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“Rigo” hace cocinas de leña a sus 87 años, sin una mano y con poca visión
Su vida no ha sido fácil, pero encuentra en el arte esa terapia para continuar de manera optimista.
El Carmen de Cutris, en San Carlos, Alajuela, es una comunidad fronteriza muy cerca de Nicaragua, a unos nueve kilómetros para ser exactos. Conserva calles de piedra, una vida rural envidiable y una pequeña población muy trabajadora.
Debido a la distancia y a lo escondido que se encuentra, pocos ticos conocen este maravilloso pueblo.
La escuela del sitio es unidocente: ahí se educan tan solo 14 estudiantes. Para las compras, existe una única pulpería, y, para los fieles, una pequeña iglesia a la que llega un padre cada 15 días; eso sí, si llueve fuerte, nadie entra a menos de que tenga vehículo 4x4.
Estos sancarleños son muy afines a la religión católica, es más, cada 16 de julio los vecinos celebran a la patrona, la Virgen del Carmen, con una comida dentro de la iglesia, sin fiestas patronales ni nada ostentoso.
Aquí el tiempo parece detenerse, no hay mucha presencia de tecnología o vehículos. Es más común observar vacas o caballos que personas en las calles, y la agricultura es la principal fuente de ingreso para los habitantes.
Pese a que están muy alejados de la ciudad, afirman ser felices entre la sencillez de su gente. Es una tierra de personas honradas y trabajadoras, quienes conviven con la población nicaragüense de manera pacífica.