Internacional
Hermanas ticas pasaron 14 horas de horror en kibutz donde irrumpió Hamás
“Cada segundo que pasaba era una incertidumbre de si iban a entrar terroristas a mi casa para secuestrarme o asesinarme”, relató a este medio una de las hermanas.
La mañana del 7 de octubre, el israelí Chen Mizrahi se dirigió hacia Reim, al sur de Israel, para asistir al festival musical Nova, que apuntaba ser una referencia entre “los más exitosos de 2023”, según él mismo cuenta.
Llegó poco después de las 5 a.m., sin saber que unos minutos después sería testigo, en primera fila, de uno de los más terribles capítulos vividos en la historia de Israel, cuando el grupo terrorista Hamás lanzó un ataque coordinado que dejó a más de 1.200 israelíes asesinados y cerca de 240 secuestrados.
El festival comenzó a las 11 p.m. del viernes y debía terminar a las 3 p.m. del sábado, con una sorpresa para los asistentes. El israelí señaló que, cuando se hizo presente en el lugar, había cerca de 3.500 asistentes, de 6.000 que esperaban recibir: “La energía que se sentía estaba al tope”.
Mizrahi, de 35 años, se dedica a representar artistas, por lo que era amigo del DJ del evento y subió a la tarima para saludarlo. Desde ahí, minutos después, estuvo entre los encargados de dar los gritos de alerta al público, ante el siniestro peligro que se avecinaba y que finalmente marcó al evento como referente, pero de una tragedia.
Lo primero que todos notaron fueron ráfagas de 10 o 15 misiles, algo que “no está fuera de lo común” en Israel, que constantemente está bajo ataque, según relata.
Cerca de las 6 a.m. fue cuando los ataques se incrementaron y comenzó a temblar el piso, según el representante.
“Se empezó a sentir la intensidad; 80, 100, 200, más de 350. En seguida, permitió entender que estaba sucediendo algo fuera de lo normal”, dijo Mizrahi a Teletica.com.
En ese momento, la sensación de los asistentes era que iba “ser una suspensión temporal”, por lo que la gente se quedó esperando que el ejército tomara control de la situación, indicó el sobreviviente.
Todo cambió, cerca de las 8 a.m., cuando comenzaron a escuchar ráfagas de fusiles de asalto AK-47 cerca del terreno donde era el concierto. Mizrahi todavía estaba en la zona de la tarima, cerca del personal de seguridad, por lo que escuchó a una oficial pedir refuerzos: “Ya vamos para allá, ya vamos para allá a matarlos”, asegura que escuchó en la radio de transmisión, de una voz con acento árabe, por lo que presume que los militantes de Hamás ya habían tomado el control de la posición a la que se suplicaba por apoyo.
Paso siguiente, el israelí recuerda que la gente comenzó a correr, tratando de escapar, en dirección al parqueo. Él logró alejarse aproximadamente 5 km del sitio, pero se percató de que uno sus amigos, con quien fue al festival, se había quedado atrás, por lo que se devolvió para ayudarlo.
Justo después del reencuentro, se cruzaron con vehículo manejado por la policía, que abordaron sin un rumbo claro, explica el hombre.
En el camino, se encontraron con cuatro terroristas, quienes abrieron fuego contra ellos, hiriendo a varios de los pasajeros, pero lograron continuar su odisea, hasta llegar a un tanque aparentemente abandonado. Para entonces, eran cerca de las 10 a.m.
El representante artístico afirmó que, en este lugar, se encontraron con otros cuatro soldados que los exhortaron a bajarse para que no fueran objetivo de los terroristas, no obstante, en ese momento era tarde: “Mientras que va diciendo eso, empiezan los disparos de kalashnikov (fusiles). En esos momentos, yo recibo un disparo en el hombro”.
Tras lograr bajar del vehículo en el que iban, inservible por los disparos, se ocultaron en una zona trasera del tanque, donde habían alrededor de 20 personas, algunas heridas, por lo que colaboró haciendo torniquetes.
Sin embargo, todavía recibían disparos de diferentes direcciones, solo protegidos por un intento de “fuego defensivo” abanderado por los cuatro soldados. En ese momento, eran casi las 12 m.d., recordó la víctima de los ataques.
En esta dinámica, Mizrahi y los demás sobrevivientes aguardaron casi por tres horas, hasta que llegaron tres vehículos del ejército. Mientras todo sucedía, el israelí prestó su celular a varias de las personas para que hablaran con sus familiares, pues solo tres de estos dispositivos tenían batería y señal.
“Lo primero que hice fue llamar a mi mamá para decirle que estaba bien, que ya me conocía, que le prometía que yo iba a volver y que iba a estar todo en orden, pero que necesitaba que estuviera tranquila y me permitiera tener el teléfono disponible porque había muchos chicos que tenían que llamar a su familia”, indicó.
Tras la llegada de los refuerzos y algunos contratiempos adicionales, finalmente lograron abordar un vehículo y encaminarse al hospital Soroka, el más grande de Israel, en la ciudad de Beerseba. Allí llegaron entre 3 p.m. y 4 p.m.
“Empiezo a correr por todos los pisos para entender dónde estaban mis amigos, la gente a la que le había hecho torniquetes, que había sucedido. […] Fue una sensación tremendamente difícil, porque empezaba a recibir llamadas de todos los padres y madres preguntando por sus hijos y yo no tenía respuesta”, agregó Mizrahi.
El israelí, de viaje por Costa Rica al momento de la entrevista, confesó que no sabe cómo logro sobrellevar todo en esas 10 u 11 horas: “Fue la circunstancia, la adrenalina. No había opción que seguir adelante, ni siquiera se piensa, sino que se actúa”.
Además, indicó que su “motor” fue “la sensación de poder salvar y ayudar a mis amigos”, pero aseguró que ahora arrastra “una sensación profunda de tristeza” por la cantidad de personas que perdió en los ataques terroristas.
“Ese nivel de maldad es algo que necesita tener un límite porque definitivamente es necesario crear esas condiciones para construir paz, que no es algo fácil no es algo automático, es algo que requiere mucho trabajo y mucho esfuerzo, pero al final estoy convencido que es lo que, en definitiva, la mayoría de la gente aspira a eso”, concluyó Mizrahi.
Hasta la fecha, los medios internacionales reportan más de 15.000 fallecidos en Gaza por la contraofensiva israelí a los ataques del 7 de octubre, de los cuales 40% eran niños. El grupo terrorista todavía tiene aproximadamente 138 secuestrados, después de que Israel lograra el rescate de 110, a cambio de la liberación de 240 prisioneros palestinos.