Por Teletica.com Redacción |25 de agosto de 2016, 7:35 AM

La esperada inauguración del paso a desnivel en Paso Ancho este jueves puso fin a más de tres años de atrasos, litigios y presas; ejemplos todos de la factura que trajo consigo un proyecto que durante muchos años fue parte de la agenda nacional.

En junio de 2013, cuando el Ministerio de Obras Públicas y Transportes adjudicó la obra a la empresa MECO, se prometió que si todo salía como se esperaba el proyecto estaría listo en abril del 2015, un plazo que podría extenderse en “dos o tres meses” en caso de existir alguna apelación al proceso de adjudicación, publicado un mes antes.

En ese momento las autoridades aseguraron que, pese a que aún había terrenos por expropiar, esto no sería un obstáculo para cumplir con el objetivo de tener lista la obra en el 2015.

Además de cumplir con esa fecha límite la obra debía costar ₡4.721 millones, monto obtenido mediante un préstamo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y que permitiría abarcar toda la etapa constructiva y de diseño, programada para tardar 600 días (20 meses).

Para diciembre de 2013 MECO anunció que la fase de construcción (420 días) empezaría en abril de 2014, pues el proceso de diseño avanzaba con total normalidad. En ese momento; sin embargo, la fecha de entrega ya había ganado dos meses (julio de 2015).

Llegado abril las autoridades aceptaron que el proceso de expropiación –que un año atrás auguraron expedito– estaba entrabado por la negativa de los dueños de los terrenos a aceptar los montos ofrecidos, obligando a un juzgado a realizar un nuevo peritaje de las propiedades.

En ese momento el Gobierno aceptó que solo se habían tramitado seis de las 25 propiedades que se necesitaban para dar luz verde a la fase constructiva, la mayoría necesarias para iniciar con el trabajo de las vías marginales que permitirían cumplir la promesa de mantener siempre habilitados dos carriles por sentido.

El inicio de las obras se trasladó entonces para la segunda semana de setiembre de 2014 y arrancó exactamente el 16 de setiembre. Para entonces aún quedaban por resolver tres expropiaciones y la fecha prevista de entrega se había movido a noviembre de 2015.

De la mano con el arranque de los trabajos también se realizó el cierre del primero de los carriles, lo que obligó a los conductores a armarse de paciencia desde entonces y hasta julio anterior, cuando se volvió a abrir el paso de manera completa.

En el camino los cierres parciales o totales provocaron presas que se convirtieron en parte de la cotidianidad de los 70.000 conductores que, se estima, utilizan esa vía todos los días.

Los trabajos también empezaron a disparar la factura del proyecto, por ejemplo con la imposibilidad de expropiar un terreno en el costado sureste de la rotonda de Paso Ancho, que le costó al Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) más de ₡100 millones por conceptos de indemnización.

En junio de 2015, dos meses después de que se cumpliera la fecha inicial para entregar la obra, el proyecto tenía un 30% de avance y se descubrió la necesidad de iniciar con una expropiación no contemplada en el diseño original. La decisión obligó a reprogramar la entrega para inicios de 2016.

En ese momento los 240 días de atraso con respecto a la fecha original le habían costado al país una factura de casi ₡300 millones, un monto que seguiría aumentado en ₡1.5 millones por cada día de más que se dedicó a la obra.

Con el tema de las expropiaciones atrás, la entrega de la obra se trasladó para mayo anterior, un objetivo que finalmente tampoco se cumplió debido también en parte al traslado de servicios públicos en la zona como agua y telecomunicaciones.

Diez millones de dólares –más otros $3 millones aportados por el Conavi– y 16 meses más tarde de lo previsto, el presidente Luis Guillermo Solís cortó hoy el listón y dio por inaugurada la obra, que ahora deberá validar la promesa de agilizar, hasta en un 90%, los tiempos de espera en la zona.