"Me dieron 2 años de vida por obesidad extrema": Mujer tuvo que perder 70 kilos para sobrevivir
Rebecca Cortés llegó a pesar 146 kilos y a sufrir una cirrosis que por poco se convirtió en un cáncer de hígado. "Tenía el hígado de un alcohólico que está en el caño muriéndose", aseguró.
Trabajaba 20 horas al día y tomaba tres litros de gaseosa diarios. Esa era la vida de Rebecca Cortés antes del año 2020.
Siempre fue una persona de contextura gruesa, pero empezó a subir de peso cuando tuvo su propio dinero para comprarse lo que quería de comer, por ahí de los 18 años.
La alimentación que consumía en el día a día era solo comida chatarra y sus jornadas laborales eran extremadamente intensas y largas.
Se casó a los 36 años y, para ese momento, ya pesaba 120 kilos.
"El doctor me dijo que si no adelgazaba no iba a poder quedar embarazada y que posiblemente habría un riesgo muy grande de perder el bebé. Quedé embarazada súper rápido, pero efectivamente perdí el primer hijo porque mi cuerpo tenía daños hormonales", contó durante una entrevista con Teletica.com.
Se tuvo que hacer un proceso de fertilización in vitro para tener a su primera hija, pero, de igual manera, tuvo decenas de complicaciones.
Con eso también llegó otro factor que impulsó a Cortés a seguir con su adicción a la comida.
"Mi hija nació con una condición con la que, posiblemente, ocuparía un millón de dolares para una cirugía y me obsesioné con el trabajo, pero gracias a Dios no la necesito. La comida es como esa droga que usted come y come y come y cuando se siente que no soporta más se duerme, pero lo que está durmiendo es la ansiedad, el miedo, la soledad", dijo.
Poco tiempo después se divorció, llegó a pesar 146 kilos y usar talla 26W.

"¿Cómo llegué a ese peso? Primero, por un desorden de alimentación. Yo no comía un montón, sino que comía muy mal y de mala calidad. Hacía dietas extremas, ayunos intermitentes de 24 horas y un montón de cosas más. Pasé por todos los centros de nutrición, pero la que no servía era yo", añadió.
Punto de quiebre
Cuando llegó el COVID-19, la mujer tenía todos los factores de riesgo para morir. Ante esto, se fue a vivir a una finca alejada en Turrucares.
Nunca se contagió y cuando regresó a San José fue a solicitar un seguro de vida, pero, para su sorpresa, le dijeron que por su condición de salud era una persona inasegurable.
"Me fui a hacer un examen de abdomen y me dijeron que hace cuánto era alcohólica, pero yo no tomo licor, ni siquiera rompope, y me dijeron que tenía un hígado alcohólico, pero del alcohólico que vive en el caño y se está muriendo. Sin embargo, nada me daba esa llamada de atención que yo necesitaba.
"Todo dio un giro cuando la doctora me dio dos años de vida porque tenía cirrosis, la antesala del cáncer de hígado. Tuve que cambiar mi vida, no trabajar esa cantidad de horas, ir a meditación, comer bien, hacer ejercicio", comentó.
Cirugía
El 7 de diciembre de 2020 le hicieron una manga gástrica y desde ese momento su vida cambió.
Hoy, con 49 años, pesa 70 kilos menos (160 libras) y su hígado está sano y sin grasa.

"Es aprender de esa fuerza de voluntad que no tuve cuando llegué a un nivel de obesidad que no sabía ni que existía. Llegué hasta acá por puro amor propio, entendí que, más que hacerlo para que mi hija tuviera mamá, era yo la que quería vivir".
Tal y como sucede con pacientes que se recuperan de adicciones, al superar una, es frecuente que la adicción se traslade a otra práctica. En el caso de Cortés, la transferencia (nombre utilizado en la ciencia para referirse a este fenómeno) fue hacia el café. Aunque aún lucha contra ello, asegura que cada día ama más su cuerpo y su vida.
"Ahora me siento viva, antes no me había dado cuenta de que estaba muerta en vida. No vivía, sobrevivía. Hoy me siento muy buena mamá porque ya me puedo tirar al piso a jugar con ellas. Pero más que eso, soy mejor mujer. Siento que estoy encontrando lo que siempre he querido en la vida que es hablar, ayudar, comunicar y motivar", concluyó.
Para conocer más de su historia puede ingresar a su TikTok @624steps.rebe.cortes.