¡Qué caro que es Costa Rica!
Aquí pagamos por bienes y servicios de segundo y tercer mundo pero con precios de primer mundo; incluso, hay naciones de renta alta que cobran menos que aquí; por ejemplo, un café en Europa puede costar hasta la mitad de lo que pagamos los ticos por la bebida nacional por excelencia... ¡y que se produce aquí!

Qué triste decirlo pero es una verdad que golpea el ego nacional y, ante todo, el bolsillo: Costa Rica es extremadamente caro.
Aquí pagamos por bienes y servicios de segundo y tercer mundo pero con precios de primer mundo; incluso, hay naciones de renta alta que cobran menos que aquí; por ejemplo, un café en Europa puede costar hasta la mitad de lo que pagamos los ticos por la bebida nacional por excelencia... ¡y que se produce aquí!
Esta realidad -la de vivir en un país caro- me golpeó con fuerza al leer un post de mi compañero Josué Sánchez, quien el fin de semana pasado viajó a Cali, Colombia -otro país de renta media como el nuestro-, para la cobertura de un festival de música.
Josué expresó su indignación y tristeza al ver que aquí nos maltratan el bolsillo. Contó que allá con un $1 se puede comprar una botella de agua y una cerveza. No leyó mal: agua y cerveza, las dos cosas juntas, por $1. ¡Y aquí con $1 -poco más de 500 colones- no alcanza ni para una botella del preciado líquido!
¿Le cuesta difícil creerlo? Pues entonces cáigase de espaldas al saber que con $100 -poco más de 50.000 colones- se puede comprar un traje entero de alta calidad, corbata, seis pañuelos y un par de medias en una reconocida tienda con presencia en nuestro país, y que por esa suma difícilmente uno pensaría en pagar aquí por un traje entero, tan siquiera en la mitad de ese traje.
Y ni qué pensar en unas vacaciones en alguno de nuestros hoteles: un fin de semana para dos personas es mucho más caro que un viaje a Nicaragua o Panamá -sin ir muy lejos- en un hotel cómodo y agradable, con todas las comidas y hasta con un tour incluido.
Y si logra juntar un poco más de plata entonces se va a Cancún con una oferta de 2x1 -por menos de $1.000- y, si le junta otro poquito más de plata- mejor cruza el "charco" -el Atlántico- y se va para Europa.
El argumento de comerciantes y sector turístico es que nuestro país ofrece servicios diferenciados, de calidad, con conciencia social y ambiental y que aquí se pagan altos impuestos y cargas sociales.
Puedo entender lo de las cargas sociales y los impuestos (lástima que uno no los ve del todo bien empleados cuando buena parte de ellos van para costear onerosas convenciones colectivas), pero que no me vengan a decir que ofrecemos un servicio de calidad cuando la atención dista mucho del precio que se paga.
Es cierto, tan cierto como que me llamo Sergio, que hay lugares que se esmeran en dar un buen servicio, pero en otros parece una tortura.
Así las cosas no queda más que hacer un esfuerzo supremo por estirar el bolsillo, caminar más y comparar precios y servicios y ahorrar mucho para darse un gustico, ya sea aquí -sabiendo que no es nada barato- o fuera del país. Es triste decirlo -y más yo que soy un enamorado de este terruño- pero es la realidad.