Por Daniel Carmona |1 de enero de 2024, 9:44 AM

Cada vez son más los vehículos con una placa que, con el paso del tiempo, se vuelve más frecuente en las interminables presas de la Gran Área Metropolitana (GAM), en las zonas turísticas e incluso zonas rurales: la placa verde de los carros eléctricos. 

Según Gerson Fernández, jefe de ventas de la marca Neta, una de las claves que atrajo la mirada de más consumidores es la forma en que ahora compiten en rendimiento y en calidad visual con los carros de combustión. 

Y es que, de la mano de la tecnología que avanza con estos medios de transporte, lo hace también la estética y el atractivo de los nuevos carros eléctricos, que dejaron atrás aquellos primeros modelos compactos, imposibles para el uso de más ocupantes.

Es por eso que un equipo de Teletica.com se dio a la tarea de romper varios mitos de la movilidad eléctrica en nuestro país y puso a prueba estos carros en un trayecto de casi 100 kilómetros.

La odisea eléctrica no fue simplemente un viaje de un punto "A" a un punto "B"; fue una experiencia que buscó la realidad de un conductor promedio en Costa Rica, desde llegar a una estación de carga rápida de la red eléctrica nacional, hasta regresar al punto de origen con el mínimo de carga posible.

Antes de salir, se trazó una estrategia meticulosa, se hicieron los cálculos correspondientes, en cuanto a rendimiento y autonomía (la distancia que puede recorrer un vehículo con un ciclo de carga) y los cargadores se convirtieron en paradas estratégicas en el mapa.

Según los expertos, uno de los puntos más importantes para una conducción exitosa en esos carros es la planificación del viaje. 

“Programar el viaje, nosotros le llamamos así, ‘cargar en destino’. Sé que voy para otro lugar, por eso tengo que confirmar que ahí tengo donde conectarlo y, haciendo eso, no hay ningún problema. Voy de San José para Guanacaste, esos 220 kilómetros no iré a tener ningún problema en llegar, ya una distancia como ir hasta la frontera tengo que programarlo un poquito más”, afirmó Stewart Fuentes, capacitador técnico de la marca.

Acostumbrados al ruido y a la vibración de un motor de combustión, esos incómodos acompañantes de cualquier viaje quedaron en el olvido una vez que los primeros metros de carretera demostraron la tranquilidad y estabilidad del carro eléctrico. 

Los kilómetros de silencio nos llevaron a través de la exuberante variedad de vegetación que acompaña a todos los visitantes de zonas turísticas en el país, claro está, nuestro recorrido no podía ser otro que a uno de los atractivos más buscados en Costa Rica: la playa. 

La autonomía de la batería se convirtió en el principal indicador, un recordatorio constante de la dependencia de la electricidad en lugar del combustible fósil.

Un incentivo para los que no tienen lo que comúnmente se conoce como “pie pesado”, para los conductores que les gusta exigir a los vehículos, fue la capacidad de regenerar energía durante el mismo trayecto. A medida que avanzaba, cada vez que se tenía la oportunidad de soltar el acelerador un poco, por más pequeño que fuera el descenso, este ejercicio se volvía un aliado para sumar autonomía.

A pesar de contar ya con 299 puntos de carga a nivel nacional, la idea era llevar al límite el equipo. 

Finalmente, cuando se logró la travesía, al menos la primera parte, el rendimiento fue mejor de lo que se esperaba, al pasar de 471 km de autonomía a poco más 430. Solo se consumieron cerca de 40 km de carga en la batería, en un recorrido de 99,5 kilómetros. 

Una vez más, el equipo a cargo calculó todo lo necesario para el regreso, cerca de 3 horas de viaje nos esperaban y con la autonomía suficiente para regresar con tranquilidad.

Con la ruta lista, se puso en marcha la odisea silenciosa y sostenible que se volvió una extensión natural de cada participante.

Cuando el paisaje natural se desvaneció en el retrovisor, el desafío de llegar sin necesidad de cargar una vez más el vehículo se volvió un temor. El enemigo número uno de cualquier automóvil, sea de combustión o eléctrico, apareció en el escenario urbano: las interminables presas, que se agravaron con la temporada de fin de año. 

Aun con la creciente red de cargadores eléctricos en todo el país, era inherente salir del caos vial para buscar nuestro destino, que estaba a una corta distancia, recordada por la alarma de batería baja que nos daba el indicador de que llegaríamos justo con lo necesario. 

La experiencia culminó con un sentimiento de victoria, se logró llegar aún con una autonomía de varios kilómetros, baja, pero al fin útil para llegar a un conector, que la adaptabilidad ayudó a transformar cualquier enchufe en un aliado: ahora los carros eléctricos dispuestos para esta prueba son equipados con adaptadores especiales para nivelar los niveles de energía y para usarse en conexiones desde 110v a 220v.

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