Nuevos sindicatos en Starbucks, Amazon o Apple enfrentan resistencia de empresas
Algunos denuncian consecuencias directas de sus decisiones, como un barista de Starbucks que perdió su empleo oficialmente por no quitarse un pin sobre prevención del suicidio de su delantal.
Empleados de Starbucks, Amazon o Apple dieron la nota en los últimos meses en Estados Unidos al desatar una nueva ola de sindicalizaciones, pero tienen dificultades para ver reflejado el éxito de su movimiento en avances concretos.
Algunos incluso denuncian consecuencias directas de sus decisiones, como Will Westlake, barista de Starbucks que perdió su empleo a comienzos de octubre, oficialmente por no quitarse un pin sobre prevención del suicidio de su delantal.
Pero según él se trata de un pretexto y, asegura, fue despedido en represalia por participar, desde hace un año, en el equipo que condujo en diciembre de 2021 al sindicato Starbucks Workers United (SBU) a formarse en un café gestionado directamente por la cadena en Buffalo, Estados Unidos.
Desde entonces, unos 250 establecimientos de la firma se unieron al movimiento.
"Soy el número 123 en la lista" de trabajadores despedidos por haber militado por un sindicato, asegura Westlake.
La empresa prefirió no comentar a las acusaciones del sindicato en su contra.
Se trata de sanciones "lamentablemente rutinarias" en las empresas estadounidenses, destaca Ruth Milkman, socióloga de la universidad CUNY.
"Jóvenes frustrados"
Como muchos observadores del mundo sindical, esta experta se vio sorprendida por la llegada de sindicatos a establecimientos de Starbucks, Amazon, Apple, o a los supermercados Trader's Joe, empresas en donde esta forma de organización no suele prosperar.
"Fueron momentos particulares, entre escasez de mano de obra, pandemia, jóvenes trabajadores frustrados por pocas opciones", resume.
Desde los años 1980, la tendencia es a la baja de la tasa de afiliación a sindicatos.
Pero, la agencia que rige el derecho del trabajo en Estados Unidos, la NLRB, registró un incremento de 53% en la organización de votaciones sindicales en los 12 meses que terminaron en setiembre. Se trata en algunos casos de pequeños establecimientos, matiza Milkman.
Ganar una elección "es la parte más fácil" pero luego hay que lograr "un convenio colectivo y el gobierno no siempre tiene los medios para empujar a las empresas a negociar de buena fe", explica el profesor de Sociología Cedric de Leon, de la universidad de Massachusetts Amherst.
Cultura del miedo
La agencia NLRB se queja de que varias empresas utilizan estrategias antisindicales.
En agosto, un juez ordenó a Starbucks recontratar a siete empleados de un café de Memphis despedidos luego de haber intentado unirse a un sindicato.
Los empleadores "quieren reinstaurar la cultura del miedo y la intimidación", asegura De Leon.
Los nuevos miembros de los sindicatos tiene un respaldo político poco frecuente en Estados Unidos: el presidente Joe Biden saluda regularmente sus avances.
Este apoyo no alcanza, afirma De Leon. Los sindicatos necesitan el respaldo de las comunidades locales y sobre todo mostrar que están dispuestos a actuar: "250 cafés Starbucks que hagan huelga al mismo tiempo, puede ser decisivo", ejemplifica el sociólogo.
El experto recuerda que las dos últimas grandes olas de afiliación sindical, en los años 1930 y 1970, ocurrieron durante períodos de crisis económica.