POR Gabriel Pacheco | 9 de junio de 2024, 8:00 AM

“Un escritorio vacío es un escritorio donde nadie trabaja”, dice Carlos Pacheco cuando llegamos al lugar donde día a día interviene los documentos más importantes de la historia de Costa Rica.

En su mesa sobran las brochas, los pinceles, los lápices, la goma… En su mesa abunda la historia. Por ahí pasó el Acta de Independencia, el acta que declaró la Anexión del Partido de Nicoya, documentos coloniales y una infinidad de tesoros del pasado nacional.

Pacheco es el restaurador del Archivo Nacional, institución que desde 1881 resguarda a perpetuidad todos los documentos legales que se han escrito y se escribirán en el territorio nacional; él tiene 42 años de ser “el doctor de los papeles”, según lo describen sus amigos.

Este domingo, el mundo celebra el Día Internacional de los Archivos, por eso, a través de él, conoceremos el valor del Archivo Nacional y lo que significa conservar y restaurar letra a letra la historia de un país.

¿Cómo podemos resumir la importancia del Archivo Nacional?

Es fundamental para un país que la memoria documental esté en perfecto estado de conservación, para que nuestras futuras generaciones puedan entender y puedan conocer cómo fue el pasado, cómo se hizo el país, cómo se hizo la nación y cómo se ha desarrollado.

Obviamente, con el avance de la tecnología, ya brincamos a lo digital en muchos de los documentos, pero lo más importante es que los originales estén bien para que cualquier persona los pueda consultar. Son la evidencia física.

Antes de 1881, cuando se fundó el Archivo, los documentos importantes estaban dispersos por los ayuntamientos y, además, muchos no se guardaban en las mejores condiciones, por lo que se deterioraban.

Para frenar el daño, alrededor de 1980 se abre este departamento de conservación y restauración. El trabajo es mucho todavía.  Imagínese que si ponemos en línea todos los documentos que tenemos, podemos llegar de aquí (el Archivo Nacional está en Barrio Pinto, Zapote) hasta el centro de Cartago.

¿Cuántos documentos podríamos estimar que necesitan restaurarse?

En este momento, del 100% de los documentos que se conservan acá en el archivo histórico, puede que un 25% esté en estado crítico. Dichosamente, los más importantes, los que cuentan y dan por hecho o asientan la evidencia histórica de este país, están en una buena condición.

¿Cuáles son algunos de esos documentos más importantes que están en el Archivo Histórico?

Tenemos el documento más antiguo de Costa Rica, escrito alrededor de 1539, y que se llama “Crónicas de méritos y servicios del conquistador español Bernat Díaz del Castillo”. Por supuesto, el acta de nuestra Independencia; el Pacto de Concordia, nuestra primera constitución política; las dos actas de Los Nublados del Día, en fin, miles de documentos más.

Cualquier documento que tenemos aquí, desde el más sencillo hasta más complejo, es de enorme importancia para nosotros.

Así luce el acta de la Anexión del Partido de Nicoya tras ser restaurada.

¿Qué significa restaurar un documento? ¿Cómo se hace?

Los insectos, los roedores, las bacterias, los hongos y los humanos deterioramos los documentos. Desde el comején hasta la humedad los van destruyendo.

Muchas veces, hay que lavar los documentos, aplicarles químicos específicos para quitarles los hongos, hay que encuadernarlos y coserlos de nuevo.

En algunos proyectos, somos un equipo interdisciplinario, gracias a un convenio con la Universidad de Costa Rica. Hay profesionales en Química, Biología y hasta Física. Nosotros reparamos la estructura física, lo visible, ellos nos ayudan a analizar la composición de los hongos o agentes presentes en el papel y nos dan recomendaciones para eliminarlos.

Eso sí, si una parte de la información ya se perdió, nosotros no la podemos recuperar. Eso sería alterar el documento. No tenemos la pluma, la tinta, la caligrafía ni el contenido para hacerlo.

¿Lavar un documento? ¿Cómo es posible sin dañarlo?

Los papeles antiguos, desde el 1400 hasta casi 1900, estaban hechos de lino y algodón. Tienen una calidad y una resistencia muy superior a los de hoy, que están hechos de corteza de los árboles.

A los antiguos los podemos lavar sin problema, pero a los actuales no. Es más, a los documentos del año 1950 para acá es muy riesgoso intervenirlos. No se han inventado técnicas para hacerlo. Será un problema que deban afrontar las futuras generaciones.

¿Por qué se restauró el acta del 25 de julio? ¿Estaba muy grave?

La intervenimos hace dos meses. Junto a la UCR, analizamos el acta con rayos láser, infrarrojos, hicimos escaneos y fotografías con equipo avanzado.

Su deterioro interno era severo, tenía bacterias y hongos que se estaban descomponiendo. Su aspecto físico no era tan malo.

Le hicimos un lavado en agua y con unos químicos logramos eliminar a esos hongos.

Realizamos algunos injertos para las zonas donde el comején se había comido el papel y la encuadernamos de nuevo. Lista para durar ciento de años más.


Parece un trabajo laborioso y que requiere mucho tiempo, ¿alcanzan las manos que hay?

No. Para ponerle un ejemplo, aún hoy, aproximadamente el 30% de los documentos que tenemos en el Archivo no sabemos qué son, de qué tratan o qué dicen. No hemos logrado describirlos. Podría haber grandes tesoros por descubrir.

Aún quedan muchos documentos por intervenir, pero solo el año pasado se pensionaron ocho personas en el departamento de Conservación y aún sigue el proceso para completar algunas de esas plazas, lo que resta aún más manos.​ Confiamos en pronto normalizarnos.

¿Por qué ser restaurador?, ¿qué significa para usted un trabajo de este tipo?

Yo llegué aquí en el año 82. No conocía del Archivo, le soy sincero, pero en ese entonces me ofrecieron empleo en el recién fundado departamento de Conservación y acepté, porque me gusta mucho el arte y esas cosas.

Hoy ya tengo 42 años aquí y me llena de satisfacción saber que yo puedo darle vida eterna a un documento histórico. Yo me iré, pero los documentos permanecerán cientos de años más.

Es como el doctor de los documentos históricos, ¿no?

Podemos decir que sí, a veces bromeamos entre nosotros que ser restaurador es como ser el doctor de los “papeles viejos”.

Este documento del siglo XIX tiene graves daños por el comején. A criterio del restaurador, es imposible salvarlo. 

¿Qué sigue de cara al futuro?

Seguiremos con la restauración del Pacto de Concordia y las dos actas de los Nublados del Día. Hay que ir poco a poco, tenemos cientos de miles de documentos por arreglar.

Pero al fin y al cabo, si recuperamos un documento de todo el gran conjunto de documentos que tenemos, le estamos garantizando al país que estamos salvando la memoria.

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