El 24 de agosto de 1991, Christian Sánchez, de apenas tres años, recibió un nuevo hígado. Para lograrlo, sus padres rifaron la casa en la que vivían y todo el pueblo apoyó la causa en tiempos en los que no se contaban con la ventaja de la tecnología.
En 1991, el vecino de Guápiles tenía tres años y su familia necesitaba $130.000 para pagar un trasplante de hígado en Estados Unidos. La campaña "Salvemos a Christian" unió a todo un país en tiempos sin redes sociales.
En nuestro país, el tiempo de espera promedio por un trasplante de hígado es de 600 días.
Por ley, el donante y el receptor tienen que estar relacionados, como máximo, hasta el tercer grado de consanguinidad.
El recurso se presentó el pasado 18 de mayo, tan solo días después de que el Ministerio de Salud diera a conocer la decisión.
Un año después del trasplante, los pacientes operados en el Calderón Guardia tienen un 86% de probabilidades de sobrevivir, mientras que en el México son solo un 50%.
El procedimiento se realizó el pasado 11 de abril en el Hospital Calderón Guardia, duró 19 horas y participaron al menos 40 profesionales de diferentes áreas.
El niño, quien tiene cuatro años, nació con un serio problema en el hígado (atresia biliar).
Se cree que más de 1.000 niños, muchos menores de 5 años, se han visto afectados en más de 35 países y algunos casos han sido tan graves que han requerido de trasplantes de hígado.
Según el Hospital Nacional de Niños, el menor mejoró y, en este momento, no se considera candidato para ese procedimiento.
Otros dos menores están hospitalizados por la misma razón, pero ninguno de ellos requiere cuidados intensivos.
Un grupo de expertos trabaja en la estrategia del país ante la aparición de posibles casos de esta hepatitis aguda grave de causa desconocida.
