Conozca la historia de la incorporación del Partido de Nicoya a Costa Rica
‘’Con los habitantes hemos deliberado libremente a la unión indicada…’’ se lee en el documento original del Acta de Anexión, firmada el 25 de julio de 1824.
Nos devolveremos 200 años para repasar la historia que hoy celebra nuestro país
.Lo primero es entender qué sucedía en Centroamérica y en Europa en aquel entonces, pues el actual territorio aún pertenecía a España y estaba bajo su administración.
Una de estas instancias era el Virreinato de Nueva España, que integraba a México y a todo Centroamérica. Los territorios estaban organizados como provincias dentro de la Capitanía General de Guatemala (ver nota completa de Buen Día en el video adjunto).
A lo largo de 300 años, España fundó diferentes ciudades y provincias. "El Partido de Nicoya se crea en 1787, un espacio territorial que estaba ubicado, aproximadamente, donde hoy tenemos el Cantón de Nicoya", explica la historiadora Lucía Arce.
En el vídeo adjunto puede observar el mapa con los límites trazados en aquel momento, donde Bagaces, Cañas y gran parte de lo que actualmente conocemos como Liberia ya pertenecían a Costa Rica. El partido de Nicoya incluía la Isla de Chira, Nicoya, Villa Guanacaste y Santa Cruz, que se agrega en el marco de la incorporación en 1824. La propuesta de unificar los territorios la hizo Costa Rica.
‘’Recordemos que la independencia se da en 1821 y Costa Rica estaba enfrentando una enorme tarea, que era construir un estado. Una pieza del ajedrez sustantiva que va a decir 'jaque-mate' a Nicaragua es proponerle, y lo dice textualmente: 'Fraternalmente, les proponemos que consideren voluntariamente agregar...’’, señala Arce.
En ese momento Nicaragua enfrentaba una guerra civil, este factor fue determinante en la decisión, pero Costa Rica también ganaría territorio, puertos estratégicos y un aporte cultural invaluable. El 25 de julio de 1824, el Partido de Nicoya dijo sí y esta decisión se ratificó con el Tratado Cañas-Jerez en 1858.
Hoy se conmemoran dos siglos de esta unión que se logró sin armas y sin una sola gota de sangre, bajo una propuesta civilista y diferenciadora, que hoy, a ritmo de marimba y un buen grito en la calle, ratifica a Costa Rica como patria por voluntad.