Legado de Evangelista Blanco sigue vivo gracias a labor de voluntarios de Zarcero
Tras su fallecimiento, una de las figuras clave en la preservación del parque es Inés Rojas, una vecina que decidió dedicar su tiempo al bienestar de la comunidad.
Zarcero de Alajuela es un pueblo de gran belleza natural y orgullo costarricense, famoso por su emblemático parque y sus figuras topiarias. El parque, una verdadera obra de arte viviente, fue mantenido durante más de 55 años por Evangelista Blanco, un jardinero dedicado que falleció en junio de 2023 a los 84 años.
Don Evangelista, como era conocido, dejó una huella imborrable, no solo en los setos de esta zona verde, sino también en el corazón de la comunidad zarcereña (repase la historia completa en el video adjunto).
Tras su fallecimiento, una de las figuras clave en la preservación del parque es Inés Rojas, una vecina que, después de pensionarse, decidió dedicar su tiempo al bienestar de la comunidad.
Rojas es una voluntaria incansable que ha sido parte de varias iniciativas locales, como la Cámara de Comercio y la Junta de Salud. Ahora, además, forma parte del grupo de voluntarios que se encarga de mantener el parque en honor al legado de don Evangelista.
Inés, junto a otros voluntarios, ha tomado las riendas para asegurar que este espacio tan especial siga siendo una joya nacional. Cada día, trabajan con esmero para conservar las esculturas verdes que encantan tanto a locales como a visitantes. La comunidad se unió con un solo propósito: preservar lo que Evangelista cuidó con tanto amor durante décadas.
Desde la limpieza de caminos, el mantenimiento de las figuras topiarias, hasta la coordinación de esfuerzos con las autoridades locales, el grupo asegura que el parque de Zarcero se mantenga en las mismas condiciones que lo hicieron famoso en toda Costa Rica y el mundo. Gracias a este esfuerzo colectivo, sigue siendo un símbolo de la creatividad, el trabajo duro y el espíritu comunitario.
El legado de Evangelista Blanco vive a través de todos aquellos que, como “hormiguitas”, día tras día, trabajan por un parque que es mucho más que un espacio verde: es el corazón de Zarcero.