La corrupción (caso una docente que detectó presuntas irregularidades)
Hace varios años, una conocida mía comenzó -es docente del sector público, por cierto- a tener problemas con sus superiores debido a la corrupción. De una forma u otra, esas personas lograron ser lo suficientemente venenosas y egoístas como para robar el dinero de los padres de familia de sus estudiantes para beneficio propio.
Amanda Salas, estudiante de colegio.
Ludwing Von Mises dijo: "La corrupción es un mal inherente a todo gobierno que no está controlado por la opinión pública.”
No podría estar más de acuerdo con él en este preciso momento. Como en todo gobierno, como en todo país, siempre va a existir la corrupción, llevamos miles de miles de años sobre la faz de la tierra, y aunque han existido líderes políticos a quienes ahora aclamamos, citamos y consideramos genios o grandes de la política, aún no se ha podido hacer nada para erradicar esta faena que diariamente enfrentamos a nivel mundial.
Si fuera el caso de que ya no existiese tal cosa: ¿dejaríamos de ver tantos precarios en medio de enormes edificios lujosos? ¿Existiría la pobreza? ¿Tan siquiera hubiera disminuido? ¿Prevalecería eso a lo que llamamos lavado de dinero? ¿Los robos?
Las personas no son genios, no se puede determinar que en un futuro todas las personas van a dejar de pasar miserias y van a poder obtener la calidad de vida que muchos ahora disfrutan.
Antes de llegar al punto, me desviaré un poco del tema. Algunos entenderán, otros no.
Mirar nuestro país a través de la ventana de un carro, de un bus, del tren, incluso desde el asiento de una motocicleta, es como ver un cuadro hecho por dos artistas diferentes.
Por un lado, vemos un lugar brillante, casas enormes y lujosas, gente que disfruta de salir a un centro comercial y posee autos del año; por el otro, observamos a aquellos cuyas casas están hechas de latas, si es que siquiera pueden permitirse eso debido a que tienen que preocuparse por la comida que le darán a su familia.
Cierto, existe un punto intermedio en todo esto, pero realmente solo se ven dos frentes en esta situación. No juzgo a aquellos que están en la segunda condición, más bien los admiro por su fortaleza y por su deseo de salir adelante; tampoco a los que tienen dinero suficiente como para ir toda la familia a otros países en vacaciones de medio año.
Pero, hay que admitir que a muchos de nosotros nos ha cruzado la mente la pregunta “¿Su dinero es realmente suyo?” No podemos evitar preguntarnos si esas casas tan grandes, tan lujosas, fueron construidas de verdad a base de esfuerzo, o bien son fruto de tratados ilícitos. Los narcotraficantes tienen mansiones, son un claro ejemplo de que la corrupción te da un gran sueldo, pero no un seguro de vida.
Sin embargo, no pretendo discutir las clases sociales a las que el mundo se enfrenta ni al narcotráfico, sino más bien la amenaza inmoral por la que aquellas personas honradas y serviciales están perdiendo la fe y el amor por su trabajo diariamente.
Estoy consciente de que en las redes sociales muchos de los ticos hablan respecto a una gran variedad de cosas erróneas que suceden en el país, pero esta vez, quisiera comentar de un caso con el que resulta estoy bastante familiarizada.
Hace varios años, una conocida mía comenzó -es docente del sector público, por cierto- a tener problemas con sus superiores debido a casos de presunta corrupción.
De una forma u otra, esas personas lograron ser lo suficientemente venenosas y egoístas como para, aparentemente, manejar a su antojo el dinero de los padres de familia de sus estudiantes para beneficio propio, nadie sabe realmente qué sucedió con todo ese dinero, ya que utilizaban la excusa de que iban a remodelar la escuela; de esto, hace ya unos tres años, digamos.
Poco tiempo después, cambiaron al superior, por lo mismo que mencioné anteriormente. El año pasado, llegó uno nuevo, y todos en el trabajo pensaron que iba a ser diferente, que en verdad lograría enmendar los errores que el antiguo superior había cometido. Las cosas iban bien al principio, la verdad, pero resultó ser que desde un principio tenía la otra mano por detrás.
Sucedieron muchas cosas similares a lo que había ocurrido antes, no obstante, llegaron al punto de ser cosas realmente ilegales.
El asunto alcanzó un punto en el que los demás docentes, mi conocida incluida, sufrieron de acoso laboral, pues su superior los amenazaba con quitarles los recargos o despedirlos. Para finales de diciembre, al menos tres empleados ya estaban sin trabajo.
Todo esto llegó a oídos de alguien muy importante, alguien con influencia más allá del MEP. Aquellos que conocían la trama de la telenovela, porque eso parecía, esperaban con ansías escuchar la respuesta de esta persona, pues creían que por fin intervendrían de una vez por todas y el acoso y la moral baja se irían. Pues creyeron mal.
La única cosa que valió la pena rescatar de esta amigable charla cero provechoso, fue lo que hizo que mi decepción hacia el poder de arriba alcanzara su punto de quiebre: “Equis institución ha sido corrupta desde hace mucho antes de (...), no se puede hacer nada al respecto ahora; así ha sido Costa Rica desde siempre”.
Soy perfectamente consciente de lo que eso significa, pero, ¿podría alguien decirme qué es eso? Simplemente dijo, a como yo lo escucho, que ya no hay remedio para la corrupción, que ya Costa Rica no vale la pena el ser salvada, al menos un poco, de la oscuridad por la que muchos de nosotros hemos tenido que pagar, o lo estamos haciendo.
Seré joven y no habré experimentado como muchos lo que es verdaderamente salir al “mundo real” y enfrentar lo que conlleva o lidiar con las consecuencias, pero reconozco perfectamente cuando alguien ha buscado todas las maneras posibles de arreglar algo, y cuando esa persona es simplemente improductiva y nada más está allí por el dinero.
Mi intención no es ofender, molestar o crear una controversia entre las personas que lean esto. Únicamente quería expresar lo que pensaba. Aunque, si quisiera hacer una pregunta.
¿Qué pensarían ustedes, adultos, si todavía fueran jóvenes y vieran que en su país no existe, no del todo, la justicia? ¿Qué pensarían del hecho de que ahora vale más el dinero, el estatus social, que la opinión pública, que la verdad?
Comprendo que, tristemente, ahora estamos rodeados por mentiras y lo único que salen de las bocas de los líderes son puros comerciales baratos con farsas, sin embargo, ¿cómo se sentirían ustedes al saber que, cuando sean mayores de edad, lo que ustedes crean u opinen no valdrá nada?
Recuerden, ahora es su mundo, pero dentro de poco serán de los jóvenes, las nuevas generaciones, quienes ocuparemos su lugar. ¿Nos dejarán a nosotros los restos de aquello que no lograr