Las placentas y los úteros artificiales podrían salvar la vida de bebés prematuros, pero ¿qué consideraciones éticas hay que tener en cuenta antes de empezar los ensayos en humanos?
Este portal a la pared del abdomen puede ser un acceso para nutrientes y también un punto débil en nuestro cuerpo.
Este logro marca un avance sin precedentes en la creación de un entorno que simula el útero materno y podría brindar mejores condiciones a fetos prematuros.
En nuestro país no se permite que las madres se lleven la placenta a la casa; existe una legislación que lo prohíbe, ya que se considera como un desecho bioinfeccioso.
El desarrollo del cerebro del bebé se ve profundamente afectado tanto por la influencia del ambiente intrauterino como por las condiciones de vida de la madre.
La respuesta está en la placenta, según un estudio realizado en Estados Unidos.
Investigadores detectaron la presencia del virus en una placenta, en el cordón umbilical de varias mujeres, la vagina y la leche materna.
La placenta artificial también podría arrojar luz sobre cómo los medicamentos que toma la madre afectan a la placenta y por qué algunas infecciones franquean esta barrera natural
Alex Flowers, una madre inglesa, le contó a la BBC las complicaciones que sufrió al haber sido ignorada durante el parto.
Se trata de una condición que afecta a 1 entre 6.000 embarazos y la vida de la madre puede estar en serio peligro durante el parto por las hemorragias severas que puede provocar.
Los primeros relatos de mujeres que decidieron comerse su placenta en Estados Unidos datan de los años 1970, según el estudio de la Northwestern.
Un número cada vez mayor de madres estadounidenses se comen su placenta después del parto.
