POR | 27 de junio de 2022, 17:24 PM
Dr. Alexander López/ Académico de la Universidad Nacional.
El reciente proceso electoral colombiano mostró la continuación, por un lado, del ambiente de transformación que permea a América Latina y en el caso de Sudamérica, un cambio hacia gobiernos con una agenda social más fuerte. En efecto, si uno analiza los dos candidatos que accedieron a la segunda ronda, tanto Gustavo Petro, de izquierda, y Rodolfo Hernández, de derecha, eran por así decirle dos candidatos antisistemas, siendo el triunfo de Gustavo Petro y Francia Márquez una muestra de ese cambio al ser la primera vez que un gobierno de izquierda se hace del poder en Colombia.
Los resultados muestran una Colombia dividida, en donde Petro obtuvo la presidencia con más de 11,2 millones de votos, algo más del 50% de la votación. Esa división es la misma que caracteriza la sociedad colombiana en su conjunto, en donde la desigualdad es una de las principales características del sistema, generando un problema estructural de movilidad social.
Colombia tiene fuertes problemas de inequidad y pobreza, de alto desempleo e informalidad y hay un grupo grande de colombianos que no se ha logrado insertarse en el modelo económico promovido por los anteriores gobiernos colombianos, esas personas que quedaron fuera en parte nutrieron el caudal electoral del hoy presidente electo Petro.
En Colombia, el problema de la distribución que genera la enorme desigualdad social tiene sus bases en un mercado laboral principalmente informal, un sistema tributario deficiente y regresivo, un aparato productivo primarizado que no crea el empleo suficiente, entre otros factores. Lo anterior está en la línea de lo planteado en el 2021 por el Banco Mundial en su informe ‘Hacia la construcción de una sociedad equitativa en Colombia’, en el que señala que el país está entre los más desiguales a nivel global. En 2019, previo a la pandemia, el nivel de desigualdad de Colombia, medido por el coeficiente de Gini (0,53), fue el más alto de los países de la OCDE, y, además, se ubica también como el segundo más alto en la región, solo superado por Brasil.
En conclusión, en materia de calidad de vida, Colombia se encuentra ante una oportunidad de pactar un nuevo contrato social entre el Estado y la sociedad, uno que no deje a nadie atrás, que permita que todos los segmentos de poblaciones en el país logren acceder a las mismas oportunidades.
En materia de política exterior es interesante observar lo que pueden ser las principales líneas de acción del nuevo gobierno. El primer tema es Venezuela, en donde sin duda habrá un cambio significativo, ya que posiblemente veremos de nuevo relaciones formales entre estos dos países, después de todo son 1600 kilómetros de frontera que se comparten, en donde más allá del tema político, hay una agenda comercial transfronteriza que se puede reactivar y un tema humanitario que atender.
Igualmente, el gobierno de Petro posiblemente tendrá una agenda con un fuerte componente regional, sobre todo por el momento de transición ideológica en Latinoamérica, en donde las elecciones de los últimos años han dado como resultado que diez países (entre ellos cuatro de las economías más grandes de la región: México, Colombia, Argentina y Chile) se encuentran regidos por gobiernos de izquierda. Si a esto le sumamos el posible triunfo de Lula en Brasil, tendremos un escenario de cierta afinidad ideológica. Sin embargo, también debe mencionarse que existen diferencias entre estos mismos gobiernos en varios campos, por ejemplo, mientras que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador en México ha priorizado la construcción de una economía sustentada en hidrocarburos, en el caso de Chile y ahora en el de Colombia se buscará construir un frente contra el cambio climático mediante la adopción de energías limpias.
Otro tema crucial será el del combate al narcotráfico, Petro ha insistido en que hay que variar esa política que ha fracasado, textualmente ha dicho: “No se puede mantener por inercia o por negocios, lo que no es eficaz ni para Colombia ni para los Estados Unidos”. Para atacar el narcotráfico de Colombia, el presidente electo dijo que daría prioridad al desarrollo rural en lugar del enfoque actual, que consiste en erradicar las plantaciones de coca y extraditar a los traficantes para que enfrenten juicios en Estados Unidos. El candidato, no obstante, descartó la legalización de la cocaína. El anterior enfoque es algo que podría traer algunas diferencias con el gobierno de los Estados Unidos, lo cual, sumado al hecho de que existe un interés en una revisión del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, son elementos que importante de observar.
Para nuestros países -incluyendo Costa Rica-, la prioridad que ha dado al tema migratorio es relevante de destacar. El presidente electo Petro ha dicho: “es urgente avanzar en una estrategia y agenda de diálogo bilateral con gobiernos de Centro y Suramérica, y en instancias regionales, orientada al diseño e implementación de medidas conjuntas de integración de poblaciones migrantes en condiciones de dignidad, reconociendo los distintos aportes que conlleva la migración”, este enfoque es igualmente distinto, alejado un poco del tema de seguridad y más centrado en el humanitario.
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