5 de marzo de 2025, 11:45 AM

Bernal Fonseca / Empresario, culturepreneur y triatleta competitivo de larga distancia.

Como ya les he comentado en artículos anteriores, los últimos meses han estado llenos de múltiples emociones, sentimientos y reflexiones acerca de mi experiencia en la vida. Por un lado, la muerte de un ser amado e íntimo y por otro, el paso de comprometer mi vida al lado de la mujer que amo. Ambos momentos han resonado de tal manera que sigo dándole vueltas al concepto de irreversibilidad.

¿Cuántas veces hemos estado en una situación donde nos damos cuenta que ya no hay vuelta atrás? Y aunque no lo crean, componiendo estas líneas como expresión de lo vivido, me he dado cuenta que cada decisión presenta este fenómeno. Desde tomar una dirección para llegar a un lugar, compartir un mensaje, qué publicar en redes sociales hasta una inversión, una expansión del modelo de negocio o lo dicho en una sesión de trabajo.

Por lo tanto, sucedido lo irreversible, se podría modificar la manera en que decidimos convivir con el pensamiento “¡ya no hay vuelta atrás!”. Y mi pregunta ha sido, ¿cómo convivir con ello?

  • He aprendido a aceptar lo que no puedo cambiar. Estas situaciones podrían generar dificultades, dolor o ansiedad por el futuro. Es importante sentir lo que se debe sentir para luego llegar a la perspectiva del lugar que ocupo en el flujo de la naturaleza. Hay cosas que suceden porque así deben suceder. No es resignarse, es reconocer mis limitaciones.​
  • Por lo tanto, he descubierto en cada situación lo que sí puedo gestionar de alguna manera. Enfocar mi energía hacia estos elementos que se encuentran dentro de lo irreversible ha sido de mucha ayuda. Me he preguntado, ¿qué puedo hacer de ahora en adelante? De lo aprendido, ¿qué puedo hacer propio? Es decir, reformular la narrativa de lo sucedido.
  • Para ajustar expectativas y objetivos. Siempre utilizo mucho el término, “vamos a reagrupar”. Ese efecto de hacer una pausa para determinar niveles de impacto y poner la mirada hacia adelante, tiene un sentido de valoración de lo acontecido como fuente de energía futura.

Entonces, tres pasos ante la irreversibilidad: aceptar lo que ya sucedió, definir qué puedo gestionar en adelante y transformarlo en energía para el futuro.

Cierro con una de las frases más poderosas en las que he reflexionado sobre el tema en cuestión. La dijo Jesús al estar sobre la cruz; dijo: “Todo está consumado”, Juan 19:30.

Que la irreversibilidad no nos detenga ante lo que está por delante, al contrario, que sea una manera de entender los propósitos y el cumplimiento de etapas concluidas o las que están por comenzar.

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