Tomás de Camino: análisis de la pandemia a través de los números
Un año después de la detección del primer caso de COVID-19 en Costa Rica, un experto en datos nos cuenta lo aprendido en estos 12 meses
Este 6 de marzo se cumplió un año de la detección del primer caso de coronavirus en el país. Desde ese momento, varios expertos en campos muy variados han aportado sus conocimientos para navegar esta tormenta.
Tomás de Camino Beck cuenta con un Ph.D. en Biología Matemática y otros estudios, que le han permitido analizar la pandemia desde los datos, explicando lo que se vive en el presente, echando la mirada atrás en búsqueda de respuestas y tratando de ver hacia dónde nos encaminamos.
También ha hecho investigación en modelos epidemiológicos y ha sido consultor de la Organización Panamericana de la Salud.
Teletica.com conversó con él sobre estos 12 meses y esto fue lo que nos compartió.
A un año de que se detectara el primer caso de COVID-19 en el país, ¿qué es lo que más le llama la atención de ver cómo se han comportados los datos?
“Hay varias cosas en el comportamiento de la epidemia que han sido diferentes comparando Costa Rica con otros países, fatalidad por ejemplo, y aspectos de propagación, esto se debe investigar muy bien para encontrar el por qué. Puede haber explicaciones desde genéticas, hasta culturales. Si encontramos las causas de estas diferencias, podremos enfrentar esta y otras epidemias mucho mejor.
“También, creo que hemos aprendido cómo responde la población de Costa Rica ante una crisis, que pienso nunca se ha vivido en Costa Rica, donde el ciudadano y ciudadana han tenido que sacrificar mucho de su vida cotidiana para poder obtener un resultado colectivo. No ha sido fácil para nadie, pero definitivamente se tiene la capacidad para salir adelante.
“También que nos adelantamos en pensar que teníamos una ola, cuando la ola empezó después, y ahora estamos observando lo que pareciera un comportamiento estacional. Este año queda ver qué pasa con los colegios funcionando, pero tenemos muchas más armas para poder controlar COVID, desde medidas no farmacológicas, hasta farmacológicas”.
Recientemente venimos experimentando una caída en la cantidad de casos y personas hospitalizadas, ¿cómo hacer un año después y con la fatiga acumulada para que la gente no vea los números y decida bajar la guardia?
“Primero, que estamos posiblemente observando un comportamiento estacional de COVID. Esto todavía es difícil de asegurar porque no se ha cumplido un ciclo desde el inicio de la ola (junio), y se debe analizar con cuidado viendo los datos de enfermedades respiratorias en general del año pasado y su variación comparado con COVID. Acá hay que tener precaución, porque estacionalidad no significa que baja y se queda abajo, sino que así como baja rápido, puede subir”.
“Pero hay más razones. Según un análisis que he hecho con mi colega el Dr. Santiago Nuñez, la implementación de uso de mascarilla ha sido vital en el control de COVID, y lo que está pasando también es resultado del uso generalizado de mascarillas. Al mismo tiempo, a pesar de que la movilidad aumentó en la población en diciembre, esta volvió a bajar, y pienso que por voluntad propia de la población. Esto quiere decir que se debe dar crédito a los y las ciudadanas. Básicamente el mensaje es, use mascarilla, y reduzca sus actividades por lo menos a la mitad.
“No se debe subestimar a la ciudadanía. Esta comprende, con muy pocas excepciones, que es COVID, por tanto, la mejor manera de tener una ciudadanía que hace lo suyo, es informar y dar las explicaciones de lo que está sucediendo, sin especular, ni dar respuestas sin soporte en datos. Inicialmente recuerdo que se ‘regañaba’ a las personas que iniciaban una infección, además de que la idea del aislamiento las indisponía contra las medidas a tomar por el COVID. Esto generó un estigma sobre la enfermedad, casi como que era pecado tener COVID, y más aún si por culpa de uno se infectaban muchas personas. Por suerte eso pasó, pues es muy posible que toda persona en Costa Rica, conoce de manera directa, o a lo más a dos grados de distancia, a una persona que haya tenido COVID, además de que se dejó de lado el echar culpas, y por tanto pienso que la población ahora logra entender mejor que no solamente se trata de su salud, sino de una salud colectiva”.
Su trabajo de investigación es clave tener acceso a la mayor cantidad de datos y que estos sean de calidad, ¿cuán complicado ha sido esto en el país?
“Para poder tener un país que da espacio a innovación, es necesario la apertura total de los datos. Esto permite multiplicidad de análisis, que en cuestiones complejas, permite corroborar o contrastar resultados de diferentes grupos. También es extremadamente importante, cuando hay incertidumbre, y el fenómeno epidémico de COVID, es completamente nuevo para todo el mundo, y por eso se necesita que muchas cabezas le den pensamiento a esto, y eso sólo se logra si los datos primarios están publicados.
“Para mí y otros colegas, ha sido difícil conseguir los datos, tenemos los datos básicos, sí, pero hay muchos datos que si se tuvieran, se podría profundizar aún más en tratar de entender la epidemia y por tanto diseñar estrategias de control.
“También estos datos deben estar publicados con formatos claros y que se pueda automatizar la búsqueda de sus actualizaciones, en este momento lamentablemente en el país, los datos no tienen el nivel de un país que promueve el desarrollo de tecnologías de información, ni la transformación digital”.
Al ver los datos y repasar los diferentes análisis que ha presentado junto a sus colegas en este año, ¿cree que las medidas han sido correctas o que se pudo abordar de manera diferente?
“Si algo aprendí, al socializar, o por lo menos participar en redes sociales, en el análisis de una epidemia, es que no debo emitir juicios, sino dejar que los datos hablen. También es difícil decir qué está bien o mal, porque en estos fenómenos a escala humana, no hay contrafactuales, es decir, lo que sucedió, sucedió, y es imposible probar el ‘que hubiera sucedido si’.
“Lo que sí diría es que se debe hacer mucho mayor análisis cuantitativo, y no me refiero a gráficos descriptivos, sino a plantear hipótesis sobre lo que sucede, para buscar más datos y corroborarlos, esto permite hacer diseño de medidas mucho más precisas.
“También que se deben considerar todas las dimensiones del problema, no solamente salud, ni tampoco sólo economía, sino también el impacto en sociedad y cultura”.
En marzo del 2020 había mucha incertidumbre sobre qué hacer y cómo hacer las cosas, ¿cuán importante es el trabajo basado en datos para poder bajar los niveles de incertidumbre?
“Pues la respuesta está en la misma pregunta, el análisis de datos permite bajar la incertidumbre. Pero me refiero al análisis de datos, no solamente descriptivo, que describe la situación, sino proyectivo, que puede mirar hacia adelante. También el análisis retrospectivo, que es lo que hice con el Dr. Nuñez, que mira hacia atrás para evaluar lo sucedido en miras de las diferentes medidas aplicadas.
“Como Costa Rica es un país pequeño, una forma de ampliar la generación de nuevas ideas, es ampliar la participación de grupos que puedan apoyar la toma de decisiones, es decir, no se puede designar un grupo oficial de análisis, sino que se debe crear una comisión donde participan ojalá, los y las mejores científicos, institucionalizados o no, para poder crear las herramientas para la toma de decisiones.
“Otra cosa es que toda decisión debe estar fundamentada en el análisis y datos, y se deben publicar de forma abierta e inmediata para que puedan además ser verificados. En una pandemia, no puede haber ciencia oficial, sino solamente ciencia y de la mejor que tenga el país”.
Uno de los últimos análisis que ha realizado junto a Santiago Núñez toca un tema interesante sobre el levantamiento de restricciones en conjunto con la entrada a clases, ¿cuándo podemos esperar que esta nueva dinámica se vea replicada en los números?
“A inicios de la epidemia el año pasado, me hicieron una entrevista en otro medio, y allí apunté que era importante suspender las lecciones, sobre todo ante la incertidumbre y que potencialmente los colegios y escuelas, en otras enfermedades contagiosas, han sido un foco importante de propagación de las enfermedades. Después de un año, sabemos algo más, y pienso que hay mejores medidas, sobre todo las mascarillas que permiten un funcionamiento de la educación, con ciertos cuidados.
“Pero también es importante monitorear la actividad universitaria, espacialmente en Costa Rica, donde los estudiantes universitarios, tienen desplazamientos grandes, y generan diariamente una gran cantidad de contactos. Creo que la actividad universitaria es más sencilla de mantener de manera virtual por más tiempo.
“En poco tiempo se tendrán los números, y creo que con nuestra metodología se podría detectar cuál es el efecto de la apertura de actividad educativa”.
¿Cuáles cree que deberían ser las principales lecciones que saquemos como país de esta pandemia?
“La primera lección, es que tenemos un sistema universal de salud que es robusto, y que puede soportar una epidemia.
“Creo que la segunda es que nos debemos comunicar mucho mejor con la población general, para no transformar un problema de salud en un problema político. La politización de la salud genera desconfianza, y esto se evita, con mucha transparencia en los datos, y con explicaciones oportunas de qué sucede, y por qué se toman las medidas que se toman, que pueda ser verificado con detenimiento por cualquier ciudadano o ciudadana.
“La otra es que no hay mecanismos de participación ciudadana, que permitan a cualquier persona participar en la generación de soluciones propias. Los países de primer mundo se han desarrollado, porque generan sus propias soluciones, y porque los y las mejores de sus países son tomados en cuenta a la hora de desarrollar un país en crisis. Dicho de otra manera, en una crisis, no se puede esperar que el funcionamiento normal genere soluciones propias, sino que hay que articular de manera activa, la participación de los y las mejores que estén en el país, para ponerlos a trabajar”.