3 de septiembre de 2017, 6:07 AM
Baby yawning
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Descifrar cómo se activa el impulso incontrolable y contagioso del bostezo puede ayudar a curar enfermedades relacionadas con tics nerviosos como el síndrome de Tourette o la epilepsia, según un reciente descubrimiento de un grupo de científicos de la Universidad de Notthingham, en Reino Unido.

Y estos científicos descubrieron que el acto involuntario del bostezo se activa por reflejos primitivos en la corteza motora primaria del cerebro, que se ocupa de los movimientos del cuerpo.

El contagio que todos hemos experimentado cuando vemos a alguien bostezar, es una forma de lo que se conoce como ecofenómeno: la imitación automática de las palabras (ecolalia) y las acciones (ecopraxia) de otra persona.

Este fenómeno no es exclusivo de los humanos y se puede ver en otros animales como los chimpancés o los perros.

Y aprender a controlar los ecofenómenos es lo que puede ayudar a curar condiciones clínicas que tengan relación con el incremento de la excitabilidad de la corteza motora o, por el contrario, en la disminución de la inhibición fisiológica o contracción de músculos.

Algunas de estas enfermedades en las que se están presentes los ecofenómenos son la epilepsia, la demencia, el autismo o el síndrome de Tourette, caracterizado por tics físicos y vocales.

Excitabilidad

La clave para mitigar y tratar estas dolencias está en reducir la excitabilidad que desencadena los ecofenómenos.

Durante la investigación, publicada en la revista Current Biology, los científicos de la universidad británica monitorizaron a 36 voluntarios que observaron a otras personas bostezar.

Lo que descubrieron es que la capacidad para resistir un bostezo es limitada, sobre todo cuando alguien que tenemos cerca abre la mandíbula de forma desmesurada.

Los científicos también pidieron a los participantes que intentasen reprimir sus ganas de bostezar y esto, sólo aumentaba su deseo de hacerlo, es decir, su excitabilidad.

Según el equipo investigador, no hay nada que podamos hacer para evitar un bostezo .

Además, usaron "estimulación magnética transcraneal" para poder incrementar la excitabilidad en la corteza primaria y, por tanto, la tendencia de los sujetos para bostezar.

Revertir el proceso

Tras el experimento, los científicos comprobaron que aumentando la excitabilidad se aumentaban los bostezos y, por el contrario, para reducirlos habría que disminuir el estímulo.

Curar las enfermedades relacionadas con este tipo de movimientos voluntarios consistirá en reducir los actos involuntarios e inevitables.

Georgina Jackson, profesora de neuropsicología cognitiva aseguró que el estudio puede tener muchos más usos.

"En el síndrome de Tourette, si podemos reducir la excitabilidad quizás podamos reducir los tics, y eso es en lo que estamos trabajando", dijo.

"Si podemos entender cómo las alteraciones en la corteza primaria dan lugar a los desórdenes neuronales, es posible que podamos revertirlos", añadió el profesor Stephen Jackson, quien también participó en la investigación.

Los científicos que lideraron el estudio quieren encontrar una cura a estas enfermedades que no implique la utilización de fármacos .

"Estamos buscando tratamientos personalizados que no requieran medicamentos. Usar la estimulación magnética craneal puede resultar a la hora de modular los desequilibrios en el cerebro", dijo Jackson.

Un grupo de personas sentadas alrededor de una mesa de oficina bostezando
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Está demostrado que el bostezo es contagioso pero aún se desconoce por qué.

El doctor Andrew Gallup, un psicólogo de la Universidad de Nueva York en Albany, llevó a cabo una investigación sobre la conexión entre la empatía y el bostezo y dijo que usar la estimulación magnética era un "enfoque novedoso" en el estudio del contagio en el bostezo.

" Seguimos sabiendo relativamente poco sobrepor qué bostezamos . Varios estudios hablan de que hay una relación entre el bostezo contagioso y la empatía pero, los resultados apoyando esta teoría son diversos e inconsistentes", dijo Gallup.

"Este último estudio (de la Universidad de Nottingham) todavía aporta más pruebas de que bostezar no tiene nada que ver con un proceso empático", sentenció.