Los planes de gobierno, sometidos a un análisis programático
Steffan Gómez, investigador del PEN, muestra las entrañas del complejo 'software' utilizado para analizar las propuestas de los candidatos en los comicios electorales de este año.
Steffan Gómez es uno de los investigadores detrás del reconocido Informe Estado de la Nación (PEN), una de las referencias académicas más respetadas en el país. Las elecciones de este domingo son los terceros comicios en los que participa como investigador, y esto le ha permitido formular una visión más integral sobre las principales diferencias que existen entre estas elecciones y las de años anteriores.
Estuvo a cargo de los informes publicados esta semana y dedicados al análisis programático de los textos de los planes de gobierno de ocho de los partidos que llegan hoy a los comicios: el Partido Liberación Nacional (José María Figueres), el Partido Unidad Social Cristiana (Linneth Saborío), Nueva República (Fabricio Alvarado), Progreso Social Democrático (Rodrigo Chaves), el Partido Liberal Progresista (Eliécer Feinzag), Frente Amplio (José María Villalta), el Partido Acción Ciudadana (Welmer Ramos) y el Partido Costa Rica Justa (Rolando Araya).
Durante la entrevista, abrió el portillo al inmenso banco de datos que se obtiene gracias al análisis programático de los planes de gobierno. En palabras suyas, “mostrando la cocina” detrás de la información académica que se ofrece como recurso a los ciudadanos para ejercer un voto más informado.
¿Qué es el análisis programático y cómo funciona?
Es un análisis del texto de los planes de gobierno dividido en párrafos con el fin de determinar el alcance de las propuestas de esos programas.
La forma en como se hace el análisis es clave: primero, compilamos los programas en PDF, luego los convertimos a un documento "plano" de solo texto que sea legible por el software estadístico que utilizamos (se llama "R").
Partiendo de esa información, se genera una base de datos en Excel y se clasifican los párrafos bajo cuatro categorías específicas: el texto sin propuestas, que suele ser contenido de contexto y justificación que también es necesario para sentar las bases antes de hacer un planteamiento; por ejemplo, son textos que citan cifras de violencia o de desempleo y explican la gravedad de la problemática, pero sin incluir ninguna propuesta. En segundo lugar, están los textos con propuestas generales, estos son los que responden a la pregunta del “qué”, por ejemplo, cuando en el plan de gobierno de algún candidato plantea reducir la pobreza, pero se queda ahí, sin especificar cómo hacerlo.
Después, están las propuestas con metas, aquellas que además de decir qué van a hacer, proponen metas cuantificables; por ejemplo, cuando en el plan un candidato dice “quiero reducir el desempleo un 5% y lo haré en un plazo de cuatro años”. Ahí responde al “qué” y al “cuánto”. En último lugar, están las propuestas concretas, que son aquellas que no solo abordan el “qué” y el “cuánto”, también indican el “cómo”. De este grupo de propuestas, sale una categoría más, que son las propuestas robustas, aquellas que toman en cuenta la factibilidad política (cuáles alianzas serían necesarias para hacer realidad la propuesta o cuánto le costaría al Estado y si existen efectivamente esos fondos para costearla).
Ahora bien, conociendo estas bases, ¿qué encontraron en los planes de gobierno?
En cuanto al contenido específico global, de los ocho programas que ya están, un 28% de ellos contiene texto sin propuestas (contexto, diálogo, explicaciones), que representa poco más de una cuarta parte. Mientras que un 51%, o sea la mitad, son propuestas de orden general.
La mayoría de los partidos lo que hacen es plantear propuestas del tipo general, sobre temas que son tremendamente atractivos para llamar al electorado. En términos generales y temáticos, siguen siendo los mismos temas de siempre. Políticamente, este país sigue discutiendo desde hace años sobre lo mismo: el empleo, la desigualdad, la pobreza y todo lo que esté alrededor de ese núcleo duro.
¿Por ejemplo?
Por citar dos casos: el Partido Liberación Nacional (PLN) en su plan abarca mayoritariamente los temas de economía y empleo. La mayoría de los planes suelen compartir esta misma temática, sin embargo, cada partido los aborda desde distintos subtemas.
En el caso del PLN, las propuestas abordan turismo, crecimiento económico y competitividad. Por otro lado, el partido Frente Amplio (FA) prioriza los temas relativos a la pobreza y a la desigualdad, y una gran parte del enfoque de sus propuestas para este tema recae en planteamientos sobre la salud, las mujeres, la Seguridad Social y las pensiones.
¿Podríamos hacer un ejercicio? Le digo un tema y usted me dice qué arroja el software que utilizan para la medición.
Adelante.
La educación vive una grave crisis histórica. Me gustaría saber cuántas propuestas concretas y robustas plantean los ocho planes de gobierno que están integrados en la base de datos.
En cuanto a educación, vemos que en total hay 8.382 párrafos dedicados al tema entre los ocho planes de gobierno. En cuanto a propuestas robustas, con metas y con el elemento del "cómo", vemos que solo hay tres partidos: el Frente Amplio (José María Villalta) que tiene tres, el Partido Liberación Nacional (José María Figueres) que tiene cuatro y el Partido Liberal Progresista (Eliécer Feinzag) con dos.
Hagamos el mismo ejercicio, pero esta vez buscando propuestas concretas sobre los temas relacionados con la mujer.
Según lo que estoy viendo en este momento, así en caliente, hay solo dos propuestas robustas, y están en los planes del FA y del PAC. Recordemos que esto que me pides que busque se refiere concretamente a las propuestas donde el candidato dice qué va a hacer y cómo lo va a hacer.
Con eso dicho, hay 69 entradas entre los ocho partidos que detallan el "cómo" (con una propuesta concreta) para este tema. Por lo tanto, este software me arroja que las políticas concretas sobre el tema aparecen en siete planes de gobierno: Costa Rica Justa (Rolando Araya), FA, PAC, PLN, PLP, Nueva República (Fabricio Alvarado) y Progreso Social Democrático (Rodrigo Chaves).
Dice que son siete los planes que tienen propuestas concretas sobre el estado de la mujer, pero, en la base de datos, ustedes analizaron a ocho partidos. Eso significa que falta uno.
En cuanto a políticas concretas sobre el tema de la mujer, el PUSC de Lineth Saborío no tiene ninguna. Abriendo el plan de gobierno, vemos que sí hay menciones a la mujer, pero en este caso dichas menciones están categorizadas como texto sin propuestas, ya que aportan contexto y justificación sobre el tema, pero sin incluir ninguna propuesta. Veo aquí en el software que también aparece una propuesta general, donde se habla sobre capacitaciones técnicas y la incorporación de la mujer en las industrias de conocimiento y tecnología, pero no especifica cómo se hará.
Reitero, esto dice qué se va a hacer, pero no dice cuánto ni cómo. Eso no significa que no mencione a la mujer dentro de su plan de gobierno, solo significa que no la menciona entre sus propuestas concretas y robustas.
Hablemos de otro tema que cada vez preocupa más a la comunidad académica: la desinformación y las teorías de conspiración que hoy están al alcance de todos gracias a las redes sociales.
El tema de la legitimidad es un tema del que nadie se salva. En el mundo actual, existe una propensión a deslegitimar lo que tradicionalmente habíamos legitimado. Esto significa que instituciones que son históricas, como por ejemplo las universidades, los centros de pensamiento, la misma religión, en fin, instituciones que eran claves, con parámetros en la construcción de identidades sociales, políticas y económicas y que de alguna forma eran un referente. Eso cambió.
Efectivamente hay críticas, eso siempre ha existido, algunas con sentido, otras más antisistema, entonces ahí, en esa discusión que no es racional ni empírica, es muy difícil.
¿Qué hacemos nosotros para enfrentarlo? Uno: el proceso de construcción de todos estos informes pasa por talleres de consulta con múltiples sectores de la sociedad. Antes de que nosotros saquemos los informes y todo lo que hacemos en Estado la Nación, hay talleres de consulta donde ya fueron pre revisados o discutidos con gente de sectores empresariales, sociales, sociedad civil, el mismo Gobierno y gente de la academia. Hay todo un proceso de validación.
El segundo elemento es ser muy transparente metodológicamente. Por ejemplo, en las publicaciones que tienen que ver con los planes de gobierno, al final siempre vas a encontrar la metodología que se siguió. Para que cada quien sepa qué se hizo y cómo se hizo. De manera que todas las publicaciones tienen exactamente el mismo formato y a todas se les aplicó exactamente la misma estructura y el mismo tipo de gráfico de análisis para evitar posibles cesgos.
Por eso nos concentramos tanto en la metodología y lo sometemos a la consulta de múltiples sectores. Ponemos las metodologías a discusión de gente que piensa muy distinto a uno y después mostramos cómo se ejecutaron esas metodologías, siendo transparentes metodológicamente.
Muchos se refieren a estas elecciones como atípicas. ¿Usted está de acuerdo con esa afirmación?
Sí son atípicas por la pandemia, pero en términos programáticos, yo no las veo tan atípicas. Tenemos condiciones muy similares a hace cuatro años, con una altísima volatilidad electoral y una gran cantidad de indecisos. Me atrevería a decir que se parecen más a las elecciones que tuvimos antes de las anteriores. Las elecciones de hace cuatro años sí que fueron atípicas, porque se polarizó por completo sobre un tema.
O sea que, dejando de un lado a la pandemia, las elecciones realmente atípicas fueron las de 2018.
Una de las hipótesis más fuertes a este punto, y este ya es mi sombrero politológico personal, es que hay un grupo grande de gente indecisa porque no se ha presentado todavía un tema que divida la discusión. No ha habido una narrativa en la campaña que sea claro.
Hace 4 años, a inicios de enero, cayó el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que decía que Costa Rica tenía que aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Eso fue un meteorito que impactó y automáticamente, casi como Moisés, dividió las aguas.
Cuando cayó ese meteorito, automáticamente las diferentes candidaturas se alinearon a favor o en contra de la Corte. Eso generó dos polos, que es típicamente lo que se necesita para generar una polarización. La discusión a partir de ahí fue básicamente de conservadores versus progresistas.
De hecho, hace cuatro años hicimos un análisis muy interesante donde se veía, basándonos en los análisis del votómetro, dónde habitaba la gente que es progresista y dónde habitaba la gente conservadora. Si ves cómo están divididos estos grupos a escala territorial, fue exactamente casi como quedaron los resultados en segunda ronda: el PAC ganó el valle central y Guanacaste, que son más progresistas. RN ganó Limón, Puntarenas, Pacífico Central y Pacífico Sur, que suelen ser más conservadores.
¿En estas elecciones no ha caído ningún “meteorito”, entonces? Me atrevería a decir que eso podría ser algo bueno, ¿o no?
Esa ausencia de meteorito es muy interesante, porque ha obligado a los partidos a hablar por el fondo sobre sus temas.
Cuando se polariza la discusión, es la salida fácil y deseable de un partido, porque entonces concentra todas sus energías en un solo tema y sobre eso ajusta los discursos, pero aquí no hay uno, hay un montón. Y hay un montón de gente que coincide en muchas de esas cosas. Por ejemplo, en cuanto a la regla fiscal, algunos partidos coinciden en que hay que ajustarla, entonces, ¿cómo te diferencias? Algunos partidos coinciden en que hay que hacer algo con el IVA, y ocurre lo mismo.
Puede ver los análisis programáticos del PEN a los que hace referencia el entrevistado en este enlace.