Por Luis Jiménez |17 de agosto de 2023, 13:39 PM

Muchos delincuentes amigos de privados de libertad se las ingenian de todas las formas posibles para poder ingresar droga a las cárceles del país. Las autoridades ya han detectado envoltorios en forma de frijol para lograr sus cometidos.

El fiscal Carlos Eduarte Hernández, indicó que, tras la pandemia, el uso de las encomiendas se posicionó como el principal método para llevar las drogas a los centros penales, sin embargo, también destacó otros métodos muy creativos que se están utilizando.

“El uso de las encomiendas se posicionó como el principal método durante la pandemia, pues consiste en tratar de ocultar las sustancias prohibidas en los paquetes que personas externas remiten a los reclusos. 

“También lo intentan, por ejemplo, en alimentos, en dobles fondos de los recipientes; en gallo pinto, al mezclar pequeños envoltorios de droga pintados dando la apariencia de un frijol; en pastas dentales meten pajillas con drogas; también en panes preparados; o en madera que se utiliza para artesanías”, dijo Eduarte.

Los responsables de ingresar la droga buscan todo tipo de métodos, pero para las autoridades, cuando se utilizan artefactos voladores no tripulados como los drones, se vuelve difícil dar con este tipo de hechos y con los responsables porque este tipo de tecnología es operada desde largas distancias.

Ante la evidente creatividad de los delincuentes para intentar camuflar las drogas, el fiscal asegura que es gracias a la experticia de los oficiales penitenciarios que reciben la encomienda que se logran detectar los ingresos de ilícitos, pues a simple vista son muy difíciles de descubrir.

“Otras que ocurren con cierta frecuencia son el ingreso de los estupefacientes de forma intracorporal; el lanzamiento de paquetes desde el perímetro de los centros penales; el uso de drones que trasladan los estupefacientes y los dejan caer dentro del reclusorio y, en menor medida, el empleo de animales adiestrados para ingresar al centro con pequeños paquetes sin ser percibidos”, comentó Eduarte.

En las últimas dos semanas las autoridades detuvieron a una oficial de la policía penitenciaria intentando ingresar droga a la cárcel de Pococí, Limón.

A esta persona, durante la revisión, se le detectó una caja de leche rellena con un contenido, hasta ese momento, desconocido. Posteriormente, se determinó que era marihuana y droga sintética.

Otro caso ocurrió el lunes anterior luego de que un hombre vestido de negro lanzara un mecate cargado de drogas, vapeadores y baterías a la cárcel de Puntarenas. El sujeto huyó y no pudo ser detenido por Fuerza Pública.

“En ocasiones, cuando privados de libertad requieren una atención médica especializada y, por ende, deben ser trasladados al hospital San Rafael de Alajuela, ahí se logran hacer de drogas de uso no autorizado que alguien dejó previamente en un baño, por ejemplo, y las trasladan a lo interno del centro penal.

“El fin de la introducción de droga es para el comercio dentro del centro penal; llama la atención que el valor de las sustancias, dependiendo del tipo, puede incrementar hasta tres veces en relación con el precio que tienen en vía pública”, agregó Eduarte.

De acuerdo con las autoridades, la mayoría de estupefacientes que ingresan a las cárceles del país son picadura de marihuana, crack y cocaína, aunque también se ha decomisado ketamina, pastillas de drogas sintéticas y medicamentos de uso restringido.

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