Por Johnny López |11 de febrero de 2025, 18:55 PM

En medio de pinceles, lienzos y sonrisas, José Manuel Fonseca recibe a sus alumnas en un taller donde el arte no solo crea formas y colores, sino también esperanza y comunidad. Con un saludo cálido y lleno de entusiasmo, inicia una nueva clase: “Bienvenidas al taller de hoy, donde vamos a seguir explorando nuestros talentos para crear a través del arte”.

Hace seis años, Fonseca empezó una misión que ha transformado la vida de muchas mujeres en Turrialba: enseñarles pintura, diseño y manualidades en talleres que han pasado de ser clases de arte a verdaderas sesiones de terapia emocional.

“Aquí descubrí que el arte me ayudó a sanar cosas que no sabía que llevaba dentro”, cuenta una de sus alumnas, mientras dibuja con paciencia un paisaje lleno de colores vibrantes.

Pero detrás de esta labor está una historia de amor y superación personal que tiene como protagonista a Beatriz Cerdas, la abuela de José, y la inspiración que lo ayudó a encontrar su verdadera vocación.

El giro que lo cambió todo

El camino de José no siempre estuvo claro. Empezó estudiando Diseño Gráfico y puso su primer negocio de decoración y artículos de fiesta. Sin embargo, cuando llegó la pandemia, todo se detuvo. “Me quedé sin trabajo y tuve que regresar a vivir con mi abuela”, recuerda.

Fue entonces cuando sucedió algo especial. Durante ese tiempo difícil, comenzó a pintar para relajarse y su abuela, con su sabiduría sencilla, pero poderosa, lo animó: “¡Vendé esos cuadros, son hermosos!”.

Ese pequeño empujón fue el inicio de un cambio radical. Con la motivación de su abuela, José decidió estudiar Enseñanza de las Artes Plásticas, lo que terminó de afianzar el proyecto que hoy ha tocado tantas vidas.

El arte como misión de vida

Además de sus talleres, José ha puesto su talento al servicio de la comunidad, pintando murales e interviniendo en espacios públicos del cantón, llenando de vida y color los rincones de Turrialba. Para él, el arte es más que una expresión visual: “Es una forma de conectar con los demás y de devolver algo a la comunidad”.

“Hoy siento que encontré mi misión de vida, y se la debo a mi abuela y al arte”, confiesa con una sonrisa.

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