Tenemos un futuro lleno de esperanza
Ante los tiempos difíciles, este artículo le será de utilidad.
Henry Álvarez, Unidad de Cuidado Espiritual.
Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza, Jeremías 29:11.
La situación que vivía el pueblo de Israel cuando el profeta Jeremías proclama esta palabra no era menos angustiante. El cautiverio fue aterrador cuando los Babilónicos a la cabeza de su rey, Nabucodonosor, arremetieron contra el pueblo de Dios y lo sometieron a su autoridad, coartándoles la libertad. En medio de tan desalentadora vivencia, el profeta levanta su voz para referirse al futuro de aquel avasallado pueblo y en nombre de su Dios, les profiere que el Señor tiene planes de bienestar y no de calamidad. ¿Por qué Dios, sabiendo la dolorosa situación que atravesaba su pueblo, les envió esta palabra? Porque su propósito es que cobraran ánimo y vislumbraran el futuro con esperanza.
Nuestra realidad no es menos abrumadora y acongojante que la del pueblo de Israel, estamos viviendo tiempos de incertidumbre, dolor y amenaza, producto de una pandemia iniciada por un nuevo virus COVID-19, que nos ha hecho permanecer en nuestras casas y que propina duros golpes a la economía mundial y nacional.
En medio de esta sombría situación, hacen sentido las palabras del profeta, a modo de suave susurro reconfortante que declara que Dios sigue estando al control de todo y que es el dueño del futuro. Su palabra nos da aliento y promete mejores días, en el marco de un plan perfecto, amoroso y compasivo. Es propósito de Dios es que en medio de cualquier adversidad o vicisitud, mantengamos la esperanza, entendiendo que los años venideros están en la mano del Creador y que sus pensamientos para la humanidad siempre son de bien. En medio de este tiempo, levantemos una oración, con la misma certeza del salmista, cuando exclamó: “Los justos claman y el Señor los oye, y los libra de todas sus angustias”, Salmos 34: 17-19. Recordando que el Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido. Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas.
El temor, la incertidumbre y la angustia que sentimos producto de la situación actual, debe ser traída a nuestro Dios, para que en Él anime nuestra alma, para que sea reconfortada y alentada, entendiendo que Dios es suficiente y poderoso para llevarnos a buen puerto y tornar toda circunstancia difícil en bendición. El pueblo de Israel no quedó cautivo para siempre. Dios lo sabía y se los anunció por medio de Jeremías, para que en esas pocas palabras su corazón no desfalleciera y sus vidas se iluminaran con la esperanza de un nuevo día, en el cual estarían plenos, felices y libres. Hoy, estas mismas palabras las atesoramos en el alma, sabiendo que nos espera un futuro de bien. ¡Feliz año nuevo!