Por Deutsche Welle |3 de julio de 2024, 8:09 AM

De tanto en tanto, el ruido de las bombas perturba la tranquilidad en las afueras del kibutz Shamir, en la región de la Alta Galilea, en el norte de Israel. Los Altos del Golán, ocupados por Israel, están a sólo unos metros de distancia. Más al noroeste se encuentra la Línea Azul, la frontera demarcada por la ONU entre Israel y el Líbano.

Gilad Yehudai, de 45 años, advierte que la relativa calma es engañosa. "Aquí, en la Alta Galilea y a lo largo de toda la frontera con el Líbano, ya hay una guerra: misiles, drones, incendios, alarmas todo el tiempo", dice a DW.

Le preocupa que la situación esté empeorando. "La gente que vive en el centro de Israel no siente la guerra como nosotros", afirma. "Odio decirlo, pero les creo [a Hezbolá], creo sus amenazas y que las cumplirán".

En las últimas semanas, se han intensificado en la frontera los ataques de ambas partes. La milicia de Hezbolá, apoyada por Irán, lanza misiles y drones desde el sur del Líbano más hacia el interior del norte de Israel, y la fuerza aérea israelí realiza incursiones más profundas en el sur del Líbano. Ambas partes han intensificado su retórica y sus amenazas, haciendo temer la inminencia de una guerra total.

En un encuentro con el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, en Washington, su homólogo estadounidense, Lloyd Austin, señaló que "otra guerra entre Israel y Hezbolá podría convertirse fácilmente en una guerra regional, con terribles consecuencias para el Medio Oriente".

Gallant le respondió que Israel prefiere la diplomacia, pero está preparado para todo. "No queremos la guerra, pero estamos preparándonos para cualquier escenario", dijo.

Decenas de miles no pueden volver a casa

Más de 60.000 israelíes todavía no pueden volver a sus hogares, desde que los residentes en lugares ubicados a hasta cinco kilómetros de la frontera fueron evacuados, tras el ataque terrorista de Hamás contra Israel del 7 de octubre. Por lo menos 25 israelíes, civiles y militares, han muerto en ataques lanzados desde el Líbano.

Al otro lado de la frontera, decenas de miles de habitantes del sur del Líbano también han sido desplazados, y han muerto cerca de 400 personas. La gran mayoría eran miembros de Hezbolá, pero el balance de muertos incluye también a al menos 50 civiles.

Hezbolá dispone de un arsenal estimado de 150.000 cohetes y misiles capaces de golpear cualquier lugar de Israel. Israel, por su parte, ha advertido de que podría catapultar al Líbano a la "edad de piedra" si fracasa la diplomacia.

En los primeros meses de la guerra contra Hamás, la estrategia de Hezbolá parecía apuntar a respaldar a dicha organización y a supeditar el cese de hostilidades al fin de los combates en la Franja de Gaza.

"Hezbolá intervino debido a la estrategia iraní de unir fuerzas en torno a las fronteras de Israel", estima Harel Chorev, historiador y experto en asuntos palestinos del Centro Moshe Dayan de Estudios sobre Oriente Medio y África, de la Universidad de Tel Aviv.

"Hezbolá está diciendo una cosa muy sencilla: mientras combatan en la Franja de Gaza, los acosaremos y mantendremos esta guerra de desgaste en su frontera norte", interpreta.

Israel podría optar por un ataque preventivo

Los recientes bombardeos se producen tras un largo periodo de relativa calma, salpicado sólo por algunos breves incidentes. El último conflicto abierto en la zona fue una guerra de un mes en 2006, que terminó con una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, ahora los esfuerzos de mediación del enviado estadounidense, Amos Hochstein, no han dado fruto, aunque ambas partes han señalado que no desean una guerra total.

Israel quiere "asegurarse de que Hezbolá no lleve a cabo otro 7 de octubre", señala Chorev. Algunos analistas creen que Israel podría optar por un ataque preventivo contra Hezbolá para expulsar al grupo militante de la zona fronteriza.

"En Israel, una mayoría apoya la guerra contra Hezbolá, para destruirla de forma que le impida concretar sus intenciones de invadir el norte de Israel, capturar asentamientos israelíes y tomar rehenes. Según cualquier sondeo, éste es el enfoque predominante. A pesar del precio que tengamos que pagar, tenemos que golpearles ahora", afirma Chorev.

A pesar de vivir justo fuera de la zona oficial de evacuación, Yehudai, su mujer, sus dos hijos y el perro de la familia se marcharon en octubre, tras los primeros ataques de Hezbolá. Entretanto, han regresado a casa, pero sus maletas siguen listas, esperando en la puerta. Yehudai, que se describe a sí mismo como liberal y de izquierda, no quiere una guerra, pero tampoco vislumbra una solución diplomática.

Nadie imaginó que esta situación duraría nueve meses, dice Yehudai, quien tiene constantemente presentes las recientes advertencias de una inminente guerra total con Hezbolá. "Cada noche antes de acostarnos, cada mañana al levantarnos, pensamos si debemos quedarnos o irnos, porque no sabemos qué pasará después".

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