MasQN
“Wicho”: El último boyero de Liberia mantiene viva la tradición
A sus más de 70 años, es un personaje emblemático de su comunidad y guardián de una de las costumbres más antiguas de Costa Rica.
En Zaragoza de Palmares, Alajuela, se encuentra una figura familiar que ha compartido sonrisas y refrescado las tardes de la comunidad por décadas: Asdrúbal Jiménez, conocido cariñosamente como “Coperín”. Con 66 años y una energía que parece no agotarse, es mucho más que un vendedor de copos, es una parte viva de la historia local.
Jiménez vive en Santiago de Palmares, pero su lugar de trabajo es el parque central de Zaragoza, donde, día tras día, desde las 11 a. m. hasta las 4 p. m., se le puede encontrar con su carretilla de granizados, siempre listo para atender a quienes buscan un dulce alivio bajo el sol.
A lo largo de los años, ha llegado a conocer a cada persona que frecuenta el parque, y con su cálida sonrisa y actitud amistosa, ha logrado ganarse el cariño de todos (repase la nota completa en el video adjunto).
Su apodo, “Coperín”, refleja no solo su oficio, sino también el afecto que la gente siente por él. Ser copero ha sido su vida desde joven, y aunque el trabajo puede ser exigente, él lo ha transformado en una fuente de pura alegría, tanto para él como para quienes disfrutan de sus copos.
“Bueno, si quitamos el hecho de que soy bien tieso, podríamos decir que le pude seguir el ritmo”, bromea el hombre, mostrando su característico sentido del humor y actitud positiva ante la vida.
Casado y padre de tres hijos, Jiménez ha logrado mantener a su familia a través de su trabajo, pero más allá del azúcar y el hielo, lo que realmente distingue a “Coperín” es la alegría que transmite.
Cada copo que prepara es una pequeña obra de arte, cuidadosamente adornada con jarabes de colores y una generosa capa de leche condensada. Los niños se acercan emocionados, y los adultos lo hacen con nostalgia, recordando los tiempos en que ellos mismos corrían hacia él con la misma ilusión.