¿Quiere volver a Costa Rica el tico un millón?
Casi 16 años parecen ser suficientes para Helbert Núñez, ‘Millón’. La aventura que inició en el año 2000 podría acabar muy pronto.
Casi 16 años parecen ser suficientes para Helbert Núñez, ‘Millón’. La aventura que inició en el año 2000 podría acabar muy pronto. Aunque en Trenton, Nueva Jersey, crio dos hijos, él quiere volver.
“La residencia no me ha interesado mucho”, dijo y afirma que no teme una deportación. “Cabe la posibilidad, no digo que no, nunca he sentido miedo de que me deporten. Tengo la oportunidad de sacar mi residencia pero no le di la importancia necesaria y como pienso regresarme pronto a Costa Rica no le doy prioridad”.
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No duda en afirma que, hoy, quisiera estar en Costa Rica. “Cuando uno sale de su país, se da cuenta de lo importante que es su tierra (…) Quisiera llevármelos (a sus dos hijos) para Costa Rica, de momento si me voy me voy solo, porque parte del futuro de ellos está aquí”.
Entre Trenton y la localidad de Astúa y Pirie hay casi 6.500 kilómetros de distancia, pero los corazones de Helbert y su madre siguen tan unidos como aquel 24 de octubre 1956.
Él quisiera visitarla pero su condición migratoria se lo impide, si regresa a Costa Rica no podrá volver a Estados Unidos, país donde formó una familia.
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“Espero tenerla mucho tiempo más a mi mamá, la amo mucho”, dice Millón, mientras que doña Elisa Artavia afirma que sigue “esperándolo y pidiéndole a Jehová que venga, que se haga pequeñito el tiempo”.
Sobre sus limitaciones en Costa Rica, Helbert siente que sí tuvo oportunidades. “¿Te acuerdas de la quiebra de las financieras en el 87? Yo fui uno de los afectados, traté de hacer un ahorro, traté de tener algo y por esas cosas de la vida perdí todos mis ahorros que había acumulado y me quedé sin nada”.
Así como recuerda ser afectado de ese episodio de los años 80, este símbolo de una Costa Rica que buscaba un nuevo horizonte en los 50 rememora episodios trascendentales de la historia reciente del país.
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“Yo me acuerdo de la erupción del volcán Irazú, yo tenía como 7 años y me acuerdo que escuché de ese volcán y la ceniza y cómo afectaba los techos de las casas”.
La hazaña tica en Italia 90 también tiene un espacio en su memoria. “Yo lo celebré como nunca, anduve con más de un compañero con banderas de Costa Rica en San Pedro, ahí por la fuente de la Hispanidad”.
El terremoto de limón, ese 22 de abril de 1991 tampoco se borra de la memoria de Millón. “Parqueé el carrito por el Parque Central y me fui a hacer un mandado, cuando sentí el temblor y empecé a escuchar los cables que golpeaban y un edificio que se movía”.
En septiembre del año 2001, el temor también se apoderó de Helbert. Recién llegado a Estados Unidos fue testigo del atentado terrorista contra las Torres Gemelas en Nueva York.
“Estábamos trabajando en un techo como a las 9 de la mañana, cuando escuchamos a los vecinos, que se había estrellado supuestamente por accidente un avión. Empezamos a escuchar sirenas y las radiopatrullas, fue algo terrible”, explicó.
Millón votó una vez en Costa Rica, y asegura que lo hizo por Luis Alberto Monge.
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A Helbert ya lo espera una proyecto a miles de kilómetros de Trenton. Meses atrás, su hermana Idalia y él se propusieron desarrollar un negocio ganadero. Periódicamente envía dinero para conservar los pastos, además ya compraron las primeras reses.
“El proyecto es tratar de instalar una pequeña lechería, estoy invirtiendo en pastizales, de hecho ya tenemos cuatro novillas que ya casi se convierten en vacas”.
En Trenton, sus compañeros de trabajo describen a Helbert como una gran persona. “Don Millón es una persona muy especial, si él está con su almuercito y tiene dos tortillas, te da una, te da un pedazo de carne y él siempre está con ese deseo de compartir”, asegura Albán Vindas.
“Ya casi voy a cumplir 16 años acá y pues sí, ya tengo un plan de regresar y uno de esos planes es poder encontrar a mi madre viva cuando regrese”, afirmó Millón.
Su madre, por su parte, no puede ocultar las ansias de que el momento llegue. “Lo abrazaría y quién sabe cuántos besos le daría”.
Él quiere regresar pronto, ella no pierde la esperanza. Con 98 años, doña Elisa sigue esperando el abrazo de millón.