POR Iván Meza | 7 de septiembre de 2015, 8:21 AM

El 8 de enero de 2010, una lujosa mansión llamada Boracayan, ubicada en Florida de Barú, Pérez Zeledón, fue el escenario de una misteriosa muerte que pondría a prueba el sistema de justicia costarricense.

Ahí apareció sin vida el millonario de Wall Street, John Bender, quien decidió retirarse a vivir el sueño de su vida en la mansión, que además sería una reserva de vida silvestre privada.

La casa sin ventanas y cubierta de fino granito era un lugar de ensueño, pero que se convertiría en la peor pesadilla para su esposa Ann Maxin Patton.

Ahí fue en donde esa mañana hallaron el cuerpo ensangrentado de John con un balazo en la cabeza.

La hija de un banquero internacional ahora estaba en la mira de la policía como sospechosa de matar a su propio esposo.

La pareja se conoció en Virginia en 1998. Fue un amor a primera vista al punto de que apenas un año después se casaron.

Ambos tenían muchas cosas en común, una de ellas era el síndrome de bipolaridad. Ese padecimiento fue usado en la tesis de que Bender se suicidó en Boracayán.

Sin embargo, su esposa de 46 años fue llevada al banquillo de los acusados y absuelta en enero de 2013.

Pero siete meses después en medio de una apelación la llevaron de nuevo a juicio y la sentenciaron a 22 años de cárcel, el pasado 27 de mayo.

Y este lunes en un tercer juicio y tras haber descontado cárcel en El Buen Pastor, el Tribunal Penal de Pérez Zeledón la absolvió de toda pena y responsabilidad.