23 de septiembre de 2024, 11:54 AM

Dr. Alexander López / Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica.​

La recién finalizada Cumbre 2024 del Foro para la Cooperación entre China y África representa un paso más en la consolidación de la presencia del país asiático en el continente africano. 

De los acuerdos se desprende que la República Popular de China invertirá más de 50.000 millones de dólares en el continente africano, para acelerar su desarrollo socioeconómico, a través de diez objetivos esenciales. Estas diez iniciativas principales, acordadas en la Conferencia del FOCAC, cubren las áreas de comercio, cooperación en la cadena industrial, conectividad, cooperación para el desarrollo, atención médica, revitalización rural, intercambios entre pueblos, desarrollo verde y seguridad común.

El popular proverbio chino de que “para enriquecerse, primero hay que construir carreteras”, parece adquirir una dimensión especial en África. 

Basándose en su propia experiencia en materia de desarrollo, China se ha dedicado a invertir en África para construir instalaciones de transporte cruciales para el desarrollo económico; sin embargo, las relaciones entre China y África no se limitan a eso y las mismas han evolucionado de manera significativa durante las dos últimas décadas, desde un enfoque centrado en el interés por los recursos naturales del continente hasta una posición de amplio alcance que, además de la dimensión económica, pone su acento en la esfera política y en el ámbito de la seguridad. 

En un contexto geopolítico de creciente competencia de las grandes potencias por la influencia en el continente africano, el papel de las relaciones sino-africanas resulta fundamental para comprender la creciente influencia global de China y su aspiración de liderazgo mundial.

La relación China-África es entendida de diferente forma, según el lente de quien la analice. En occidente existen críticas al intervencionismo chino en África, por la concesión de préstamos en condiciones preferenciales y sin condiciones políticas, lo cual resulta atractivo para los gobiernos africanos, así se habla a menudo de la trampa de la deuda en la relación China-África debido a que los préstamos chinos se conceden no con el fin de ser reembolsados, sino según occidente con el de apropiarse de las infraestructuras que esos mismos préstamos permitieron construir. 

Los préstamos de China se asemejan a un crédito hipotecario que se puede ver en el ámbito privado. Aquí no son las mansiones o los automóviles los que sirven de garantía, sino, más bien, el cobalto, el petróleo, los puertos u otras infraestructuras o materias primas. Se habla a menudo de préstamos colateralizados, siendo el colateral la cosa física que se pone como garantía para el préstamo. Quienes desde este punto de vista cuestionan estas relaciones afirman que la búsqueda china de recursos naturales no favorece la gobernanza o la construcción de un futuro sostenible para el continente.

Sin embargo, otras perspectivas más optimistas señalan como “virtudes” de las relaciones entre China y África, la igualdad, el respeto y beneficio mutuos, y la contribución al desarrollo económico a largo plazo a través de proyectos de infraestructura y la creación de ingresos. Más allá de este debate, es evidente que los intereses chinos en el continente abarcan no sólo los recursos naturales, sino también temas de comercio, diplomacia, seguridad, y soft power

Por otro lado, la intervención de China en África conforma una perspectiva alternativa a Occidente, desde un nuevo modelo de cooperación Sur-Sur donde prima el principio de no interven­ción, en contraposición con el modelo que han desarrollado la Unión Europea y sus Estados miembros durante las décadas pre­cedentes, condicionado políticamente, y centrado en el alivio de la pobreza, con escasos resultados transformadores.

Las cumbres China-África, en particular el Foro de Cooperación China-África (FOCAC), han tenido un importante impacto geopolítico en el sur global que puede entenderse a través de varios aspectos clave:

Cooperación militar y de seguridad. China ha aportado tropas a las misiones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas en África y coopera militarmente con los Estados africanos mediante el suministro de formación y equipos. Esta relación en materia de seguridad profundiza los lazos de China con el continente.

Poder blando e influencia cultural. A través de becas, intercambios culturales y empresas de comunicación, China ha trabajado activamente para crear lazos culturales y reforzar su poder blando en África. Esta influencia contribuye a crear una imagen favorable de China entre la población africana, que contrasta con los legados históricos, a menudo polémicos, de las potencias coloniales occidentales.

En conclusión, como en otros espacios geográficos del planeta, África es también un escenario en el que se manifiesta una lucha entre las grandes potencias por el poder y la influencia. Si bien desde el punto de vista político y económico el continente está lejos de ser una prioridad de la política exterior de China, África si es un espacio importante para la ampliación de alianzas estratégicas, y también un socio comercial en crecimiento, desafiando la presencia occidental en el continente africano, y el balance de poder en el sur global.

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