POR Daniel Jiménez | 14 de noviembre de 2024, 21:47 PM

Luego de una buena Copa América: ¿Cuál ha sido la evolución de Costa Rica? La noche de este jueves, Panamá le vuelve a dar un cable a tierra a la Tricolor con la derrota 0-1 y le demuestra que aún es una selección en construcción.

En el fútbol de selecciones no todo es emotividad, es trabajo, es proceso serio, es tener una base y hacer pocos retoques. Justamente, eso es lo que ha hecho el técnico Thomas Christiansen. Y precisamente, eso es lo contrario a lo que ha hecho La Sele, no por nada tiene un interinato de Claudio Vivas que se ha extendido mucho y hay una Tricolor que ha cambiado en un 46% en el último año.

Pero hablemos del partido… una Tricolor que tuvo un primer tiempo con más ideas, pero así como se disipó la niebla en el Estadio Nacional también se fue el orden y equilibrio.

El portero canalero Orlando Mosquera tapó dos en el primer tiempo: una a Juan Pablo Vargas y otra a Warren Madrigal.

Pero… seamos justos: el segundo tiempo fue de la visita. En especial cada vez que Adalberto Carrasquilla tocó la pelota. 

El mejor jugador de Concacaf demostró, una oportunidad más, que es distinto, que su pase de primera intención es letal y que su visión de juego y picardía puede meter en problemas a cualquiera.

De hecho, el gol panameño llega por una falta de penal que le hace Juan Pablo Vargas a Carrasquilla.

La pena máxima la convirtió José Fajardo al 64’, tras engañar a Patrick Sequeira.

Tras ese tanto, Panamá se resguardó mejor y buscó el contragolpe, mientras los ticos buscaban tener el control de la pelota, pero sin profundidad, sin vértigo, sin cambio de ritmo.

La historia reciente entre Panamá y Costa Rica nos dice que los 'panas' han trabajado aspectos que los ticos no. Proceso quizás, evolución en su juego, tal vez; para algunos será racha… pero lo que sí es cierto es que los canaleros le tienen la medida puesta a una Sele que aunque cambie de técnico y de jugadores convocados -un 46% desde el último año- sigue sin encontrar la llave para darle una verdadera alegría a la afición, esa que haga creer, que haga soñar.