y nunca se detuvo en cuentos.
Desde su llegada, buscó expresarse libremente como periodista. En 1963 estrenó su Tele Club, responsable de muchas satisfacciones: logró dos récords Guinness: el del espacio educativo más largo de la historia (a nivel mundial) y el de la conductora de un programa con más años al aire. Su constancia y su trabajo tesonero, le otorgaron esos reconocimientos y muchos más, así como el cariño permanente de un público agradecido. El 21 de enero del 2002 sufrió un infarto, solo entonces Tele Club se vio interrumpido durante once días, después de los cuales, volvió a sonar el Espantapájaros Azul, tema musical compuesto por el ruso Norbert Ludwig.
Después del infarto, le perdió el miedo a la muerte. “Si Dios quiso que viviera fue por algo. Salí fortalecida de la clínica, sin miedo. Estuve del otro lado y regresé; Dios me lo dio todo sin darme cuenta. Tele Club e Inés son uno, pero nadie es eterno. El programa es solo mío”. Tele Club era ella y ella era Tele Club.
Como dijo un autor, la muerte es la única estación segura de un viaje que todos, sin excepción, abordamos. El secreto no está en esa última estación, sino en las estaciones que visitamos a lo largo de nuestra travesía. Inés regresó a la morada divina y lleva consigo el equipaje de una vida plena y la satisfacción de quien ha aprovechado cada uno de sus días.
A sus familiares les dejo un viejo refrán según el cual sólo quien ha vivido tiene derecho a morir; la muerte de Inés, aunque llena a sus familiares de dolor y tristeza, también debe recordarles el gran legado a ustedes y al país.
Fuimos afortunados de contar con una mujer tan completa. ¡Cuánto desearíamos —dijo un pensador— guardar la fuente de vida eterna, para poder convivir un tiempo más con almas como Inés Sánchez. Cuánto quisiéramos saber el secreto para mantenerlos siempre a nuestro lado. Pero estamos obligados a ser generosos. Allá también necesitan gente como ella. Doy gracias a la vida por haberme permitido ser su amigo.
En la vida caminamos siempre hacia el recuerdo. La memoria es la salvación de los seres humanos, porque de esa forma podemos existir más allá de nuestro tiempo. El tiempo de Inés llegó a su final. Eso duele. Por eso, reitero a sus hijas y a sus nietos y a su bisnieto, mi cariño y mi amistad.
“Nunca podré morirme, mi corazón no lo tengo aquí. Allí me está esperando, me está aguardando que vuelva allí”… Fidel murió y ella nunca pudo volver a su Cuba querida, pero aquí en esta su nueva Patria dejó su inmenso corazón y una marca profunda, imposible de borrar.
Larissa sigue sorprendiendo
En medio de tanta noticia triste, surge una buena. La pequeña Larissa Wheelless, hija de William Hayes Wheelless y Paola Ramírez, quedó en el tercer lugar en la gran final de golf, en la que participó la semana anterior. De acuerdo con Melissa González, del periódico La República, con tan solo 9 años, la costarricense Larissa Wheelless logró un histórico tercer puesto en el campo de golf de Augusta National Golf Club en Georgia, Estados Unidos. Wheelless tiene cinco años de practicar golf de manera profesional y es estudiante de la escuela de golf Jim McLean Golf School, ubicada en Coral Gables, Florida. El camino para llegar a la final nacional de Estados Unidos fue complejo, ya que tuvo que participar en tres torneos eliminatorios en Florida, uno local en Plantation, el sub-regional en Naples y el regional en Jupiter. Este último se disputó en el Bears Club golf course (propiedad de Jack Nicklaus) y fue ahí donde logró coronarse como campeona de la zona sureste de Estados Unidos. “Estoy muy agradecida y emocionada por este resultado, quiero volver a clasificar en un futuro cercano para regresar de nuevo a esta majestuosa cancha de golf. Tener mi trofeo y ver que tiene los logos de The Masters, PGA (Professional Golf Association) y USGA (United States Golf Association) me hace sentir muy motivada”, dijo Wheelless. Esta atleta participa en la categoría de 7 a 9 años, ganó el primer puesto y clasificó para participar en la final de Drive, Chip & Putt, que se desarrolla el día previo a The Masters en el Augusta National Golf Club en donde logró el tercer puesto. “Estoy sumamente orgullosa de la excelente participación que ha tenido Larissa, tratando de poner el nombre de Costa Rica muy en alto y esperando que siga cosechando triunfos”, dijo Paola Ramírez, su feliz madre.
Eso es todo, los quiere Tía Zelmira, la que todo lo mira.