POR Juan José Herrera | 17 de agosto de 2022, 0:00 AM

Un débil control político y una agenda poco profunda marcaron los primeros 100 días de la nueva Asamblea Legislativa, que inició labores el 1° de mayo anterior.

Por primera vez en la historia, los diputados arrancaron la legislatura sin el control de la convocatoria de proyectos, que se le otorgó al Ejecutivo como una forma de que pudiera impulsar, desde el día uno, su visión de gobierno.

El problema fue que, en el caso del Progreso Social Democrático, no existía una agenda qué impulsar, ni tampoco una ruta elaborada sobre la labor legislativa.

A eso se sumó la intención de Rodrigo Chaves, anunciada desde campaña, de “gobernar por decreto”, una decisión que se criticó desde Cuesta de Moras.

“En las primeras semanas yo podía entender perfectamente que la agenda legislativa fuera pobre, por un lado un gobierno nuevo sin una cartera de proyectos desarrollados y por otro una cartera de proyectos acumulados la mayoría de los cuales no sirve para nada, pero ya pasó demasiado tiempo para seguir usando esa excusa, tenemos ya tres meses y el gobierno ha tenido ha suficiente tiempo para presentar sus proyectos y ha presentado poco y ha mantenido a la asamblea con una agenda bastante pobre.

“Yo creo que eso es parte de una estrategia de ellos de aprovechar los primeros tres meses para lucirse con sus decretos y sus conferencias de prensa y no darle mucho chance a la Asamblea Legislativa de robarle el reflector el Gobierno”, cuestionó Eliécer Feinzaig, cabeza del Liberal Progresista.

Intencional o no, el Congreso tramitó en sus primeros 100 días muy pocos proyectos y casi ninguno sustancial.

Los más relevantes, sin duda, fueron el de aprovechamiento de la riqueza atunera (heredado del Frente Amplio) y la reforma a la Ley General de Aduanas, este último de la administración de Carlos Alvarado.

Lo demás fue una amplia mayoría de derogatorias y desafectaciones, con una única excepción: la iniciativa para detener temporalmente el impuesto único a los combustibles, que impulsaron en conjunto el Legislativo y el Ejecutivo.

“Hubo vacíos importantes, puede ser por impericia del Gobierno o la intención de querer gobernar por decreto. Venir del gobierno de un partido emergente puede reflejar esa falta de experiencia, pero también podría una decisión consciente de mantener a la Asamblea en el congelador, no me atrevo todavía a elegir una”, afirmó a su vez Jonathan Acuña, jefe de fracción de Frente Amplio.

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¿Y el control político?

Junto a esa débil agenda tampoco se observó un control político efectivo.

La oposición, por impericia o decisión, se mostró especialmente calma con el Ejecutivo en estos primeros meses, una decisión que para los analistas responde a un cálculo político para no enfrentarse al apoyo popular del que hoy goza Rodrigo Chaves.

“Creo que hay un cuido excesivo de las formas respondiendo a un cálculo político por una suerte digamos de auto contención, dado que esos niveles de apoyo que hoy ostenta el Presidente los intimidan

“Los diputados de alguna forma están todavía tratando de entender primero que no está el PAC y segundo que este es un gobierno de un outsider, que es muy disruptivo, están tratando de entender cómo funciona, cuál es su lógica, pero sobre todo están un poco inhibidos por el nivel de respaldo que sigue mostrando en los estudios de opinión y los diputados responden también la sensibilidad de la opinión pública, estén con un excesivo cálculo, determinando en qué momento encaran”, cuestionó el analista político Sergio Araya.

“En general está clarísimo que los diputados le tienen miedo a una confrontación con el Ejecutivo y eso me preocupa porque creo que la Asamblea Legislativa, que es el primer poder de la República y es el que ejerce el control principalmente sobre el Ejecutivo, no puede mostrar ni temor y miedo, ni ausencia de liderazgos”, aseguró a su vez el politólogo Alejandro Barahona.

El también analista, Iván Barrantes, reforzó esa visión y recordó que, junto a legislar, los diputados también deben ser un contrapeso.

“Existe más el cálculo, el temor al juicio público y a la figura del Presidente, entonces estamos ahí en una suerte de pasividad. Si yo fuera el líder de la oposición, esa pasividad se hubiera acabado, hay que recordar la labor de pesos y contrapesos y hacer el trabajo, pero tal vez tiene que pasar más tiempo”, aseguró.

Desde el Congreso, los legisladores insistieron en que no han descuidado esa labor, sino que han sido conscientes de las particulares de este Ejecutivo.

“En general las fracciones hemos sido cuidadosas inicialmente, comprendido que es un gobierno nuevo, un partido emergente, que por primera vez tenía las sesiones extraordinarias.

“Creo que no hubo injusticias porque se consideró eso; pero, por otra parte, y eso lo he señalado, una labor fundamental de los diputados es el control político y no puede estar bien que las fracciones callen ante hechos relevantes, nosotros no lo hemos hecho”, añadió el frenteamplista Acuña.

Feinzaig, a su vez, insistió en que no se vale “la oposición por oponerse”, y que las bancadas sí han levantado la voz cuando lo amerita, como por ejemplo, en el tema de eurobonos.

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