POR Juan Carlos Zumbado | 23 de septiembre de 2024, 18:55 PM

En San Lorenzo de Desamparados, San José, se encuentra un sitio emblemático que ha logrado fusionar el fútbol y la historia local de manera única: el Bar San Lorenzo, popularmente conocido como el Bar La Piedra. 

Este rincón, con más de un siglo de existencia, es el hogar de una tradición futbolera que se ha mantenido viva por casi cuatro décadas (ver nota completa en el video adjunto). 

Todo comenzó en 1984, cuando el entonces dueño del negocio, Rafael León, decidió traer una gran piedra por 500 colones desde Cartago. La finalidad de aquella enorme roca no tenía nada que ver con el fútbol: su propósito era evitar que los carros chocaran contra el local, que para ese entonces ya tenía varias décadas de vida. 

Sin embargo, el destino tenía otros planes. En 1986, tras la victoria del equipo de Puntarenas sobre Liga Deportiva Alajuelense, don Rafa tuvo la idea de pintar la piedra con los colores del equipo campeón, un gesto que transformó esa roca en un símbolo del fútbol nacional.

El primer artista encargado de dar color a la piedra fue un vecino conocido como “Chela”, quien la pintó de anaranjado, en honor a Puntarenas. Este acto marcó el inicio de una tradición que ha perdurado por 38 años. Cada vez que un equipo se corona campeón del fútbol nacional, la piedra cambia de colores, reflejando el orgullo de los hinchas locales y el amor por el deporte.

Pero la piedra original no fue la única. Con el paso del tiempo, se adquirió una segunda, aún más grande, la cual costó 150 mil colones y fue traída desde el tajo de Quebrada Honda en Cartago. Así, la tradición continuó creciendo, involucrando a los vecinos y atrayendo la atención de aficionados al fútbol de toda la región.

La Piedra, más que un bar, es un monumento vivo al fútbol y a la comunidad, un lugar donde la pasión por el deporte se refleja en cada rincón y donde, cada año, los colores de la piedra cuentan una nueva historia.

Lea también

MasQN

Daniela Martínez, un legado de amor y servicio en San Pedro

Su historia es un recordatorio del poder que tiene el amor al prójimo.