POR Luanna Orjuela Murcia | 11 de diciembre de 2022, 7:46 AM

Aunque las películas suelen pintar a los tiburones como violentos y sanguinarios depredadores, la vida real está muy lejos de eso.

Los verdaderos cazadores han sido los humanos, quienes con la sobrepesca han provocado la disminución del 71% de las poblaciones de tiburón y de rayas oceánicas en todo el planeta desde 1970. Así lo confirma un estudio titulado Half a century of global decline in oceanic sharks and rays, publicado en la revista Nature.

De las 31 especies de tiburones estudiadas, 24 están en peligro de extinción y tres de ellas han disminuido drásticamente su población, las cuales ahora se clasifican como "en peligro crítico".

Costa Rica, con su joya oceánica, la Isla del Coco, no se salva de esta lamentable realidad. Esto motivó a una pareja de apasionados biólogos marinos, Andrés López y Ilena Zanella, a iniciar con Misión Tiburón hace 13 años.

En una amplia entrevista con Teletica.com, podrá conocer los logros que ha obtenido esta organización desde 2009 y los ejes en los que trabaja actualmente.


¿Cómo nace Misión Tiburón?

Misión Tiburón es una organización costarricense que comenzó en el 2009. Inició con un sueño de un par de biólogos marinos preocupados por el estado de la población de los tiburones en general. Para nadie es un secreto que hemos vivido de espaldas al océano y definitivamente, como biólogos marinos, los tiburones para nosotros fueron emblemas y sinónimo de conservación. Así nació Misión Tiburón, como un sueño con mucha energía y hoy con muchos colaboradores, desde biólogos hasta multifacéticos profesionales que nos acompañan 13 años después.

Andrés López e Ilena Zanella, fundadores de Misión Tiburón.

¿Por qué proteger a los tiburones sobre otras especies?

Los tiburones son peces, pero son peces muy antiguos. La evolución los ubica a unos 400 millones de años, eso es mucho antes que los dinosaurios; entonces, son peces de cartílago que han estado a lo largo de muchos períodos y han cambiado muy poco. Han sido muy eficientes; sin embargo, el problema que tienen es a nivel biológico. A diferencia de otros peces de hueso, como el dorado, pargo o atún, que ponen cientos de huevos, los tiburones tienen muy pocas crías y están dentro de las hembras por largos períodos. Esta característica biológica los vuelve muy susceptibles a acciones como la sobrepesca y la degradación de hábitats. 

Ya tenemos poblaciones como el tiburón martillo (Sphyrna lewini), que en algunos lugares del mundo han disminuido entre 91-95%. Se estima que de las 1.100 especies de tiburones y rayas que habitan en nuestros océanos, el 30% se encuentra en un estado de amenaza.

Además, nosotros trabajamos con los tiburones martillo juveniles. Los bebés son los más vulnerables. El tiburón martillo es una especie en peligro crítico que hemos tratado de proteger en todo el mundo, porque desde el 2018 se volvió una especie en peligro de extinción y, 10 años después, volvió a subir su estado de amenaza a un estado crítico.

El biólogo marino Andrés López, con su esposa y colega, Ilena Zanella, y su hija.

¿Cuál es el mito más frecuente sobre los tiburones?, ¿cuál es el dato más curioso que usted ha aprendido sobre ellos?

El mito es que, si tenemos océanos sin tiburones, tenemos más pargos, calamares y pulpos. Eso creían en las comunidades costeras y es un mito porque al final, cuando tenemos tiburones, tenemos todo lo demás, ellos son especies sombrillas y, más bien, tenemos que preocuparnos si no tenemos tiburones en nuestros océanos.

Otro de los grandes mitos es acerca de bucear e interactuar con ellos. Como biólogos marinos, una de nuestras motivaciones principales es compartir con estos grandes animales que son muy balanceados, que aunque la gente crea que son feroces y depredadores sanguinarios, realmente, en muchos casos como el tiburón martillo, son tímidos y tenemos más bien que escondernos, literalmente, debajo de corales y de piedras para poder interactuar más de cerca con ellos. Aunque sean tan grandes, son muy estables, y los pocos incidentes que ocurren a nivel mundial son más errores que ataques premeditados.


Un dato curioso es que en Costa Rica hay tiburones ovíparos, o sea, que ponen huevos. Esto lo supe en una interacción con las comunidades costeras. Yo estaba diciendo, con toda la propiedad de los biólogos sabelotodos, que en Costa Rica no teníamos tiburones que ponen huevos, y un pescador y se levantó y nos dijo que él a veces veía un tiburón ovíparo en sus capturas. Dijo que la próxima vez lo iba a traer, y así lo hizo, fue doloroso porque estaba muerto, pero a la vez nos enseñó que sí teníamos tiburones que ponen huevos en Costa Rica. Eso ocurrió cerca de Herradura, en el Pacífico Central, se trataba de un tiburón dormilón (Heterodontus mexicanus), es pequeño, de unos 20 centímetros de largo.

Los tiburones martillos son tímidos y balanceados, contrario a lo que se cree.

Hace algunos años, ustedes lideraron el lanzamiento de un santuario para el tiburón martillo en Golfito. ¿Qué resultados ha traído?, ¿ha aportado lo que ustedes esperaban?, ¿qué hace falta para impulsarlo todavía más?

El santuario es quizás el logro más importante que hemos tenido a lo largo de los 13 años de Misión Tiburón. El santuario se formó gracias a un decreto que hizo el presidente Carlos Alvarado (2018) y que protege 15.000 hectáreas marinas de humedales dentro del Golfo Dulce. 

Golfo Dulce es uno de los cuatro fiordos tropicales que tenemos en el mundo y sus características lo hacen un lugar sumamente importante a nivel ecológico, sobre todo para el tiburón martillo. Nosotros comenzamos a trabajar en Golfo Dulce hace 13 años y lo que comenzó como un proyecto de investigación con un enfoque muy técnico y pesquero, se ha vuelto un modelo integral basado en la declaración del santuario. Definitivamente, hace cuatro años esta declaración nos trajo muchas fortalezas, sobre todo a nivel internacional para conseguir financiamiento y poder tener más impacto en Golfo Dulce, en los ejes que hemos venido trabajando, que se basan en la ciencia como biólogos marinos, pero que tienen un componente muy fuerte de educación y capacitación. 

El proyecto nació enfocado en marcaje de tiburones y ahorita se siembra manglar, se restauran playas, se recoge basura y, sobre todo, de la mano de las comunidades. Hemos visto cambios a nivel local que cada día nos hacen estar más motivados y soñar más con este proyecto. En resumen, con la declaratoria del santuario, ha habido un empoderamiento local en diferentes ejes y esto realmente es lo que nosotros consideramos, hoy en día, una de nuestras mayores fortalezas.

Fotos cortesía Enrique Uribe.

Gran parte de su trabajo ha ido direccionado hacia las comunidades costeras que consumen tiburón desde hace décadas. ¿Cómo han hecho para hacerlos parte del esfuerzo y cuáles han sido los resultados?

Sí, eso es otro de los grandes retos a nivel costero y también del Valle Central, porque en la costa hay ciertas comunidades donde el tiburón tampoco es un recurso que les guste, porque la carne del tiburón, por lo general, es de mala calidad y su valor en el mercado no es el más alto. Sin embargo, hay ciertos negocios que utilizan la carne de tiburón, principalmente el tiburón pequeño o el 'bolillo', para hacer ceviche. 

Tenemos ejemplos bonitos, como el de Lola, una gran líder local que tuvo un restaurante: ella nos contaba que usaba 'bolillo' para hacer ceviche; pero comenzó a entender un poco más, gracias a Misión Tiburón, de la importancia de los tiburones en los ecosistemas y sobre todo, a creer que su bello Golfito es un santuario para esta especie. Entonces ella ha sido uno de nuestros principales pilares a nivel de comunidad; ha sido un puente increíble entre los biólogos, técnicos y educadores. Gracias a ella, tenemos dentro del equipo a jóvenes voluntarios. Lola es un eje casi que indispensable en el engranaje, por ejemplo, en las limpiezas de playas que se hacen cada 15 días en Golfito, desde hace un año y medio.

Lola es un gran ejemplo de líder en su comunidad Golfito.

¿Cuál es el reto más grande que enfrentan?

El gran reto es que el tiburón martillo es una especie migratoria. Nace en Golfo Dulce y se desplaza al Sur, a Panamá, Colombia, Ecuador, o al Norte, a Nicaragua y El Salvador. O sea, no solo depende de nosotros para su sobrevivencia y conservación, aunque tengamos el involucramiento de las comunidades y del gobierno, necesitamos que esto trascienda las fronteras. Por eso, es indispensable pensar en coordinaciones con colegas, sobre todo a nivel oceánico, donde tradicionalmente, hace 40 años, comenzaron los enfoques en las islas oceánicas, en Galápagos, Malpelo y la Isla del Coco, lugares a los que buzos de todo el mundo pagan mucho dinero por ir a bucear con tiburones.

Los esfuerzos de conservación no han sido suficientes porque el tiburón martillo es migratorio, los adultos están en las islas oceánicas, pero los juveniles están en las áreas costeras. Y esos adultos, para poder reproducirse, visitan esas áreas costeras y es ahí donde comienzan a quebrarse los ciclos biológicos y a declinar la población. De hecho, tenemos datos de que en la Isla del Coco ya la población a declinado en un 45% en los últimos 30 años. Entonces, no estamos exentos. En el mundo, los porcentajes son mucho mayores, hay lugares donde es del 90% o más.

Ilena Zanella, cofundadora de Misión Tiburón.

Durante estos 13 años, ¿cuántos tiburones han marcado?, ¿cuál es el objetivo de marcarlos?, ¿qué han aprendido de ellos con eso?

El marcaje es algo que, prácticamente, estuvo desde los primeros años en todos los proyectos de Misión Tiburón. Comenzamos con marcas convencionales y avanzamos a tecnologías más sofisticadas como las marcas satelitales. Lo hacemos en tres sitios, en el Pacífico Norte (Islas Murciélagos) con mantarayas y tiburones toro, en la Isla del Coco y en Golfo Dulce. En Guanacaste han marcado unos 70 tiburones, entre limones (Negaprion brevirostris) y toro (Carcharias taurus). En Golfo Dulce, unos 2.000 tiburones, de estos 700 son tiburón martillo. Y en Isla del Coco hemos marcado, con el apoyo de los guardaparques, más de 300 tiburones: de estos, 200 son punta blanca (Trianodon obesus).

Andrés López liberando un tiburón martillo juvenil tras el proceso de marcaje.

​El marcaje permite tener información rigurosa en el tiempo para, a nivel técnico, estar seguros de que el Golfo Dulce es un área de crianza y así pudimos convencer al ministro de Ambiente de la creación del santuario. Además, vemos las conexiones de Golfo Dulce con otras zonas costeras, como Uvita y Quepos, y con lugares lejanos como la Isla del Coco y Galápagos. Siguen cordilleras submarinas. 

Hace un año, en 2021, tuvimos la grata noticia de un investigador en Galápagos que identificó a un tiburón que llamamos “Banco” (marcado en el 2017), lo más curioso es que apareció en Galápagos, a 1.000 kilómetros de Golfo Dulce. Y esto nos hace ver cómo debemos de trabajar de la mano de otros países. Hay una red llamada Migramar, en la cual hay organizaciones de Colombia, México, Costa Rica y Panamá, y en esa red se comparte información del marcaje.

Andrés López ha marcado tiburones tigre de gran tamaño.

Aparte de la investigación, ¿cuáles proyectos sociales tienen?

Tradicionalmente, cuando pensamos en el mar pensamos en pescadores o buzos, pero realmente tenemos muchos actores dentro de ese ecosistema marino que tenemos que tomar en cuenta. Y eso fue lo que nos impulsó a crear 'Mujeres Martillo'. 

Nació durante la pandemia, un momento crítico en el cual las mujeres de esas comunidades costeras que de por sí ya eran marginadas estaban aún más necesitadas. El cantón de Golfito es el cantón #81 en el Índice de Desarrollo Social de Costa Rica, algo lamentable si se toma en cuenta que en nuestro país hay 84 cantones. 

Tenemos niveles muy bajos de desarrollo social, que está relacionado con la pobreza, educación e indicadores sociales muy indispensables para pensar en conservación. Entonces, 'Mujeres Martillo' ha sido clave para fomentar ese eje. 

El proyecto nació pensando en tres o cuatro mujeres, hoy en día son 13 y han estado a lo largo de este año y medio creando artesanías llamadas “brazaletes martillo”, partiendo del impulso y de la capacitación que les hemos ofrecido mediante capitales semilla. 

Desde que empezó, las Mujeres Martillo ya han producido 1.500 brazaletes, cuyas ventas les han permitido recibir ingresos para sus familias. Además, una parte de esos ingresos también se separa para Misión Tiburón, desde donde los invertimos y retribuimos a las comunidades con un programa que comenzó el año pasado que es de “adopción” de niñas en las escuelas. Nosotros identificamos a niñas de primaria de escuelas públicas y con esos fondos las apoyamos con útiles y uniformes.


¿Tienen proyectos educativos?

El eje de educación prácticamente nació con Misión Tiburón, aunque éramos biólogos, éramos biólogos bastante prácticos, y nuestro enfoque siempre fue hacer biología aterrizada en las comunidades. 

Entonces, desde hace 12 años que comenzó el programa educativo, tenemos a nuestra mascota ‘Yiyo’, que es un tiburón martillo y que ha sido uno de nuestros principales promotores de la educación en las escuelas. 

A lo largo de estos años hemos realizado más de 60 actividades en las escuelas públicas de toda la costa pacífica, siempre tratando de conectar a los niños con el océano y utilizando al tiburón martillo como ese vehículo. 

Sin embargo, en los últimos dos o tres años, al comenzar la Década de los Océanos 2021-2030 nosotros impulsamos el programa de las Naciones Unidas que se llama Cultura Oceánica. Se basa en siete principios básicos, y eso es lo que estamos fortaleciendo en las escuelas por medio de líderes locales y profesoras. Esperamos para el próximo año involucrar cerca de 2.000 niños en Playas del Coco y Golfito.

La educación es fundamental para crear conciencia en las nuevas generaciones.

Coméntenos sobre la reforestación de manglares que realizan y su importancia. ¿Cuál es la relación entre los manglares y los tiburones?

Los manglares quizás son el principal ecosistema costero que ha sido degradado en las últimas décadas. Costa Rica perdió entre 1940 y 1985 más del 45% de sus manglares. Y es un reto el tratar de hacer algo por ellos. 

Los manglares son reservorios, áreas de crianza para muchas especies. Y en este contexto, para el tiburón martillo son claves porque representan un lugar seguro para sus primeros estadíos de vida. Entonces, dentro del santuario, que lo componen 15.000 hectáreas de humedal, tenemos 3.500 que son de manglar. Así que desde hace un año comenzamos con un programa de restauración piloto con cinco hectáreas identificadas previamente por un ingeniero forestal. 

Tenemos dos viveros, en los cuales hemos sembrado cerca de 2.000 a 3.000 plántulas de manglar. Esto en Punta Arenitas, en Playa Cacao y el otro en Purruja, en el Golfo Dulce. Y ha sido un éxito ya que pudimos cumplir con las expectativas del proyecto en el plazo de un año, mediante la reforestación de cinco hectáreas.

Estamos muy contentos con esos resultados preliminares y con el financiamiento para poder restaurar diez hectáreas más el próximo año.

¿Cuál fue el prestigioso premio que ganaron? ¿Cómo invertirán el dinero obtenido?

Andrés López e Ilena Zanella viajaron hace tres semanas a Escocia por este galardón.

El premio llamado 'St Andrews Prize for the Environment 2022' es un galardón de conservación que se otorga a proyectos innovadores, que buscan solucionar un problema ambiental. 

Estos premios ambientales son abiertos a diferentes lugares del mundo, participaron cerca de 100 proyectos y de esos se seleccionaron tres, que les tocó ir a Escocia a defender la iniciativa. Es un proyecto que representa un apoyo de $100.000, por eso se debía hacer la defensa para explicar al jurado cómo se invertirá el dinero del premio y así catapultar el proyecto. Lo que propusimos fue promover la conservación de los reservorios de carbono azul del santuario del tiburón martillo en conjunto con las comunidades.

Andrés López impartiendo charlas en escuelas públicas.

¿Cómo puede la gente involucrarse con esta causa?

Misión Tiburón es un proyecto familiar que ha ido creciendo con el tiempo. Tenemos diferentes embajadores que se han estado uniendo, y cada uno ayuda desde su área profesional. Tenemos programas de voluntariado que son para biólogos o estudiantes terminales que quieran involucrarse. 

Para la población, una manera de colaborar es no consumir tiburón, es una manera de cooperar con nuestros océanos. Minimizar el uso de plástico, ya sabemos que tenemos plástico hasta en los peces de la Isla del Coco, entonces es un reto como sociedad. Y ver el océano como parte de nosotros, aunque estemos en San José o estemos en Cartago, el océano se conecta con nosotros. 

Si lo vemos así, realmente vamos a ir avanzando en esa línea de tener océanos más saludables.

Fotografía cortesía David García.

​Para más detalles de Misión Tiburón puede ingresar a su sitio web https://www.misiontiburon.org/ y a sus redes sociales como @misiontiburon

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