Calor extremo en La Meca durante el hach pone a prueba a peregrinos
Las temperaturas alcanzan los 46 ºC.
La Meca, Arabia Saudita | Los teléfonos móviles echan humo y el asfalto casi hierve, pero para Abdul al Asad el calor abrasador es parte integral del desafío que representa la gran peregrinación musulmana a La Meca, en Arabia Saudita, que este año se realiza en pleno verano.
Pese a temperaturas que alcanzan los 46 ºC, este británico de 48 años le pone al mal tiempo buena cara.
"Si fuera fácil, sería demasiado fácil", dice con buen humor este agente inmobiliario, de peregrinación a La Meca, la ciudad más sagrada del Islam.
"El objetivo es que lo hagas como lo hizo el profeta (Mahoma) para que aprecies lo que tienes", asegura a la AFP con el rostro enrojecido por el sol.
El cambio climático ha elevado aún más la temperatura en el desierto saudita en los últimos años, haciendo que probablemente supere las temperaturas de la época del profeta, hace unos 1.400 años.
Las temperaturas medias en verano en el reino aumentaron 2,5 grados en las últimas cuatro décadas por el calentamiento global, explica a la AFP Karim Elgendy, investigador del Instituto de Oriente Medio en Washington.
"Las temperaturas estivales máximas de 50 grados podrían convertirse en un fenómeno anual (recurrente) para finales de siglo", advierte.
Según Elgendy, "también se espera que la humedad aumente, lo que hará las condiciones en el exterior muy difíciles de soportar".
La subida de la edad máxima de los peregrinos abre la puerta a una mayor participación de las personas mayores, más vulnerables a los efectos del calor.
En una de las regiones más cálidas del planeta, el verano puede hacer que cualquier actividad al aire libre sea peligrosa, con riesgo de deshidratación, insolación y problemas cardíacos.
Para proteger a los empleados que trabajan al aire libre, actualmente Arabia Saudita prohíbe la faena entre las 12 y las 15 horas entre junio y septiembre, los meses más calurosos del año.
"Recompensa proporcional al esfuerzo"
El clima del Golfo se ha hecho tan extremo que en 2021 el Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (IPCC) alertó de que ciertas zonas de la región podrían convertirse en inhabitables para finales de siglo.
Pero para el peregrino indonesio Bodhi, el calor "no es un obstáculo": "Tenemos la fe", alega este organizador de viajes cuadragenario.
A la mujer de Abdul al Asad, Layla, le preocupa el gran número de fieles que acuden a la peregrinación: cientos de miles apretados en las calles y los lugares de oración.
"El calor no es un problema, sino la gente empujándose", dice la mujer de 47 años.
Los rituales del hach y de la umrah (una peregrinación "menor", que puede hacerse en cualquier momento del año), generan unos 12.000 millones de dólares al año para Arabia Saudita, que invierte por doquier en turismo, en un intento por diversificar su economía y reducir su dependencia del petróleo.
Un elemento clave de su estrategia destinada a atraer a más visitantes es un macroproyecto que prevé el fortalecimiento de la infraestructura y el transporte alrededor de La Meca y Medina, la otra ciudad sagrada.
Descansando a la sombra cerca de la Gran Mezquita de La Meca, la tunecina Ahlam Saei, de 40 años, admite que el calor es "muy intenso" en comparación con su país, pero no se queja.
"La idea misma del hach se basa en aceptar las dificultades", afirma. "La recompensa es proporcional al esfuerzo realizado".